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Kamala Harris, una vice que no cambia el carácter de la fórmula demócrata

Escribe Adolfo Santos

La designación de Kamala Harris en la fórmula presidencial puede haber generado expectativas en el movimiento de mujeres por ser la primera vez en la historia que se elige a una negra como vicepresidenta de Estados Unidos. Sin embargo, su curriculum está lejos de ser feminista y progresista. Los demócratas necesitaban alguien con su perfil para ampliar sus votos entre minorías étnicas, las mujeres y los negros. Muchos dudaban de su elección, sobre todo por el duro enfrentamiento que había protagonizado durante las primarias, cuando en uno de esos debates Harris colocó a Biden en apuros. Ella, de madre india y padre jamaiquino, le recordó que había sido “esa pequeña niña negra que sufrió por la segregación en las escuelas públicas y que aunque no creía que él (Biden) fuera racista, le había dolido su apoyo a senadores de esa época que apoyaban la división racial”.

Kamala, veintiún años más joven que Biden, se ha convertido en la primera mujer vicepresidente de los Estados Unidos, y además, negra. Ex procuradora general de California, está en su primer mandato como senadora, cargo al que accedió en 2017. Si bien desde su banca realizó críticas a las políticas trumpistas, al candidatearse sus posiciones comenzaron a ser colocadas bajo la lupa. Los sectores más progresistas la criticaron por no dar respuestas claras a problemas importantes como los ataques de Trump a la salud. Ya nominada candidata, comenzó a caminar en el filo de la cornisa para no incomodar a moderados ni a progresistas, pero no lo logró con ninguno de los dos.

Sus posiciones dubitativas en relación con temas como la reforma policial, el combate a las drogas o las condenas equivocadas, que han tomado fuerza con motivo de la lucha antirracista, le han causado críticas de sectores progresistas del Partido Demócrata. Salió a la luz que ella se abstuvo de tomar posición frente a un proyecto de ley que determinaba “investigaciones independientes” en casos que envuelvan “uso de fuerza letal” por parte de la policía, siendo que en los Estados Unidos la policía mata personas de comunidades negras y latinas de forma desproporcionada. Con todo, durante la campaña se tuvo que reacomodar y defender la prisión de los policías que mataron a Breonna Taylor, mujer negra asesinada por la policía en su casa, y reivindicar uno de los símbolos de las protestas, #BlackLivesMatter (Las Vidas Negras Importan).

El origen indio y jamaiquino no cambia el carácter de clase de esta abogada, egresada de Harvard. Ella también es parte del establishment político del Partido Demócrata, si no fuese así no habría sido elegida a ocupar el segundo cargo en importancia del principal país imperialista del mundo. Kamala Harris, cambiando de opinión según las circunstancias, ha demostrado que le resulta fácil acomodarse a las necesidades de su partido, representante de los banqueros de Wall Street y del país imperialista que representa. Como vimos con Obama, el color de la piel de Kamala Harris no cambia el carácter burgués imperialista de la fórmula triunfante.