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Clínicas privadas: estatizarlas para enfrentar la pandemia

Publicado en El Socialista N° 456
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Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

“Al personal de sanidad no nos contagian los pacientes, nos contagian los otros. Estuvimos tres días discutiendo con la patronal el aislamiento de un camillero que trasladó dos veces a un paciente con Covid y finalmente dio positivo. Mientras no la aislamos, esa persona pudo haber contagiado tal vez a tres personas más”, dijeron los delegados de los trabajadores de Sanidad (ATSA). Al menos treinta y cuatro empleados del Sanatorio de la Providencia, del barrio porteño de Balvanera, dieron positivo y se espera aún el resultado de más testeos. Entre ellos médicos, enfermeros, camilleros y personal de administración del centro de salud. Solo cuatro de ellos están internados y el 70% permanece asintomático.

Los trabajadores sostienen que la empresa propietaria de la clínica no respeta los protocolos de seguridad ante casos sospechosos ni entre los pacientes, ni entre trabajadores, quienes debían presentarse a trabajar igual. Hasta llegaron a negarle la atención por guardia a quienes acusaban sintomatología compatible con el virus. “Nos decían que era por la vacuna de la gripe que nos aplicaron, pero no era eso. Hay pacientes con coronavirus y ellos lo niegan”. La clínica tampoco proveyó los elementos de protección personal a todos los trabajadores alterando, de hecho, los protocolos.

En el mismo sentido denunció la semana pasada, en una carta abierta a la comunidad, el médico cordobés, portador sano del Covid-19 que, presuntamente, introdujo involuntariamente el virus en el instituto geriátrico donde trabajaba. “En el geriátrico no había elementos de protección, no había alcohol en gel y las manos se las secaban en una toalla comunitaria o en los ambos, solo ponían un rollo de papel por día para secarse las manos. No prepararon adecuadamente al personal. No se definieron las zonas de aislamiento y circulación. No restringieron a tiempo el acceso de visitas, cuando debió hacerse anteriormente”.

La renta del capital es el objetivo del sector privado en salud

En el sistema privado, tanto clínicas como geriátricos son empresas capitalistas y como tal su objetivo principal es la renta del capital. Es decir, bajar los salarios, aumentar la productividad del personal y eliminar los gastos improductivos como, por ejemplo, los elementos de protección. Eso es lo que pasó en estos dos establecimientos que tomamos como ejemplo. También pasa en el Hospital Italiano o el Sanatorio Güemes. La sed de ganancias de la patronal de salud es tal que, en plena pandemia, la confederación que los agrupa pide subsidios al gobierno para “afrontar los gastos”, silenciando que en conjunto las clínicas privadas deben 10.000 millones de pesos a la AFIP, sin contar los intereses.

La industria sanatorial privada representa la tercera parte del gasto total en salud del país, equivalente a 3% del PBI, más que el 2,75% que corresponde al gasto total del Estado en salud, sumando Nación, provincias y municipios. Pero, mientras el sector público atiende con esa porción del producto nacional al 40% de la población, el privado vuelca un poco más de esa cantidad solo para atender al 8% de la población.

Estatización de la totalidad del sistema de salud

Esta importante masa de recursos sanitarios debe ser puesta al servicio del todo el pueblo y no solo de una minoría. El gobierno debe nacionalizar la totalidad de las instalaciones privadas, sanatorios y laboratorios y ponerlos a trabajar bajo control de sus trabajadores. El mismo tratamiento que al sector privado debe darse a la totalidad de las obras sociales, nido de corrupción de la burocracia sindical. La producción y distribución de insumos, tests, reactivos, medicamentos, vacunas y todo otro elemento necesario para combatir la pandemia debe pasar a manos del Estado, bajo control de sus trabajadores. También debe suspenderse la vigencia de las patentes nacionales e internacionales que impidan la elaboración de estos insumos. Este enorme aflujo de recursos materiales y humanos gestionado por el Estado, bajo control de sus trabajadores, permitirá encarar acciones que hoy parecen imposibles, como la extensión del testeo a todo el personal de salud y a quienes deben estar expuestos al contacto con el público y, al mismo tiempo, elaborar y proveer los insumos y medicamentos necesarios para enfrentar la pandemia.