Escribe Mercedes Trimarchi
El pasado jueves 28 se realizó la tercera marcha nacional contra los travesticidios y los transfemicidios, en varias ciudades del país se hicieron concentraciones, radios abiertas y marchas. En Buenos Aires, la jornada reunió a miles de personas que luego de concentrarse en Plaza de Mayo, marcharon hacia el Congreso en el que se leyó el documento de cierre, consensuado entre distintas organizaciones que convocaron. Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda adherimos a la convocatoria y marchamos exigiendo el fin de los crímenes de odio y por el cupo laboral trans.
A una semana del fallo histórico que significó la condena a cadena perpetua de Gabriel Marino, asesino de Diana Sacayán, quienes participamos en la movilización exigimos justicia también para las 42 travestis y trans que fueron asesinadas en lo que va del año. El fin de los crímenes de odio, de la persecución policial, el acceso al trabajo, la efectiva implementación del cupo laboral trans, el respeto a la ley de identidad de género, la entrega de medicación a quienes viven con VIH-SIDA, son algunos de los reclamos al gobierno que desde la comunidad travesti trans se vienen haciendo y que fueron las principales exigencias de la convocatoria.
A su vez, en el palco se recordó a Lohana Berkins, histórica referente de la comunidad, así como también a otras reconocidas activistas como Diana Sacayán, Pía Baudracco y Maite Amaya que pelearon hasta su último día de vida contra la discriminación y por los derechos de las personas travestis y trans. Recordemos que la expectativa de vida en la actualidad de las travestis es de 35 años y las persecuciones policiales y maltratos son moneda corriente para el colectivo. Por eso, debemos seguir en las calles exigiendo el derecho a una vida sin violencias.
Escribe Mercedes Trimarchi
El #8A permitió visibilizar el rol de la reaccionaria y ultraconservadora Cámara de Senadores, que negó el derecho al aborto, desoyendo a las millones de personas que nos movilizamos en Buenos Aires, las provincias y decenas de países del mundo. Los partidos PRO, la UCR, el PJ y el FpV privilegiaron su acuerdo con la Iglesia Católica y votaron en contra.
Ante esto, algunos sectores de los partidos patronales plantean la “realización de una consulta popular” por el aborto legal a lo que, lamentablemente, se sumó un sector de la izquierda como el PO (Prensa Obrera, 16/08/2018). Este debate no es nuevo, ya en marzo cuando con la movilización logramos que se abriera la discusión en el Congreso, también se planteó esta propuesta. En aquel momento, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto elaboró correctamente una declaración en la que argumentaba por qué era un error plantear la consulta popular ya que nuestros derechos no pueden plebiscitarse.
Esto es así porque estamos hablando de un derecho humano, a la salud de las mujeres y a decidir sobre el propio cuerpo. Derecho que hoy está siendo vulnerado en nuestro país. En segundo lugar, porque el aborto se practica de manera clandestina en condiciones de peligro. Y en tercer lugar, porque la sociedad ya se posicionó en las calles masivamente por este derecho.
Insistir con una consulta popular o plebiscito es depositar expectativas sobre los mecanismos de este régimen antidemocrático. Desde el inicio del debate sostuvimos que no podíamos confiar en el Parlamento y sus partidos patronales porque responden a los intereses de la Iglesia Católica y los sectores más reaccionarios de la sociedad. No podemos poner expectativas en las instituciones de este régimen que han demostrado con creces estar en contra de los derechos de las mujeres. Ir a una campaña por una consulta popular con los medios de comunicación, la Iglesia Católica y los partidos patronales en contra, es una trampa para el movimiento de mujeres.
Creemos que nuestra tarea es seguir peleando para que el aborto #SeaLey apostando a la movilización permanente. Sigamos tomando las calles impulsando una gran jornada global el 28 de septiembre en el marco del Día Internacional por el Derecho al Aborto en Argentina y todo el mundo.
Escribe Mercedes Trimarchi
Luego del debate parlamentario de estos meses, las movilizaciones masivas por el derecho al aborto, y con el resultado negativo en el Senado, muchas personas sacaron la conclusión de que la Iglesia tiene demasiada injerencia en los asuntos públicos. Por eso, en estos días empezaron a verse junto a los pañuelos verdes, los pañuelos naranjas con la consigna de la separación de la Iglesia del Estado.
