May 10, 2024 Last Updated 10:23 PM, May 9, 2024

Izquierda Socialista

Nota de https://lmdiario.com.ar/ 23/03/2021

El autor propone incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas en nuestra población.

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 

Cumpliendo un año desde la llegada de la pandemia, los argentinos apesadumbradamente contamos con más de 2 millones de infectados y 55 mil muertos. Entre nosotros, más de 80.000 miembros de los equipos de salud fueron infectados y 600 fallecieron atendiendo a los enfermos. Desgraciadamente la pandemia no terminó, los datos históricos epidemiológicos refieren que estos tipos de virus siguen circulando 3 y 4 años. El horizonte es el de una segunda ola de contagios que se despliega en la región, como en Brasil, y que pronto estará golpeando nuestra puerta.

¿Qué podemos hacer? Disminuir el contacto social en sus distintos grados de restricción es una herramienta, con un alto costo económico y social. Y vacunar masivamente a la población es otra estrategia que podría detener a la pandemia, si las vacunas son efectivas y la vacunación fuera masiva.

A velocidad de luz la Big Pharma ha puesto a disposición del mercado unas cuantas vacunas contra el Covid-19 que encierran muchas dudas, sobre todo por su seguridad, porque los estudios en ese sentido fueron abreviadísimos y también sobre su efectividad. En este último sentido se declaran altos niveles de protección ante la infección, aunque es muy posible que realmente disminuyan las tasas de enfermos graves y la mortalidad. Por esta razón la vacunación de la comunidad es hoy el instrumento de mayor potencial para protegernos de la segunda ola del Covid. 

La guerra de las vacunas

A fin de 2020 comenzaron las inoculaciones, la OMS calcula que ya se aplicaron 280 millones de dosis, pero el 75% se dieron en 10 países ricos relegando al resto de los pueblos del mundo a mendigar por algunos escasos millones de dosis. EE.UU. es el país que más vacunas aplicó, más de 116 millones de dosis, cubrió completamente al 13% de su población y un 23% recibió una dosis; Israel es el que más población vacuna, por su acuerdo con Pfizer tuvo provisión garantizada y ya pudo vacunar a la mitad de sus ciudadanos utilizando 10 millones de dosis; el Reino Unido ya le dio la primera dosis al 40% de sus súbditos utilizando 27 millones de dosis proporcionadas por Pfizer y Astra Zeneca.

Muchos países ricos aun no logran proveerse como quisieran, Alemania consiguió 10 millones de dosis y solo el 4% de sus habitantes recibió dos dosis y un 9% una sola, igual que en España e Italia, pero esta última, con muchísimos muertos, solo consiguió 7 millones de dosis. El pasado 4 de marzo el gobierno italiano incautó un cargamento de 250.000 dosis que Astra Zeneca enviaba a Australia y se las colocó a su población denunciando que no podían permitir que vacunas fabricadas en su país se enviaran a otros países mientras los privados incumplen las obligaciones tomadas en contratos previos. 

Y el conflicto siguió escalando, hace pocos días la Presidenta de la Comisión Europea amenazó a Londres de suspender exportaciones del continente a la isla enfurecida por el tráfico de 10 millones de dosis de vacunas desde el continente al Reino Unido sin reciprocidad. Como en todas las guerras, afloran las miserias de la política humana, México la pasa muy mal con la pandemia y solo consiguió 5 millones de dosis con que vacunar a solo el 0.44% de la población (1,34% con una sola dosis), fracasó su plan de proveerse con la vacuna de Oxford fabricada en Argentina por Hugo Sigman; en una situación desesperante, el gobierno de López Obrador tuvo que avenirse a las exigencias de del Presidente norteamericano Joe Biden para trabar el flujo migratorio de centroamericanos en sus fronteras, a cambio de recibir 2.7 millones de vacunas de Astra Zeneca para ser devueltas en los próximos meses.

