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¡Perpetua para la asesina patota de los rugbiers!

Escribe Claudio Funes
Redactor de El Socialista, Izquierda Socialista/FIT Unidad

El 2 de enero comenzó el juicio a los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa, de 18 años, ocurrido en enero de 2020 a la salida de un boliche en Villa Gesell. Los acusados eran jugadores de rugby del Club Arsenal Naval de Zárate. Un grupo de cobardes que se consideran impunes.

Fernando había ido a pasar unos días de vacaciones a la costa atlántica junto a sus compañeros de la secundaria. Una patota de varones lo atacó brutalmente y pateó en el suelo con “puntinazos” en la cabeza, provocándole la muerte.

¿Cómo puede ser que un grupo de chicos menores de 21 años maten a golpes a otro por manchar accidentalmente una camisa? El hecho causó una tremenda indignación en su momento y ahora cuando se está ventilando el juicio. Fue un aberrante crimen de odio, racista y de clase.

Fernando era único hijo de un matrimonio humilde de trabajadores paraguayos radicados en el país. El grito de muerte fue “es un negro de mierda, mátenlo”. Tras el crimen, como si no hubiera pasado nada, los asesinos fueron a comer hamburguesas antes de irse a dormir. Luego se avisaban las novedades por whatsapp. Uno de ellos escribió “caducó”, cuando se enteró del fallecimiento de Fernando. Una testigo escuchó cuando otro de los rugbiers dijo mientras lo pateaba en el suelo “quedate tranquilo que a este negro de mierda me lo voy a llevar de trofeo”.

Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton y Luciano Viollaz, Ciro y Lucas Pertossi, acusados de homicidio doblemente agravado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, son hijos de familias “tradicionales”, con alto poder adquisitivo, oriundas de la localidad de Zárate. Entre sus padres hay empresarios, un jefe de Toyota y una ex funcionaria de la municipalidad, la arquitecta Rosalía Zárate. Estos jóvenes “de buena familia”, que supuestamente recibieron “buena” educación, se dedicaban en su adolescencia a estos ataques en grupo como parte de su diversión (según declaró Pablo Ventura en el juicio).

¿Los padres hicieron algo para corregir semejante conducta? Nada. Ni siquiera les pidieron perdón en ningún momento a los padres de Fernando, Graciela y Silvino. Padres que han tenido que volver a sufrir la tortura de ver el video que prueba el indignante instante de la muerte de su hijo; escuchar a la defensa decir con total desparpajo que la muerte de Fernando fue por culpa de un mal RCP (Reanimación Cardiopulmonar) o enterarse de maniobras, como que todos los asesinos se corten el pelo de manera idéntica para no ser identificados o prestar a la confusión. Aberrante.

Este hecho salvaje ha dejado en evidencia una vez más el brutal machismo y el uso de la violencia como forma de legitimar una supuesta posición de dominación, con la aniquilación del otro como moneda corriente en esta sociedad patriarcal. Todo como parte de este degradante sistema capitalista y sus negocios espurios de “los empresarios de la noche”, que protegen los distintos gobiernos patronales de turno.

¿El municipio no ha tenido ninguna responsabilidad? ¿Y la seguridad privada, patovicas y policías que tienen que resguardar la vida de les pibes? Claro que sí la tienen y por eso también tendrían que responder. Pero las mal denominadas “fuerzas de seguridad” son las que ordenan “no meterse” para no afectar las ganancias del patrón. Los empresarios, gobiernos y policías no se preocupan por la seguridad de la juventud que sale a divertirse, solo les importa resguardar el lucro privado.

Desde Izquierda Socialista nos volvemos a solidarizar con los padres de Fernando, su familia, amigas y amigos, y junto a ellos exigimos justicia, la única forma de reparar aunque sea en parte semejante crimen. Dijo la madre, “no venimos por venganza, venimos por justicia”, la que se hará realidad con la prisión perpetua para todos los asesinos.