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Mientras sube la carne y el costo de vida / A los salarios se los come la inflación

Publicado en El Socialista N° 521
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Escribe Guido Poletti

Los precios congelados de octubre, así como las distintas variantes de “precios cuidados” o “de cercanía”, no parecen servir para frenar la carestía. En estos días ganó los titulares de los diarios un nuevo incremento de los precios de los cortes de carne. Se suma a incrementos en las expensas, o en las tarifas de los pasajes de larga distancia. Y ni que hablar de lo que se viene, expresado mejor que nunca en la “canasta navideña” que ya se anticipa un 84% más cara que el año pasado. Todas estas son las manifestaciones concretas de una inflación que va a terminar 2021 por encima del 50%.

¿Qué pasa? Por un lado, lo que ya anticipamos. Los grandes monopolios de la producción de bienes de la canasta básica (alimentos, productos de limpieza y tocador), seguros de que no serán sancionados por el gobierno, apelan a todo tipo de trampas para violar los precios máximos: reducir el contenido de los envases, hacer desaparecer el producto bajo precio controlado y reemplazarlo por otro similar, pero a un precio mayor. Y, en el caso del precio de la carne, que misteriosamente quedó afuera de los precios máximos, los abusos son más que evidentes: ya se habían dado incrementos por arriba de la inflación antes de agosto, y ahora se ha dado un nuevo zarpazo. A lo largo de toda la cadena, se echan la culpa unos a otros: productores, mercados concentradores, frigoríficos, negocios minoristas. Pero lo concreto es que todos se llevan su tajada a costa del pueblo trabajador. Lo dijimos una y mil veces: hay que imponer controles y precios máximos, pero luego sancionar efectivamente a los infractores con duras penas. De lo contario, efectivamente, el control de precios “no funciona”.

La contrapartida de todo esto es que los salarios siguen corriendo por detrás a la inflación. En el caso de los trabajadores privados en blanco bajo convenio, los acuerdos de las distintas burocracias sindicales generaron que se terminaran firmando acuerdos a la baja y en cómodas cuotas. En el sector público, la burocracia de ATE, UPCN o la docente de Ctera avalaron el ajuste contra el conjunto de los trabajadores del Estado, nacional, provincial o municipal. A esto tenemos que sumarle la enorme cantidad de trabajadores tercerizados o informales, con ingresos muy inferiores.
Hay que evitar que la carestía se siga comiendo los ingresos de los trabajadores, como ha sucedido ininterrumpidamente los últimos cuatro años. Se necesita para esto un ingreso de emergencia, para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar, ajustado mensualmente por inflación. Además, hay que reabrir inmediatamente todas las paritarias, sin ningún tipo de condicionamiento. Este debe ser el primer paso de cualquier programa de emergencia que empiece a revertir la situación extremadamente grave del pueblo trabajador.