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¡Vamos con el FIT Unidad!


Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad

Termina 2022 marcado por el tercer año de gobierno peronista del Frente de Todos, con índices sociales alarmantes, saqueo y entrega al FMI. Un año en el que, además del atentado contra la vicepresidenta, se dieron los triunfos en las huelgas del Sutna y los residentes de Salud por salario, a pesar de la traición de la CGT y las CTA. Para lo que resta del año y en vistas al 2023, Izquierda Socialista llama a redoblar los esfuerzos para postular al Frente de Izquierda Unidad, en las luchas y en las futuras elecciones, como parte de la pelea estratégica por lograr un gobierno de las y los trabajadores y de la izquierda y una Argentina socialista, contra este sistema capitalista que defienden tanto el peronismo, como Juntos por el Cambio y Milei. Levantamos desde ahora la fórmula presidencial unitaria Bregman-Solano para no ir divididos a las PASO.

Este 10 de diciembre se cumplieron tres años de gobierno peronista del Frente de Todos y treinta y nueve años de lo que se denomina “la recuperación de la  democracia”. El año que viene será fecha redonda, cuarenta años desde aquel 1983 en que se votó por primera vez tras la sangrienta dictadura militar. Es un buen disparador para mirar cómo está hoy la Argentina y el pueblo trabajador.

Hay un mensaje común entre los políticos patronales. Dicen que en estos años se lograron avances pero que sigue habiendo muchas “deudas de la democracia”. Una democracia, como se ve, al servicio de los ricos y grandes capitalistas.

Empecemos por señalar que la caída de la dictadura y la conquista de las libertades democráticas se dieron por la lucha de la clase trabajadora y sectores populares, no por Alfonsín ni el peronismo. A casi cuatro décadas de ello, solo se puede observar más pobreza e indigencia, marginalidad social y dependencia con el FMI.

¿Cómo puede ser que a un país rico lo hayan dejado ante semejante desastre y postración? Esto ocurrió por culpa de todos los gobiernos, sean radicales, peronistas con sus distintas alas, el macrismo, los denominados de centroizquierda, centroderecha o nacionales y populares. Eufemismos que tratan de diferenciarlos y no unirlos por lo esencial, nada más y nada menos que por gobernar manteniendo los pilares de este sistema capitalista generador de más ajuste, saqueo y destrucción ambiental, obligando a  millones a vivir con ingresos miserables ante una inflación del 100%.

Con el ejemplo del Sutna y los residentes

El hambre y el robo salarial fruto de las actuales políticas incentivan las luchas. Muchas de ellas han triunfado, generando un gran aliciente. Hace semanas las y los residentes de CABA, con una verdadera “marea blanca” de autoconvocados rebelados, lograron un gran triunfo salarial. Esta lucha sigue en el Garrahan, el Posadas y otros sectores. Personal de salud a quienes tanto Alberto Fernández y Larreta los consideraban imprescindibles y esenciales en la pandemia, ahora son descartables, víctimas de salarios miserables y pluriempleo explotador.

Este año también se dio la heroica lucha de los trabajadores del neumático nucleados en el Sutna, que con una tremenda fuerza desde abajo y una conducción combativa derrotaron a las políticas de las patronales, el gobierno y la burocracia sindical, logrando un gran triunfo y avance salarial. Esto demuestra que las luchas se pueden ganar, augurando como perspectiva para el año que viene que la pelea por el salario y contra la brutal inflación será una constante, más allá del rol traidor de las conducciones sindicales burocráticas. El triunfo del sindicalismo combativo y unitario en el gremio Ademys, y la amplia campaña de solidaridad contra el desafuero de su dirigente Jorge Adaro, demuestran que hay que seguir fortaleciéndolo para coordinar las luchas y fundamentalmente para dar pasos en una nueva dirección combativa y democrática para el movimiento obrero.
 
Indigencia para millones, grandes ganancias para una minoría

El informe conocido la semana pasada por parte del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) arrojó datos escalofriantes. La pobreza ascendió al 43% y la indigencia al 8%, porcentajes que si se les descontara la asistencia social llegarían al 50% y al 20% respectivamente.