En primer lugar, hay que reforzar la idea de que las creencias religiosas son privadas e individuales y que quienes toman decisiones políticas y públicas como los legisladores, no deben hacerlo en función de esas creencias. En el caso del derecho al aborto se vio con claridad que todos los partidos patronales votaron con la Iglesia a favor del aborto clandestino, negándoles a las mujeres el derecho a la salud y a decidir sobre su propio cuerpo.
Por otro lado, hay que dejar de beneficiar económicamente a las iglesias. Por ejemplo, este año el propio jefe de gabinete, Marcos Peña, fue quien confirmó que 130 millones de pesos del presupuesto son destinados para los sueldos de los obispos. Y eso está avalado por las leyes que vienen de la dictadura militar y que ninguno de los gobiernos que vinieron después las anuló. A eso hay que agregarle los subsidios que recibe la Iglesia para las escuelas confesionales y las exenciones impositivas. Este tipo de beneficios no son solamente para la Iglesia Católica sino también para las evangélicas y otros cultos.
La Iglesia Católica no solo hizo lobby ahora contra el derecho al aborto sino que históricamente es una institución ultraconservadora que se opuso a toda ley que se proponía ampliar algún derecho. Por ejemplo, así fue con la ley del divorcio en la década del ´80. Si bien el debate comenzó en 1984, la sanción definitiva fue en junio de 1987, cuando se logró derrotar la campaña “en defensa de la familia” que hizo la Iglesia durante años. En aquel entonces también se opuso a la patria potestad compartida. Con la ley de educación sexual integral (ESI) de 2006 ocurrió algo similar, la Iglesia hizo una gran campaña en contra y actualmente no la cumple en sus establecimientos. En 2010 se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario y nuevamente la Iglesia salió a la carga con consignas como “familia hay una sola” y se movilizó para que no se aprobara.
Esta iglesia que se opuso históricamente a los derechos de las mujeres, al igual que lo hace hoy, es una institución reaccionaria, que hasta fue cómplice de la dictadura militar que bendijo las armas con las que se torturaba y los vuelos de la muerte. A esto se suman los casos de pedofilia que fueron silenciados y encubiertos por la cúpula eclesiástica y que recientemente el papa Francisco reconoció en una carta. Por este prontuario es que miles y miles de fieles deciden desvincularse y realizar una apostasía colectiva y exigen que se deje de subsidiar a la iglesia. Por eso se popularizó en estos días una canción que dice “Iglesia y Estado, asuntos separados”
En la tradicional ronda de los jueves, la referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora dijo que estaba muy triste porque ella era católica pero iba a apostatar. Lo hace porque rechaza a la Iglesia Católica y su posición de meterse en la vida de las mujeres oponiéndose a que decidan sobre su cuerpo.
Lo de Nora es sintomático. Es el sentimiento que miles y miles de personas sintieron luego de la votación en el Senado y luego de ver la campaña que la Iglesia hizo durante estos meses para que no salga el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Con mentiras de todo tipo, con amenazas y sobre todo con mucha hipocresía, avalando al aborto clandestino.
Apostatar es renunciar a una religión, y en el caso de la Iglesia Católica es pedir que una persona que fue bautizada, sea borrada de los registros en los que figura. Si bien la apostasía es un trámite individual, en estos días cobró fuerza hacerlo colectivamente, por eso grupos enteros llevan juntos las cartas al episcopado o directamente a las parroquias en que fueron bautizados. Todo esto que se está viviendo es parte de la crisis de la Iglesia Católica que se aceleró al calor de las luchas del movimiento de mujeres.
Escribe Mercedes Trimarchi
Para muchas pibas la pelea por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito significó un gran cambio en sus vidas. Los relatos sobre la clandestinidad del aborto y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo fueron los motivos fundamentales para empezar a usar colgado en la mochila el pañuelo verde. Quizás fueron por primera vez a una marcha, a un pañuelazo o empezaron a leer cosas sobre el patriarcado y el feminismo. Poder tener los mejores argumentos para convencer a sus familiares o amigos fue una tarea en sí misma y formó parte de su cotidianeidad. En ese camino, una reflexión fue clave: poder contar con otras amigas, hermanas y compañeras en esta lucha les dio fortaleza.
Desde la agrupación de mujeres Isadora e Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda también compartimos la misma reflexión y estamos convencidas de que debemos seguir movilizadas y organizadas para dar esta pelea por el derecho al aborto y por todas las que tenemos por delante como terminar con la violencia de género, desmantelar las redes de trata y por todos los derechos de las trabajadoras.
