Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)

La comunidad mapuche del Lof Cayunao se encuentra resistiendo el avance del alambrado que quieren instalar representantes de la monarquía qatarí en las nacientes del Río Chubut. ¿Qué nos muestra este conflicto de la realidad patagónica?

La apropiación masiva de tierras por parte de multimillonarios de diversas nacionalidades es una realidad que atraviesa toda la Argentina, con particular énfasis en el sur del país. Según el Registro Nacional de Tierras Rurales, 1.250 terratenientes (el 0,1% del total de propietarios de todas las categorías) tienen en su poder el 35% del territorio nacional (unas 62 millones de hectáreas). En la Patagonia, más de quinientos establecimientos agropecuarios de más de 20.000 hectáreas dan cuenta de un poder concentrado que debería complementarse con los latifundios destinados a otras formas de acumulación (inmobiliaria, minera, o simple acaparamiento y ocio), pero delimitar dicho registro resulta inviable dada la falta de información pública al respecto.

Según el mencionado registro rural, si bien es en el norte del país donde la extranjerización tiene más peso (en torno al 10% cuando el promedio nacional ronda el 5%), provincias como Chubut llegan al 8%, y localidades como Lacar (Neuquén) a un 54%, Magallanes (Santa Cruz), un 25,7%, y Cushamen (Chubut), zona donde perdió la vida Santiago Maldonado, un 22,9% (datos Tiempo Argentino 12/02/22). Es en ese contexto que se inscribe el enclave de 14.000 hectáreas que posee el magnate inglés Joe Lewis, con sus patotas que recientemente agredieron la movilización que exigía el paso libre al lago que diversos fallos provinciales dictaminaron, pero que el gobierno de Arabela Carreras se niega a garantizar.

El listado de los principales dueños de la Patagonia lo encabezan: Grupo Benetton (italiano) con 900 mil hectáreas; Walbrook (inglés) con 600 mil; y en tercer lugar, Lázaro Báez, quien entre 2008 y 2015 llegó a hacerse poseedor de 470 mil. Cuando veamos la preocupación que muestran sectores del peronismo kirchnerista con el loteo a gran escala del sur argentino, sepamos que está bastante floja de papeles. En el listado irán apareciendo también capitales chinos, europeos, yanquis, y los más recientes representantes de la monarquía qatarí.

El lucro versus el derecho a la tierra y el agua

Por estas horas, la familia del Lof Cuyanao, subiendo 15 kilómetros a pie por duros caminos de montaña, está resistiendo cuerpo a cuerpo ante el avance del alambrado que empleados de la monarquía qatarí están buscando instalar para apropiarse de la naciente de ríos como el Chubut, del cual depende el acceso al agua de miles y miles en la región. Pareciera que el único freno a la voracidad de éstos capitales es la pelea de las comunidades que históricamente defienden los territorios.

La realidad es que las leyes vigentes, como la Ley de la Tierra (26.737), dejan abiertos flancos de todo tipo para la extranjerización de la tierra, como los agujeros negros de las sociedades anónimas, o incluso propietarios latifundistas con domicilio en “paraísos fiscales”. A su vez, como vimos con los chats del ministro de seguridad porteño Marcelo D’Alessandro, organizando “retiros espirituales” de conspiración en Lago Escondido, la connivencia de los magnates con el poder judicial es total; y las fuerzas de seguridad locales son una continuidad de los brazos armados paraestatales de los Lewis, Benetton y compañía.

En un país donde el 40% de la población no posee un pedazo de tierra o techo donde vivir; en un mundo que va entiendo como estratégicos los bienes comunes, e incluso va a la guerra por ellos; en territorios constituídos en base al genocidio de pueblos originarios que hoy son nuevamente agraviados, en los que al día de hoy están impunes crímenes como los que costaron la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, y con presas políticas como las hermanas mapuche; la Patagonia argentina no puede seguir siendo rematada al mejor postor.

Es necesario rodear de solidaridad la lucha de Lof Cuyanao, y fortalecer la pelea por terminar con el poder latifundista (autóctono y extranjero) en nuestro país. Se impone pelear por una reforma agraria y la cesión masiva de estas tierras que fueron apropiadas ilegalmente por multimillonarios, para ponerlas al servicio del derecho a la tierra, a la vivienda, la alimentación y el ocio del pueblo argentino.