Lo inédito es que el registro devela que los nuevos pobres no son solo quienes no tienen nada, sino las y los trabajadores formales, de sectores populares y medios. Los ocupados pobres crecieron al doble desde 2017. Estas cifras son más alarmantes cuando se mide el impacto sobre las mujeres, niñas y niños. Otro tanto pasa con las y los jubilados, sumergidos en una mínima de 50.000 pesos, por debajo de la canasta de indigencia que está en 62.000 pesos.

La canasta de pobreza alcanzó los 139.000 pesos y según los cálculos de ATE Indec se necesitan 217.000 pesos como piso mínimo para que una familia tipo pueda acceder a lo esencial. Ante ello el gobierno profundiza el ajuste, con la baja de 20.000 planes Potenciar Trabajo, y la reducción de las partidas en Salud, Educación, Discapacidad y Vivienda, entre otras, plasmadas en el Presupuesto 2023 votado por el peronismo y Juntos por el Cambio.

Por otro lado, lo que creció en estos años del gobierno peronista del Frente de Todos fue la regresión en la distribución del ingreso, donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. Esto no es casual. Se debae a que el gobierno, mientras vende que los males son por la pandemia y la guerra en Ucrania, deja en la impunidad a los formadores de precios para que los aumenten sideralmente; decreta el dólar soja a 230 pesos para los oligarcas del campo, pooles de siembra y multinacionales agroexportadoras; fija retenciones cero para las automotrices extranjeras; otorga más beneficios para las petroleras, megamineras y saqueadoras del litio; incentiva con un blanqueo a los que se fugaron millonadas al exterior; y pagó más de 12.000 millones de dólares de deuda externa a los usureros internacionales, mientras se vienen vencimientos superiores en monto desde el 2024 en adelante. Esta es la pura realidad.

La renuncia de Cristina a ser candidata provoca más crisis en el gobierno y el peronismo

Día tras día se sigue expresando la enorme crisis política del gobierno y del conjunto del peronismo. La condena a Cristina por enormes hechos de corrupción bajo su anterior gobierno ha provocado un tembladeral en sus filas. Si bien era una condena esperada, llevó a que Cristina renunciara a ser candidata, y a que se puedan reabrir otras causas que involucran a Máximo Kirchner.

“No voy a estar en ninguna boleta electoral”, dijo. Cristina graficó que sería un karma para ella y el peronismo ir a una campaña electoral en esas condiciones. Era la noticia que no hubiera querido recibir Axel Kicillof, quien se jugaba a no perder la estratégica provincia de Buenos Aires prendido a Cristina candidata. Tampoco el burócrata kirchnerista Roberto Baradel, de quien en el reciente congreso de Suteba lo único que se escuchó fueron arengas para su tropa por “Cristina 2023”.

Si bien puede haber un operativo clamor para revertir la decisión (Larroque y La Cámpora dicen que es definitiva), el desconcierto y desazón de sus seguidores ya está. Ante un Alberto Fernández que ha quedado en modo decorativo y un Massa echado a su suerte aplicando un brutal ajuste, diciéndole a su familia que aceptar ser ministro sería su último acto en la vida pública, quien quedaba era Cristina. ¿Y ahora? ¿Alguien puede creer que los nombres que se barajan en la sucesión como Wado De Pedro, Manzur y Capitanich van a generar pasión y entusiasmo?

El trasfondo de la decisión de Cristina hay que buscarlo en la crisis profunda del gobierno y del peronismo, perdiendo por todos lados. El año que viene seguirá el mayor ajuste, y las encuestas le daban que si bien tiene un 25% de núcleo duro, su imagen negativa llega a casi el 70%, lo que llevaría a que pierda en una segunda vuelta. Millones la ven preocupada solo por sus causas judiciales, no por la inflación o los bajos salarios, de lo cual no habla tras su claro apoyo a Massa y su alineamiento más decidido a Estados Unidos, como lo prueba su entrevista con el embajador norteamericano.
Su frase “me quieren muerta o presa”, o que la quieren proscribir porque no la bancan los poderosos, es la muletilla que vienen esgrimiendo desde el gobierno para salvar a un peronismo que lejos de ser una amenaza para los grupos concentrados, solo puede exhibir más ajuste, inflación y dependencia con el FMI.
 
