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Un adiós al gran Gabo Ferro

Escribe Guillermo Sánchez Porta

Este jueves 8 de octubre recibimos la tristísima noticia que Gabo Ferro había fallecido víctima de un cáncer fulminante, que en meses le llevó la vida.

Extraño lo de Gabo. Quienes tuvimos el placer de escucharlo, leerlo y conocerlo (ya que toda su trayectoria la realizó, conscientemente, en lo que se llama “el under”, renegando de las productoras masivas) quedamos anonadados de su estilo inigualable, de su voz, de su extraño manera de interpretar, de las formas, contenidos y letras de sus obras. Sin embargo, su calidad lo fue llevando, no como un objetivo sino como una consecuencia, a llegar a ser reconocido y recibir premios como el Clarín por “revelación de Rock” en el 2006, aunque es muy difícil encuadrar su estilo.

Como músico fundó en los noventa el grupo Porco, hasta el ‘98. Como él mismo dijo, “Porco sonaba cada vez mejor y yo me sentía cada vez peor”. En medio de un show en el hotel Bauen abandonó el recital: “deposité el micrófono sobre el piso como quien recuesta un niño… Porco había terminado”.

Durante varios años abandonó los recitales y estudió Historia. Egresó y recibió la Medalla de oro de la Academia Nacional de la Historia, Premio Museo Mitre y otros, fue docente en la UBA. Su tesis se transformó en un libro increíble, “Barbarie y Civilización. Sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas”, una revisión histórica de la era de Rosas, con su pluma magistral, metafórica, punzante y dibujos fantásticos propios, de lectura indispensable.

También llevó al papel letras de canciones de sus 8 discos en “Costurera, carpintero” y publicó “Recetario panorámico, elemental, fantástico y neumático”, su primer libro sólo de poemas. E hizo cuentos y textos de documentales y películas.

Después de años, volvió a cantar como solista y compositor y ganó, en 2014, el Premio Gardel al Álbum Canción de Autor, el Premio Konex a mejores figuras de la década 2005-2015 y fue nominado para el Gardel de Oro 2015.

Uno de sus últimos espectáculos fue “El agua del espejo”, donde junto al pianista y compositor cordobés, Juan Carlos Tolosa, recreaban una selección de canciones de Gabo, otra presentación extraordinaria.

Sin ser un activista político, fue siempre defensor de las causas de los oprimidos, la lucha contra la discriminación de las minorías sexuales, del movimiento de mujeres. Se definía como socialista y simpatizaba con las ideas del trotskismo. Un día, viendo la biblioteca, nos pidió dos libros de Nahuel Moreno, a quien no había leído: “Conversaciones” y “Método de interpretación de la Historia Argentina”. Al tiempo, preguntándole qué le habían parecido y cuándo me los devolvería, me dijo: “Es admirable. No pienso devolvértelos”, festejó.

Quienes lo conocieron, entre la enorme tristeza de su sorpresiva muerte, coinciden en la satisfacción de haberlo tratado. Esta apasionante persona, personalidad, artista con mayúsculas que era, además, apasionado, inquieto, amante de la vida, excelente ser y compañero. Sus creaciones quedarán, también, para el placer de todos.

Hasta siempre, querido Gabo.

"Me gusta dar pistas y que vos compongas una botella en tu cabeza. Que la letra sea sugerente y sobre todo lo más poética posible. Quiero generar un mundo de lo fantástico. Tenemos la cotidianidad tan vulgarizada que me interesa encontrar en lo cotidiano la fantasía. Y la canción, quién la hace y quién la escucha, se merece poesía" Gabo Ferro