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Sobre la renuncia de Máximo Kirchner

Escribe Juan Carlos Giordano, Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT-Unidad

 

Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque del Frente de Todos en Diputados criticando el acuerdo con el FMI. Lo hizo a través de una carta (ver texto Página12, 31/1) generando una nueva crisis en el gobierno y una lógica simpatía entre sus seguidores. Desde Izquierda Socialista en el FIT-U nos sumamos al debate dando nuestra opinión sobre las razones y alcances de su renuncia, que aclaramos es solo como presidente del bloque oficialista, no de su banca como diputado del Frente de Todos. “Dejo un lugar para seguir ayudando”, dice en su misiva.

Después de señalar que no habría que hablar “de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos de beneficios”, el actual diputado y jefe de La Cámpora fundamenta su renuncia por “no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI)”. ¿Pero cuál era la “estrategia” que proponía o propone Máximo Kirchner? ¿Acaso desconocer el endeudamiento sideral que nos dejó Macri para financiar la fuga de capitales por 45.000 millones de dólares? Máximo no dice nada de eso. Por eso su omisión revela que sus críticas son parciales e intentan reacomodarse ante un acuerdo que no cae bien entre los luchadores y quienes vinieron reclamando desde sectores críticos del oficialismo “no volvamos al Fondo”.

Somos contundentes. No hay ninguna “estrategia válida” que no pase por desconocer el endeudamiento macrista si de verdad se quiere terminar con la “herencia de Macri”, como pregona el kirchnerismo. El gobierno nacional acompañado por Máximo Kirchner hizo lo opuesto. Desde que asumió “pagó más por la deuda que dejó Macri que lo que se destinó para la pandemia”, según lo reveló la propia Cristina Kirchner.

Máximo lo único que infiere es que habría que haber negociado de otra forma. Con más muñeca política. Con otras exigencias y posiciones “más duras”. Pero las exigencias de Máximo Kirchner y La Cámpora eran conocidas: pedir más plazos de pago, reclamar que el FMI no cobre las sobretasas (1.000 millones de dólares más por año) y que se autocritique del préstamo que le hizo a Macri por violar sus propios estatutos. Pero es lo que hicieron Alberto Fernández y el ministro Guzmán con los resultados conocidos.

Máximo pone en evidencia los límites de sus críticas cuando dice: “Para algunos, señalar y proponer corregir los errores y abusos del FMI que nunca perjudican al Organismo y su burocracia, es una irresponsabilidad”. Solo critica “los errores y abusos” del FMI. Lo mismo propondría hacer el diputado Moreau cuando se trate la ley en el parlamento, modificarla para que no sea tan perjudicial.
En definitiva, las críticas de Máximo no van en función de desconocer ningún acuerdo con el FMI ni de dejar de pagar una deuda fraudulenta. Por eso aclaramos que su postura no “se acerca a la izquierda”, como han señalado algunos medios.

Máximo esperó que se consumara el acuerdo gobierno-FMI para criticarlo y desmarcarse haciendo creer que “podía haber una negociación más beneficiosa”. Pero los acuerdos que se han pactado con el FMI bajo todos los gobiernos desde 1983 a esta parte han sido perjudiciales para el pueblo trabajador. Más ajuste, saqueo, dependencia y sometimiento.

Máximo reivindica como salvadora la “cancelación histórica de una deuda de 9.800 millones de dólares” de Néstor Kirchner. Pero lo cierto es que luego de que la rebelión del Argentinazo impusiera el no pago de la deuda al grito “que se vayan todos” -lo que permitió usar esa plata para impulsar planes sociales de emergencia-, fue el peronismo kirchnerista el que reanudó los pagos, le pagó de contado al FMI (nunca rompió con ese organismo) y lejos de desendeudarnos nos dejó una deuda de 200.000 millones de dólares luego de pagar durante los 12 años un monto similar. No hubo ningún acto liberador por entonces.

Tampoco Máximo Kirchner ha dado señalar de ninguna “ruptura” con el gobierno, como se insinúa en algunos comentarios periodísticos. En su carta reconoce que vino acompañando todas las políticas sobre la deuda: “Les recuerdo que como jefe de Bloque acompañé la sanción de la Ley que aprobó la reestructuración de la deuda privada en moneda extranjera a pesar de estar en profundo desacuerdo con algunos de sus artículos”. Es decir, avaló el pago a los bonistas-usureros internacionales que vienen haciendo negociados tras negociados en el país. Agregamos que también votó la movilidad jubilatoria a la baja para cumplir con el FMI (algo que fue reivindicado por el propio Fondo Monetario) y vino apoyando la política central del Frente de Todos, los salarios a la baja, la inflación del 50%, los despidos y el trabajo precarizado, la reducción en las partidas en Salud o la quita del IFE. Temas por los cuales nunca levantó la voz. Por eso en la carta tampoco se explaya sobre los “resultados” que critica del acuerdo, porque tendría que mencionar la palabra “ajuste” que tanto espanto genera en el Frente de Todos del cual es parte. ¿Máximo se opone o denuncia el actual ajuste? No lo hace. Aumentó la nafta, se vienen nuevos tarifazos (como parte del acuerdo con el FMI) y la burocracia sindical se apresta a firmar de nuevo aumentos salariales en cuotas por debajo de la inflación, lo que traerá más pobreza e indigencia. Mientras se pagaron otros 1.100 millones de dólares tras el acuerdo. ¿Dijo algo Máximo de esto? Nada.

Máximo hace críticas. Está claro. No quiere perder parte de su base social que repudia al FMI y ve que ahora vuelve con más ajuste de la mano del Frente de Todos que votó. Pero no propone ninguna salida alternativa ni llama a movilizar en repudio. No hay que dejarse engañar. Lo mismo hizo Cristina cuando publicó una carta después de las PASO criticando a sectores del gobierno para no quedar pegada a la derrota electoral.

Máximo en un pasaje de su carta dice “al fin y al cabo el FMI demuestra que lo importante no son las razones ya que sólo se trata de fuerza”. Por esa misma razón, no se trata de “hacer entrar en razones al FMI” como propone, sino combatirlo con la fuerza de un pueblo movilizado que repudie los pagos, rompa los lazos que nos atan a ese organismo imperialista y vuelque los millones de dólares que genera nuestro pueblo trabajador a combatir los males sociales que se han agravado en estos dos años de gobierno peronista, como primer paso para imponer un plan económico alternativo, obrero y popular. Para ello llamamos a marchar el 8 de febrero desde el Frente de Izquierda Unidad junto al sindicalismo combativo y cientos de organizaciones, convocando también a todos los sectores descontentos con el gobierno que se quieran sumar, para repudiar el acuerdo con el FMI y luchar por una salida de fondo. Esta es la propuesta que levanta la izquierda, no es la de Máximo Kirchner.