La salida es la izquierda

El gobierno y la oposición patronal de Juntos por el Cambio hacen todo mirando las elecciones del año que viene. Se pelean por el manejo de los jueces (hubo una sesión escandalosa en Diputados) pero coinciden en el ajuste y el sometimiento al FMI.

Si el peronismo está en crisis, ni hablemos de Juntos por el Cambio. Están en una crisis brutal, tanto PRO como la UCR. Pidieron que se mantengan las PASO para evitar rupturas internas y canalizar por esa vía sus peleas salvajes con varias candidaturas presidenciales, mientras Macri sigue en Qatar a fuerza de papelonazos tipo “Alemania es peligrosa porque representa la raza superior”.

Larreta, para oxigenarse, se fue a Estados Unidos para mostrarse como presidenciable. Patricia Bullrich, su contrincante, también viaja en estos días a ese país donde disertará sobre “corrupción y narcos”, mientras en el imperialismo yanqui donde nunca se condena a ningún capo de la droga y es el principal paraíso fiscal del mundo.

Milei, por su parte, viene creciendo con un peligroso discurso de ultraderecha, postulando sus políticas fundamentalistas de capitalismo salvaje, anti obreras y represivas. Reivindica al gobierno entregador de Carlos Menem y al Cavallo ajustador que estuvo con la dictadura, el peronismo y el radical De la Rúa. Milei siempre deja claro que podría ir a las elecciones en un pacto con la ajustadora y represora Patricia Bullrich. Por eso cuando las encuestas dan un gran porcentaje de electores que dicen que quieren “algo nuevo”, les decimos que todos ellos ya gobernaron y que lo único distinto es el FIT Unidad.

Decimos categóricamente que la salida es la izquierda. Lo único distinto y necesario para el pueblo trabajador es la unidad de la izquierda conquistada con el Frente de Izquierda Unidad, que nunca gobernó y viene enfrentando a todos los gobiernos capitalistas desde su conformación en 2011.

A las y los luchadores y a la extendida vanguardia sindical, del movimiento de mujeres y disidencias, de la lucha ambiental y juvenil, les decimos que den el paso de abandonar a los viejos partidos y políticos capitalistas y se decidan por fortalecer al FIT Unidad, en las luchas y para las elecciones.

El Frente de Izquierda viene creciendo en estos años con sus propuestas de fondo, acompañando los reclamos obreros y populares, siendo parte del sindicalismo combativo y denunciando a todos los políticos del sistema. Esta coherencia y trayectoria que llevó a que hiciera una gran elección el año pasado, logrando la mayor cantidad de bancas al Congreso Nacional, bancas en las legislaturas e incluso concejales en el conurbano donde se decía que nunca lo iba a lograr. Lamentablemente el FIT Unidad no se siguió postulando en los últimos meses por culpa de las políticas auto proclamatorias del PO y el PTS, las cuales venimos combatiendo y llamando a cambiar.

El FIT Unidad no puede ir dividido el año que viene a las PASO. Por eso desde Izquierda Socialista estamos proponiendo una fórmula única presidencial, con Bregman-Solano, para ir unidos con toda nuestra militancia frentista a dar la pelea electoral con una política unitaria contra los candidatos patronales. Se deben respetar los acuerdos y equilibrios entre las distintas fuerzas que conformamos el Frente, en base a los resultados de las últimas elecciones, manteniendo la rotación de las bancas. Para ello ponemos a disposición a nuestras figuras y candidaturas (ver "Ponemos a disposición nuestras principales candidaturas").

Apoyar las luchas y al sindicalismo combativo, y batallar por una salida de fondo postulando en los reclamos cotidianos y en las elecciones al FIT Unidad, es la mejor forma de sortear positivamente los próximos desafíos.