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No es el sistema de salud, es el gobierno

Publicado en El Socialista N° 497
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Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de Cicop

La insólita afirmación del presidente de la Nación, Alberto Fernández, de que el “sistema de salud también se ha relajado” ha concitado un amplio repudio entre los trabajadores de la salud, sus organizaciones científicas y gremiales y numerosas personalidades, entre las que se destaca el doctor Pedro Cahn, infectólogo asesor del presidente desde el primer día de la pandemia.

El gobierno dice que la gente no se cuida

La afirmación presidencial, maliciosamente, intenta asignar responsabilidad a los trabajadores de la salud en el brutal ascenso de los contagios en las últimas semanas. Estas posturas están en sintonía con numerosas referencias que se publicitan en los medios en el sentido de que las reuniones sociales y en los domicilios ofrecen mayores posibilidades de contagio que los lugares de trabajo, el transporte y las escuelas. En estos últimos días hemos escuchado al ministro de Educación de la Nación decir que la presencialidad escolar no genera circulación viral y al ministro de Trabajo afirmar que las empresas son seguras. Esta campaña busca crear la falsa idea de que “la culpa es de la gente que no se cuida” para eludir la responsabilidad del Estado y los gobernantes de turno. Otra manera de plantear la misma conclusión es decir que “el sistema de salud está al límite”, que no da más, como si fuera una catástrofe natural y el gobierno no tuviera nada que ver con las décadas de descuido que llegan hasta la misma actualidad. Por ejemplo, eso sostiene una declaración producida por el gobierno de la provincia de Buenos Aires firmada por funcionarios de salud, las cámaras patronales del ramo y los sindicatos ATE, UPCN y Fatsa, con la honrosa excepción de Cicop. Para el gobierno, la solución está en que los trabajadores y las trabajadoras se cuiden individualmente porque el Estado no puede hacerlo, llegó al límite.

Es el gobierno el que no cuida al pueblo

El brusco aumento de los contagios en el último mes y medio no ha merecido una respuesta adecuada del gobierno. Por el contrario, se han sucedido los desaciertos tanto desde el oficialismo del Frente de Todos como por parte de la oposición de Juntos por el Cambio. El ejemplo paradigmático ha sido la presencialidad escolar. El peronismo y sus aliados, así como también la oposición patronal, impulsaron y mantuvieron a rajatabla la presencialidad escolar a pesar de que todos los indicadores epidemiológicos desaconsejan mandar los chicos a la escuela. Solo cuando la curva de contagios alcanzó niveles de catástrofe el peronismo se avino a suspender por dos semanas las clases presenciales.

Se insiste con medidas de aislamiento insuficientes, a ciegas. Los testeos son necesarios para determinar cuáles sectores deben aislarse y cuáles no. La Argentina sigue sin hacer los testeos necesarios, estamos en el puesto 109 en el ranking mundial de los testeos. Una vez determinada la población a aislar, el gobierno nacional y los de las distintas provincias deben disponer la contención social necesaria para garantizar todos los aspectos de un aislamiento eficaz que les permita quedarse en la casa a los trabajadores, empleados, pequeños comerciantes y cuentapropistas que deban hacerlo.

Estamos presenciando casos de enfermos de Covid-19 que mueren porque no alcanzan los respiradores o esperando una cama en terapia intensiva. Si el sistema de salud está al límite, hay que ampliarlo con recursos edilicios, tecnológicos y humanos. Tampoco se puede fortalecer el sistema de salud con sueldos que no llegan al nivel de la canasta familiar; con trabajadoras y trabajadores precarizados y, al mismo tiempo, negando las licencias necesarias a quienes están riesgo. No puede ser que los trabajadores de la salud lleven adelante una doble lucha contra la pandemia, por un lado, y por mejorar sus condiciones de trabajo, por el otro. Así sucede en casi todo el país y como ahora lo hacen en Neuquén, donde se movilizan con el apoyo de otros trabajadores y la población. También el gobierno debe garantizar que haya vacunas para todos.
Es necesario centralizar todos los recursos en manos del Estado para fortalecer el sistema de salud y volcarlo a la lucha contra la pandemia.

Para atender todos estos reclamos, la solución es una y clara: dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI e imponer un auténtico impuesto a las grandes riquezas y fortunas.