Jun 15, 2025 Last Updated 5:21 PM, Jun 13, 2025

Hace 120 años sucedía / La sublevación del acorazado Potemkin

Escribe Francisco Moreira

El 14 de junio de 1905, los marineros del buque Potemkin de la Armada Imperial rusa se rebelaron contra sus oficiales. Se sumaron así a la corriente revolucionaria que sacudía al imperio de los zares. La sublevación del Potemkin y la primera revolución rusa fueron derrotadas, pero representaron el ensayo general para la victoria de la Revolución de Octubre en 1917. 

“¡Contramaestre: llame a la guardia y traiga una lona!”, ordenó Eugene Golikov, el capitán del acorazado Príncipe Potemkin, el buque más poderoso de la Armada Imperial rusa en el Mar Negro. Transportaba a 700 marineros y estaba equipado con el armamento más moderno de la época, capaz de lanzar hasta 50 toneladas de explosivos sobre sus objetivos. De inmediato, los marineros comprendieron el mensaje: la práctica naval establecía que, para terminar con un intento de sublevación, debía colocarse una lona sobre los amotinados antes de fusilarlos. 

El conflicto había comenzado pocas horas antes, por las malas condiciones de la cocina y la carne podrida que recibían los marineros. Cuando la lona subió a cubierta, el capitán volvió a ordenar que comieran la carne que les habían servido. Ninguno lo hizo. Entonces, los oficiales comenzaron a seleccionar marineros al azar para taparlos con la lona. Fue en ese momento cuando el contramaestre de torpedos, Atanasio Matushenko (militante del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso -POSDR-), se abrió paso entre los marineros y reclamó al pelotón de fusilamiento: “¡No disparen a sus propios camaradas!”. Su voz corrió como reguero de pólvora, y los marineros se enfrentaron a la oficialidad con sus propios rifles. En el entrevero cayó muerto el marinero Gregory Vakulinchuk. El capitán Filip Golikov y varios oficiales fueron arrestados por la tripulación. El 14 de junio (de acuerdo con el calendario juliano utilizado entonces en Rusia) había comenzado el motín del acorazado Potemkin. 

La revolución rusa de 1905

La sublevación de los marineros no fue un hecho aislado. En 1905 en el inmenso imperio de los zares estalló la revolución provocada por los sufrimientos que imponía al pueblo la dictadura de la familia Romanov, agravados por la guerra entre Rusia y Japón, iniciada un año antes.
El 9 de enero de 1905 tuvo lugar el “Domingo Sangriento”. Una enorme manifestación de obreros con sus familias, encabezada por el cura Georgy Gapón, se dirigía pacíficamente desde distintos barrios obreros hacia el Palacio de Invierno, residencia de la monarquía en San Petersburgo, portando retratos del zar Nicolás II, a quien rogaban “justicia y protección”. Pedían amnistía, libertades públicas, separación de la Iglesia y el Estado, la jornada de ocho horas, aumento de salarios, cesión progresiva de la tierra al pueblo y, fundamentalmente, una Asamblea Constituyente elegida por sufragio universal.
 
La movilización había sido precedida por la huelga en una de las más grandes fábricas metalúrgicas (Putilov) y 140 mil huelguistas en San Petersburgo. Sin embargo, el Zar no tuvo ninguna contemplación y ordenó masacrar a los manifestantes. Hubo centenares de muertos y miles de heridos. Como respuesta, una oleada de huelgas sacudió al imperio. En 122 ciudades y localidades, varias minas del Donetz y diez compañías ferroviarias, hubo huelgas durante dos meses. En marzo comenzó el movimiento de los campesinos.

En junio se iniciaron los levantamientos en la marina y el ejército, agotados por el esfuerzo de guerra en el Pacífico. El motín del acorazado Potemkin fue una expresión de la desmoralización general que dominaba a las fuerzas armadas. Evidenció el rechazo creciente al abusivo régimen de los cuarteles que sufrían marineros y soldados a manos de oficiales de origen noble, promovido por un incipiente trabajo de propaganda socialista revolucionaria del POSDR.

