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¿Quién es Joe Biden?

Escribe Adolfo Santos

La disputa presidencial de los Estados Unidos generó un fenómeno particular, una llamativa unidad mundial alrededor de la derrota de Trump, lo que acabó aconteciendo y fue muy festejado. Claro que ese resultado confirmó el triunfo del Partido Demócrata y sus candidatos, Joe Biden y Kamala Harris y eso, evidentemente, no es para festejar.

Por más rechazo que nos provoquen la figura de Trump y sus políticas reaccionarias no se puede embellecer la figura de Joe Biden. El “tío Joe”, como lo llaman sus seguidores, es parte del establishment político norteamericano desde hace casi cuarenta años, cuando fue elegido senador por primera vez, en 1973. En estas cuatro décadas representó al Partido Demócrata, uno de los dos grandes partidos del imperialismo norteamericano, financiado por los banqueros de Wall Street, que ha apoyado guerras sangrientas y dictaduras asesinas y ha saqueado a los pueblos del mundo.

No es casual que el triunfo de Biden-Harris haya sido saludado con entusiasmo por los principales capitalistas del mundo, comenzando por los dos hombres más ricos del planeta, Jeff Bezos, dueño de Amazon, y Bill Gates, de Microsoft. Ese apoyo de los grandes empresarios también se vio reflejado en los aportes financieros que recibió Biden, muy superiores a los que obtuvo Trump. Alphabet Inc., el holding de Google, encabeza la lista, con más de 1.700 millones de dólares, seguido de cerca por las nombradas Amazon y Microsoft, Facebook, Apple, AT&T Corporation (telecomunicaciones), Walt Disney y las financieras Wells Fargo, Morgan & Morgan y JPMorgan Chase, entre otros. Apuestas que, sin dudas, esperan jugosos retornos.

Biden no representa nada nuevo, es lo viejo y conocido

Sus primeros pasos por el Congreso ya mostraban su perfil. A pesar de presentarse siempre como defensor de los derechos civiles, una de las primeras batallas que dio en el Senado fue al lado de parlamentarios segregacionistas, oponiéndose a la orden de un tribunal para que los alumnos fuesen llevados a frecuentar escuelas en barrios populares para combatir la segregación racial. Años después se negó a votar favorablemente en relación con las cuotas raciales para favorecer a los negros.

Tampoco las mujeres tienen una buena imagen de Biden. Existen denuncias de mujeres con las cuales se ha relacionado. Una de ellas, Lucy Flores, una política demócrata de Nevada, señaló que en un encuentro que tuvo con Biden en 2014, el vicepresidente acabó tocándola de una manera íntima, algo que ella solo acostumbraba a hacer con familiares o en relaciones románticas. “Me dejó paralizada”, dijo. El caso fue confirmado por el propio Biden, que divulgó un video afirmando que en adelante sería “más cuidadoso y respetuoso para no dejar a las mujeres incómodas”.

En 1988 apoyó la Ley Antidrogas, que establecía penas más duras para consumo de drogas como crack, usadas por minorías étnicas pobres. En 1994 presentó un proyecto que aumentó las sentencias mínimas y el financiamiento federal para policías y prisiones, lo que, según especialistas, fue un factor decisivo que contribuyó al aumento de la población carcelaria. Ese fue Biden senador, alguien que se diferenció poco de cualquier congresista conservador.

Un vice al servicio de las multinacionales y el sistema financiero

Pero su papel más sobresaliente como político patronal, defensor de los intereses de los grandes empresarios, lo tuvo como vice de Obama. Fueron ocho años de un gobierno que se dedicó a resolver la grave crisis económica desatada en 2008 bajo el gobierno de Bush y no fue para auxiliar a los trabajadores y los sectores populares, sino para montar un salvataje en favor de las grandes empresas multinacionales y los bancos.

El ejemplo más claro de esta política fue General Motors. El gobierno “estatizó” la empresa adquiriendo el 60% de las acciones por un valor superior a los 30.000 millones de dólares, pero para sanear las deudas disminuyó 20% los gastos salariales, despidió trabajadores y redujo los sueldos con el apoyo del Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz (UAW). “Saneada”, GM fue devuelta a sus antiguos dueños. Lo mismo pasó con otras empresas automotrices en crisis, como Chrysler. Esos miles de trabajadores despedidos, que engrosaron el ejército de desocupados, fueron la base de apoyo para el triunfo del ultrarreaccionario Donald Trump.

Obama-Biden también fueron generosos con el sistema financiero. Mientras la población trabajadora sufría las consecuencias de la crisis con despidos y rebajas salariales y la pobreza crecía, el gobierno abría los cofres para los banqueros. En 2009, a través de su flamante secretario del Tesoro, Timothy Geithner, anunciaba un plan para estabilizar el sistema financiero a un costo de 2 billones de dólares, una suma equivalente a seis veces la economía de la Argentina (Clarín, 11/2/09).

Sin dudas, Biden llega para gobernar al servicio de las multinacionales y el sistema financiero repitiendo una política que ha dejado a millones de trabajadores en la calle y ha afectado la vida de los sectores más vulnerables. Este abogado de 77 años, exitoso económicamente, con cara de “tío simpático”, no trae nada nuevo, mucho menos de bueno para los trabajadores, las mujeres, los negros, las minorías étnicas y los sectores populares norteamericanos.