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A 35 años del fallecimiento de Nahuel Moreno / El desafío de construir partidos revolucionarios y la internacional

Escribe Francisco Moreira

El 25 de enero de 1987 falleció Nahuel Moreno, máximo dirigente del trotskismo latinoamericano. Dejó una extensa elaboración teórica y política de enorme actualidad. Izquierda Socialista y la UIT-CI reivindicamos su trayectoria y asumimos uno de sus principales legados: construir partidos revolucionarios y reconstruir la Cuarta Internacional.

En enero de 1987 falleció, a los 62 años, Hugo Miguel Bressano Capacete, más conocido como Nahuel Moreno. A su velorio asistieron varios miles de militantes y enviaron sus condolencias la mayoría de los partidos trotskistas del mundo, Madres de Plaza de Mayo, organizaciones sindicales y estudiantiles, así como importantes referentes de la cultura, como Luis Franco o Eduardo Pavlovsky.

Moreno fue el más destacado dirigente del movimiento trotskista de posguerra en Latinoamérica. Fue maestro de revolucionarios y fundador de una corriente política, el “morenismo”, que orgullosamente integramos y continuamos desarrollando desde Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI).

En sus cuarenta y cinco años de intervención en el trotskismo, Moreno dejó una extensa elaboración teórica y política que goza de enorme actualidad. Sus contribuciones al marxismo fueron variadas, desde incorporar los aportes de la psicología genética hasta la actualización del Programa de Transición al calor de las revoluciones de posguerra.1 Pero uno de sus planteos más importantes, en abierta polémica con el revisionismo en el movimiento trotskista que encabezó el dirigente europeo Ernest Mandel, fue la necesidad de construir partidos revolucionarios ligados a la clase trabajadora, y reconstruir la Cuarta Internacional, el partido mundial de la revolución socialista.

Trotskismo obrero e internacionalista

En 1942, con sólo dieciocho años, Moreno se incorporó a los círculos trotskistas que existían en la ciudad de Buenos Aires. En aquellos años, el trotskismo aún intentaba reorganizarse tras el golpe que había significado el asesinato de León Trotsky a manos de un agente estalinista en 1940. Los núcleos dispersos del trotskismo porteño solían militar poco y realizar largas reuniones de debate en los cafés céntricos.  

Moreno sacó la conclusión de que debía superarse la etapa del trotskismo de los bares y en 1944 fundó, junto a un grupo de jóvenes, el Grupo Obrero Marxista (GOM). El grupo se propuso, siguiendo las enseñanzas de Lenin y Trotsky, sentar las bases para construir un partido revolucionario, empalmando con “el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde éste se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase”.2 Tuvo su bautismo de fuego en enero de 1945, cuando estalló la huelga del frigorífico Anglo-Ciabasa en Avellaneda. El dirigente trotskista del sindicato de la madera, Mateo Fossa, les aconsejó que se pusieran al servicio de la huelga, sin pretender “bajar línea”. El respeto que se ganaron aquellos jóvenes por su compromiso con la huelga les permitió instalarse en Villa Pobladora en Avellaneda y comenzar a dirigir varios sindicatos en la zona. El GOM comenzó a funcionar en un conventillo y el club del barrio, donde realizaban charlas y cursos para los trabajadores, que abordaban temas desde la línea sindical hasta cursos básicos de marxismo y el partido. El grupo se forjó en medio del auge del peronismo, polemizando con los planteos de la conciliación de clases.

En 1948 Moreno viajó a París como delegado al segundo congreso de la Cuarta Internacional, que se estaba reorganizando. En 1951, en el tercer congreso, los dirigentes Michel Pablo y Ernest Mandel comenzaron a imponer una línea de capitulación al estalinismo (Tito en Yugoslavia, Mao en China, entre otros) y a los nacionalismos burgueses de Latinoamérica, Asia y África (Paz Estenssoro, Ben Bella y otros). Moreno alertó que la orientación oportunista de Pablo y Mandel llevaba a una línea revisionista de renunciar a la construcción de partidos revolucionarios y, a la larga, al hundimiento de la Cuarta Internacional. El triunfo de la revolución cubana en 1959 reavivó el debate. Moreno defendió la primera revolución que adoptó medidas de transición al socialismo en Latinoamérica, contra las posiciones sectarias. Pero enfrentó a la corriente mandelista que capitulaba a la dirección de Fidel Castro y el Partido Comunista. La burocracia cubana cedió al estalinismo y, décadas después, restauró el capitalismo.

El hambre, la explotación y la miseria en el mundo capitalista se siguieron profundizando. Las conquistas logradas por heroicas luchas y rebeliones de las masas, fueron una y otra vez dilapidadas por la traición de sus direcciones mayoritarias. Todos estos acontecimientos dieron la razón a Moreno, ratificando la urgente necesidad de unir a los revolucionarios, construir partidos independientes de la clase obrera y reconstruir la Cuarta Internacional para pelear por gobiernos de trabajadores y el socialismo, única solución de fondo para los males que engendra el capitalismo.

La actualidad del morenismo

Los años posteriores a la muerte de Moreno estuvieron atravesados por enormes cambios sociales y políticos. En el siglo XXI continúa el ascenso de las masas, con luchas y rebeliones a lo largo y ancho del planeta, que enfrentan las terribles consecuencias del capitalismo, logrando muchas veces enormes triunfos. Ejemplos actuales de ello son el movimiento internacional en defensa del ambiente y el movimiento de mujeres y disidencias, las movilizaciones en Cuba, las recientes huelgas en Europa, Sudáfrica y Ecuador o la rebelión en Kazajistán.  

Pero el capitalismo decadente aún no ha caído, porque al frente de las luchas y rebeliones surgen direcciones que vuelven a instalar la idea de que existe una salida para las masas en los marcos del capitalismo. Así pasaron y fracasaron experiencias que plantearon un “capitalismo con rostro humano”, “cambiar el mundo sin tomar el poder”, o el falso “socialismo del siglo XXI” en Venezuela con Chávez y Maduro, mientras la dictadura capitalista china se sigue diciendo “socialista”.  

Frente a estas direcciones, que preparan nuevas frustraciones para las masas, cobran enorme actualidad las enseñanzas de Moreno. Izquierda Socialista impulsa la construcción de un partido revolucionario enraizado en la clase trabajadora y sus luchas cotidianas, que impulse la lucha contra el gobierno peronista, el macrismo y todas las variantes patronales, los burócratas cómplices y traidores.  Asumimos la pelea por unir a los revolucionarios, siendo impulsores del Frente de Izquierda desde su nacimiento en 2011. La UIT-CI hace un llamado permanente a unir a los revolucionarios con un programa revolucionario en el camino de reconstrucción de la Cuarta Internacional. Seguimos convencidos, como Moreno, de que la salida de fondo para las masas sólo será posible con nuevos dirigentes, con partidos revolucionarios que encabecen la toma del poder por los trabajadores, para expropiar a la burguesía y al imperialismo y luchar por el socialismo en todo el mundo.3


1. Para conocer la obra de Nahuel Moreno visitar www.nahuelmoreno.org
2. Nahuel Moreno. “El Partido” en Problemas de Organización. CEHUS, Buenos Aires, 2017.
3. Para conocer la vida de Nahuel Moreno ver el documental “Nahuel Moreno: una vida, infinitas luchas” en www.youtube.com/izquierdasocialista