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Sri Lanka: una nueva rebelión popular contra los planes de ajuste

Escribe Guido Poletti

Sri Lanka se suma a la lista de países donde estallan rebeliones populares como repudio a los planes de ajuste. En esta isla, ubicada al sudeste de la India, el gobierno de Gotabaya Rajapaksa venía hambreando al pueblo para cumplir con los vencimientos de una deuda externa de 54.000 millones de dólares (el 102% de su PBI). Una combinación de deudas con China, India, Japón y el Banco Mundial, llevó al país a su peor crisis económica desde la independencia de 1948. Se llegó al extremo de que el país ya no tenía cómo pagar sus importaciones de combustibles, alimentos y medicinas.
El pasado 28 de abril estalló la huelga general, acompañada de gigantescas manifestaciones que llevaron a la renuncia del primer ministro Mahinda Rajapaksa, hermano del presidente. Ello sucedió luego de que una enorme movilización llegara a copar la residencia presidencial en la Capital, Colombo, donde se habían refugiado el hasta entonces primer ministro y su familia, que terminaron siendo prácticamente “rescatados” por un operativo militar.

Sin embargo, la movilización continúa, exigiendo la renuncia del propio presidente, cabeza del clan de gobierno, la familia Rajapaksa, símbolo de la corrupción, los negocios capitalistas de la isla y la entrega a las transnacionales extranjeras, principalmente chinas.

El gobierno desplegó decenas de miles de tropas y las autorizó a disparar sin previo aviso, tras declarar el toque de queda. Incluso envió matones que atacaron a los manifestantes, asesinando a ocho de ellos. Pero, hasta ahora, las movilizaciones multitudinarias continúan. “No nos vamos”, es la consigna que se escucha en las calles.

Sri Lanka, una pieza fundamental en la expansión imperialista china, donde el gobierno de Xi Jinping tiene inversiones por 10.000 millones de dólares y es una de las principales estaciones de la llamada “Ruta de la Seda”, está sacudida por esta enorme rebelión popular. Esto ha obligado al gobierno a tener que declarar la suspensión del pago de la deuda y a aceptar la dimisión del primer ministro. Ahora tambalea toda la estructura del gobierno y el régimen político. Esta isla del océano Índico se acaba de transformar en un nuevo ejemplo de cómo la implementación de feroces planes de ajuste para cumplir con los pagos a los acreedores terminan en insurrecciones que tiran o ponen en crisis extremas a los gobiernos.