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El gobierno de Fernández y la pandemia. Sin plan y sin vacunas

Publicado en El Socialista N° 490
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Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

En el tenebroso ranking de la pandemia, con 1.900.000 casos acumulados y 41.000 por millón de habitantes, nuestro país se encuentra a la altura de Brasil, Colombia e Italia. Los 47.000 decesos y la tasa de 1.045 por millón nos emparejan con Brasil, Líbano e Italia. Una idea de la fuerza que mantiene la pandemia entre nosotros es que en los últimos treinta días se registraron 415.000 casos, la quinta parte del total acumulado, y fallecieron por el Covid-19 unas 14.000 personas, casi la tercera parte del total desde que empezó la pandemia. Los índices propuestos por el gobierno, actualizados al 21 de enero, indicaban que tanto en CABA como en la provincia de Buenos Aires era necesario mantener las medidas de restricción.

Un gobierno que sabotea la lucha contra la pandemia

Pese a la contundencia de los datos, el gobierno de Alberto Fernández, así como también el de la oposición patronal de PRO en la CABA, continúan apostando a la vacuna salvadora y omitiendo otras medidas como, por ejemplo, el testeo y rastreo del virus en la población. A la Argentina le sigue correspondiendo un deshonroso 113° puesto en el ranking de rastreos, al mismo nivel que Brasil e Irak y algo más que Venezuela y Paraguay.

Lejos de tomar medidas enérgicas frente al empeoramiento, los gobiernos peronistas, radicales y de PRO aflojan el aislamiento para mantener las ganancias de las empresas. Por ejemplo, en el área de turismo la agencia oficial Télam informa que en lo que va del verano se desplazaron 7,2 millones de personas, la mayoría a las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Río Negro. Por otra parte, continúa el plan de regreso a la presencialidad escolar a pesar de las alertas de los gremios docentes y de la comunidad escolar.

La vacuna salvadora… que no salva

Después de la doble postergación de la salida del avión de Aerolíneas Argentinas rumbo a Moscú para traer el segundo envío de la vacuna Sputnik V, se hizo evidente que en el mes de enero no se cumpliría el compromiso de entrega que los rusos habían asumido. El plan de vacunación que el gobierno se había trazado y cuya primera etapa se apoyaba en la llegada puntual de parte de 20 millones de dosis de vacuna Sputnik V compradas al Instituto Gamaleya no podrá respetar el cronograma fijado. El plan contaba en febrero con 22 millones de dosis de la vacuna Oxford AstraZeneca y en marzo 9 millones que corresponden a la Argentina por el plan Covax de la Organización Mundial de la Salud para garantizar la equidad. Con esas remesas se llegaría a la cifra de 50 millones de dosis para inmunizar al 50% de la población. Hoy el plan del gobierno tambalea y su futuro es incierto.

El retraso en la producción de vacunas es un problema mundial del que participan todas las multinacionales farmacéuticas. Hasta el presente solo se han vacunado 64 millones de personas en todo el mundo: 20 millones en Estados Unidos, 15 millones en China, 7 millones en el Reino Unido y en Alemania, España, Italia y Francia 1,5 millones en cada uno. En Brasil 600.000 y en la Argentina 292.000. El único país que no tiene problemas de abastecimiento es Israel por el acuerdo firmado con Pfizer (ver artículo en este periódico). El 75% de los países no ha comenzado la vacunación masiva. 

Las patentes están destruyendo la campaña de vacunación mundial

¿Por qué ese retraso? El doctor Germán Velásquez, ex director del Programa de Acceso a Medicamentos de la Organización Mundial de la Salud, señala que las multinacionales farmacéuticas no quieren correr riesgos y no continúan la producción hasta que tengan los lotes vendidos: “Si no me las compras, no sigo”. Esta situación lleva a que sean los países imperialistas que cuentan con mayores recursos quienes se han quedado con la enorme mayoría de las vacunas. Según Amnesty International, estos países que cuentan con el 13% de la población mundial retienen el 52% de las vacunas existentes. 

Por otra parte, la existencia de las patentes impide a cualquier país o empresa producirlas. Velásquez remarca que la industria ha desarrollado las vacunas gracias a cuantiosos subsidios estatales pero, patentes mediante, las multinacionales se han adueñado de lo que en su origen es patrimonio de la humanidad. “Las patentes están destruyendo la campaña de vacunación y hay que cambiar el sistema de patentes”, concluye. No satisfechos con utilizar los subsidios estatales para la producción, los monopolios exigen además a los gobiernos la inmunidad judicial frente a los reclamos que pudieran plantearse por efectos colaterales. Para ello obtienen leyes que los favorecen, como es el caso de nuestro país, donde los diputados peronistas y los de Juntos por el Cambio sancionaron una ley con la sola oposición del FIT Unidad.

Hemos mencionado la iniciativa de noventa y nueve países encabezados por India y Sudáfrica que proponen la suspensión de las patentes mientras dure la pandemia. Esta semana se pronunció la rectora de la Universidad Federal de San Pablo, Brasil, en el mismo sentido, uniéndose a un número creciente de instituciones como Oxfam, Amnesty International y Médicos sin Fronteras. El gobierno argentino que es firmante de esta declaración debe impulsar y, si es necesario, desconocer unilateralmente las patentes de vacunas y medicamentos encarando la producción local para enfrentar la pandemia.

Lo que falta hacer contra la pandemia aquí y ahora

Es necesario una campaña nacional que incorpore los testeos y rastreos sistemáticos en función de criterios de salud pública. Junto con la centralización de los recursos hospitalarios públicos y privados deben ser también los laboratorios clínicos puestos al servicio de una campaña nacional.

El gobierno también debe sostener económicamente a los trabajadores y los sectores populares, incluidas las ayudas económicas a los pequeños comerciantes, propietarios de restaurantes, bares, talleres, etcétera, que deban aislarse, y pagarle un salario que les permita vivir. También debe proteger a los trabajadores de la salud, no solo con el salario adecuado sino también completando y aumentando los planteles frente a la contingencia.

Desde Izquierda Socialista venimos peleando por estas medidas y reclamamos la abolición de las patentes farmacéuticas que, junto con el no pago de la deuda externa y un verdadero impuesto a las grandes fortunas, como lo plantea el Frente de Izquierda Unidad, deben servir para sostener el esfuerzo de todo el pueblo trabajador para terminar con la pandemia.