Las mujeres fuimos históricamente un sector al que nos negaron la voz, la posibilidad de decidir y elegir. Aunque nos parezca raro, no hace tanto tiempo que podemos votar, incluso en pleno siglo XXI ganamos menos salario que los varones y sufrimos todo tipo de abusos. Nunca fue fácil para nosotras, mas bien todo lo contrario. Siempre que conquistamos un derecho fue porque dimos enormes peleas y jamás ningún gobierno nos regaló nada. Por eso no confiamos en el parlamento, que vota leyes contra las mujeres, ni tampoco en el gobierno de Macri y sus cómplices. Y nos organizamos contra las instituciones reaccionarias y medievales como la Iglesia Católica que se opone a los derechos más elementales de las mujeres, como el derecho a la salud y a la vida.
Como vamos a tener que seguir batallando con fuerza por nuestros derechos, queremos que aquellas compañeras que fueron parte de las actividades que impulsamos como los pañuelazos, las radios abiertas y las charlas se sumen a dar esta pelea política con nosotras. Que vengan a Isadora y que hagan la experiencia de ser parte de una organización de mujeres que pelea diariamente contra las violencias que sufrimos en todos los ámbitos, familiar, laboral, institucional, etc. Estas violencias que buscan dominarnos, callarnos, que seamos sumisas y no nos rebelemos.
Nos sentimos parte de esta gran oleada internacional de mujeres que está revolucionándolo todo. Nuestra lucha no tiene fronteras y apoyamos la pelea que las mujeres están dando en todo el mundo. A su vez, desde Isadora impulsamos que la lucha antipatriarcal se una también a la lucha anticapitalista en una salida socialista. Porque en un mundo en el que la explotación y la desigualdad es lo que prima, fundamentalmente contra las mujeres, entendemos que debemos organizarnos y luchar por otro sistema que sea socialista, en el que no exista ningún sector oprimido, que podamos hacer realidad nuestros derechos para vivir una vida libre de violencias.
Sabemos que no es una tarea sencilla ni fácil, pero en este momento tenemos plena confianza en la fortaleza del movimiento de mujeres, que ya no es una ola, sino un tsunami que se lleva todo por delante. Compañeras, demos juntas esta pelea.
Mercedes Trimarchi, referente de Isadora y diputada electa por la provincia de Buenos Aires por Izquierda Socialista/FIT
Las mujeres estamos haciendo historia. El pasado 8M, en más de cincuenta países salimos contra los planes de ajuste de todos los gobiernos en el segundo paro internacional de mujeres.
En Estados Unidos, las trabajadoras, pobres y migrantes se enfrentaron al reaccionario y misógino Trump. En Turquía, contra la represión y los tanques de Erdogan. En el Estado Español, contra la monarquía y el plan de ajuste de Rajoy. Y en Latinoamérica, contra Temer, contra Macri y también contra los supuestos gobiernos progresistas, como Ortega en Nicaragua, que hasta eliminó el derecho al aborto.
Esta fuerza imparable que tenemos las mujeres para enfrentar a los gobiernos y pelear por nuestros derechos tiene que tener una clara salida de fondo contra este sistema capitalista patriarcal. Por eso somos feministas y socialistas. Y esta pelea la tenemos que dar con el conjunto de la clase trabajadora para construir un mundo sin opresión y sin explotación.
Quiero homenajear en este acto a dos mujeres luchadoras y que son un ejemplo para cada una de nosotras. La joven palestina Ahed Tamimi presa por defender su tierra de la ocupación sionista. Y a Marielle Franco, brutalmente asesinada, concejala del PSOL, feminista y socialista, por quien exigimos justicia.
En nuestro país, con el #NiUnaMenos, las mujeres ganamos las calles y dijimos ¡basta de violencia machista y femicidios! Exigimos plata para combatir la violencia de género y no para pagar la deuda externa.
Y también, exigimos que el Congreso apruebe el proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Esta pelea por el derecho al aborto la damos en primer lugar contra Macri, que se opone. Y también contra el peronismo, en todas sus variantes, que en doce años de gobierno kirchnerista, incluso mientras hubo una presidenta mujer, nos negaron el derecho al aborto.
¡Llamamos al movimiento de mujeres a seguir en las calles para conquistar nuestros derechos!