Cuando la tripulación amotinada encerró a la mayoría de los oficiales, decidió fusilar al capitán Golikov y ancló en el puerto de Odessa (Ucrania) el mismo 14 de junio ondeando la bandera roja fue recibida con gran algarabía por la población. Es que por aquellos días la ciudad de Odessa también se había sumado a la corriente revolucionaria. Sus trabajadoras y trabajadores habían declarado la huelga general y venían protagonizando feroces enfrentamientos callejeros con las autoridades. 

El funeral de Vakulinchuk dos días después se convirtió en una manifestación que las autoridades reprimieron a sangre y fuego. En la refriega decenas de personas fueron asesinadas. El hecho quedó inmortalizado en la escena de la escalinata de Odessa en la película El acorazado Potemkin (1925) de Serguéi Eisenstein.1 Como represalia, el acorazado disparó dos proyectiles contra el teatro en el que iban a celebrar una reunión militares zaristas. Los barcos de los escuadrones navales enviados por el gobierno para forzar la rendición del Potemkin se negaron a abrir fuego.
 
El final del motín y la primera revolución rusa

 En los primeros días de julio los sublevados lograron zarpar bajo la persecución de dos nuevos escuadrones que tenían la orden de obligarlos a rendirse o hundir el acorazado. El 7 de julio, tras varios intentos de evasión, Matushenko y los amotinados llegaron al puerto de Constanza (Rumania) donde se rindieron.

 Sin embargo el espíritu de rebelión aún no había muerto. La revolución continuó durante los meses siguientes. En octubre, al calor de una nueva huelga general, surgieron soviets (consejos democráticos) de obreros, campesinos y soldados, primero en San Petersburgo y luego en Moscú y otras ciudades. León Trotsky, destacado dirigente del POSDR, fue su principal animador, llegando a ser elegido presidente del soviet de San Petersburgo.

 En la obra en la que balanceó la experiencia de la revolución de 1905, Trotsky señalaría que “el 14 de junio, con la revuelta del Potemkin, la revolución demostraba que podía transformarse en una fuerza material; con la huelga de octubre probó que era capaz de desorganizar al enemigo, de paralizar su voluntad y reducirlo al último grado de humillación. Por último, organizando por todas partes soviets obreros, la revolución dejaba bien claro que sabía constituir un poder”.2

 Pero el pico revolucionario final se produjo a finales de año. El 3 de diciembre fueron detenidos Trotsky y demás dirigentes del soviet de San Petersburgo. Del 9 al 17 se produjo la insurrección de Moscú. Miles de obreros armados desafiaron al gobierno. No actuó la guarnición local y solo los doblegaron con un regimiento de élite de San Petersburgo. Así la revolución comenzó a declinar.

 Vladimir Lenin, uno de los principales dirigentes del POSDR, diría que el proceso revolucionario de 1905, incluyendo el motín de marineros del Potemkin, fue un “ensayo general” de la revolución y una lección histórica sobre cómo conducir la lucha por el poder político para el partido revolucionario.3 Doce años después, luego de un período de reacción y en medio de los sufrimientos de la Primera Guerra Mundial, finalmente en febrero de 1917, otra insurrección, esta vez triunfante, acabó con el zarismo. Y a los pocos meses triunfó el primer gobierno obrero y campesino de la historia, encabezado por los soviets de obreros, campesinos y soldados, y el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky.
 

1. “El acorazado Potemkin” (1925) de S. Eisenstein. La versión original de la película, antes de la censura realizada por la burocracia de José Stalin, comenzaba con la frase de Trotsky: “El espíritu de la revolución planeó sobre la revolución rusa. Un misterioso proceso estaba ocurriendo en multitud de corazones. La personalidad individual, sin apenas tiempo de tomar conciencia de sí misma, se disuelve en el grupo y éste se disuelve en el movimiento revolucionario”. Disponible en Youtube.
2. León Trotsky. “1905. Resultados y perspectivas”. Ruedo Ibérico, París, 1971. Disponible en www.marxists.org
3.  V. Lenin. “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo” (1920) Editorial Anteo, Buenos Aires, 1973. Disponible en www.marxists.org

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