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Reunión de la Celac ¿Para qué sirvió?

Escribe Guido Poletti

La semana pasada, del 23 al 25 de enero, se realizó en Buenos Aires la cumbre de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). La Celac es un ámbito regional que, a diferencia de la OEA (Organización de los Estados Americanos) excluye a Estados Unidos y Canadá e incluye a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Por eso desde el gobierno del Frente de Todos se ha insistido discursivamente que este foro es la principal herramienta para la “unidad latinoamericana”, y para ganar independencia ante los Estados Unidos. Del mismo modo, se lo mostró como el escenario del “gran retorno” de Brasil a ese espacio, con la llegada de Lula al gobierno.

Muy lejos estuvo la cumbre de la Celac de ser un foro que atienda los reales problemas de los pueblos de Latinoamérica. Empezando por el tema más candente: la declaración final no se pronunció contra la represión salvaje de Boluarte en Perú. Más aún, hubo un representante de la cuestionada presidenta en la mismísima Cumbre. Brasil, con el presidente Lula, la “estrella” del evento, directamente reconoció al gobierno de Boluarte, diciendo que su ascenso al poder había sido legítimo. Alberto Fernández tampoco se pronunció en la Cumbre. Por supuesto, como era de esperar, tampoco hubo ningún tipo de crítica a las dictaduras de Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua o del gobierno cubano, que en estos mismos días está decretando condenas de años de prisión a los participantes de las marchas de protesta del año pasado.

Brasil, Argentina y la moneda común

El gobierno del Frente de Todos trató también de vender la Cumbre como el gran momento para avanzar en un nuevo proceso de integración con Brasil, que nos “salvaría” en el futuro próximo. Más allá de algunos negocios a la medida de las transnacionales de ambos países (como la construcción de un gasoducto para que lo producido en Vaca Muerta pueda llegar al Brasil), de lo que más se habló fue de una supuesta “moneda común” entre los dos países. En realidad se trató de una auténtica cortina de humo, como muchos funcionarios y economistas se encargaron de desechar poco después. No es muy distinto a aquello que se anunciaba más de una década atrás, cuando Néstor Kirchner, Lula y Chávez hablaban de “un oleoducto de Caracas a Buenos Aires” o del lanzamiento de un “Banco del Sur”, todos proyectos que nunca pasaron de la retórica.
Es que de lo que nunca se habló, ni se hablará en estos foros, es de lo que de verdad se necesita: una auténtica unidad antiimperialista latinoamericana, que comience por suspender los pagos de la deuda de la región, conformando un club de deudores, estatizando los recursos hoy en manos de las transnacionales y potenciando todas esas riquezas para resolver el drama de los pueblos de Latinoamérica, la región con la desigualdad más alta del mundo.

El resto de lo que dejó la Cumbre

La Celac tuvo también su propio capítulo “criollo”. Evo Morales se hizo presente para llevar adelante la Cumbre de los Pueblos, pretendiendo representar a una corriente más “progresista” que la media del continente. La vicepresidenta Cristina Fernández buscó competirle a Alberto intentando recibir a los miembros de la reunión en su propio despacho del Senado, pero sufriendo el desplante del propio Lula. Finalmente, se dio el encuentro entre organismos de derechos humanos, el presidente Alberto Fernández y Lula, donde se dejó afuera al ministro kirchnerista Wado de Pedro, con el escándalo consiguiente.

En síntesis, una Cumbre deslucida, que dejó poco incluso para el aprovechamiento político del gobierno. Pero, por sobre todo, nada de nada para los pueblos de la región