Es una guerra donde los pobres perdemos, donde las contrastes Norte-Sur hacen evidentes quienes serán los derrotados. Sudáfrica y la India han exigido a nivel mundial que se liberen las patentes para que puedan llegar masivamente a sus pueblos (con un muy tímido apoyo de la Argentina y el rechazo del Brasil de Bolsonaro) lo que plantean India y Sudáfrica es que hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento. Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente. Y como una trágica paradoja, en nuestro país, en Argentina, hay una fábrica que recibió la transferencia tecnológica y está produciendo las vacunas, pero no para nosotros.

Argentina tiene vacunas y no vacuna

Aquí se apostó a las vacunas de dos multinacionales. A Pfizer se le facilitó el ensayo clínico fase 3 de su vacuna en más de 6000 nativos, pero esta Big Pharma, dominada por el fondo de inversión Black Rock, condicionó excesivamente al gobierno nacional y no tenemos ninguna provisión de su vacuna. 

Con Astra Zeneca, que produce la vacuna de Oxford, el arreglo fue diferente. La Universidad de Oxford dueña del desarrollo de la vacuna génica contra SARS-Cov2 se asoció a la multinacional Astra Zeneca con la condición de que su producto se fabricara en todos los continentes para estar disponible en todos los pueblos y que tuviera un costo que solo doblara o triplicara el costo de fabricación (vale 4 dólares). 

Para Latinoamérica, Astra Zeneca se asoció con empresarios bastante poderosos; el producto se fabrica en Argentina en la planta de una de las empresas de Hugo Sigman (MbXCiencie) en Garín, provincia de Bs.As., de aquí se envía a México donde una empresa de Carlos Slim la iba a envasar y distribuir. Toda marchó muy bien, hasta que en los primeros días de marzo debían entregar 25 millones de dosis al estado nacional, pero eso no pasó ni pasará. Desde febrero se están enviando semanalmente 6000 litros de la vacuna a México, donde no se pueden envasar porque la EE.UU. retienen filtros y envases. 6000 litros que generarían cerca de 50 millones de dosis que Nuestramérica necesita con urgencia. Parece que nada podemos hacer porque no las podríamos envasar aquí, en nuestro país y Hugo Sigman anuncia que llegaran en mayo (cuando la segunda ola ya este desplegada por estas pampas).

Al 23 de marzo la situación vacunal es crítica, la campaña a paso tortuga solo logró alcanzar con dos dosis a 500.000 personas, el 1,1% de la población y con una dosis a un 5%, utilizamos menos de 3 millones de dosis de la vacuna Sputnik V (rusa), Coronavac (china) y Covishield-Oxford (India) y se nos acaba el tiempo. Podremos vacunar a los médicos, pero será difícil avanzar con  los docentes y los adultos de mayor riesgo suman 8 millones de compatriotas, más las personas con diabetes, hipertensión u obesidad conforman un universo de 16 millones de personas que a este ritmo no se vacunarán hasta fin de año.

Nuestro país posee una industria farmacéutica fuerte, que aporta el 90% de las necesidades de medicamentos del país, a la mayoria de las drogas las importamos y luego empresas argentinas las procesan; fraccionar y envasar es nuestra mayor habilidad. Incluso laboratorios públicos tienen capacidad técnica y física para manejar productos biológicos inyectables, como el Instituto Biológico de La Plata o el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros. Es falso que no se pueden envasar las vacunas que necesitamos, el know how lo tienen nuestros institutos públicos, quizás no la capacidad de escala, pero la escala la tienen más de 50 laboratorios que fabrican insulina, adrenalina, morfinas y oncológicos endovenosos dentro del país. El periodista Walter Goobar afirma hoy en una nota en El Destape web que “al autor de esta nota le consta que tres empresas privadas hicieron presentaciones al Gobierno ofreciendo sus instalaciones para cumplimentar el proceso”, sin recibir ninguna respuesta.

Inquieta la “resignación” del Ministerio de Salud, aunque más nos preocupa conocer que la ministra Carla Vizzotti tiene una larga relación comercial con Sigman y que su jefa de gabinete, Sonia Tarragona, era hasta hace semanas la Directora General de la fundación del grupo Sigman. Aumenta la desazón cuando epidemiólogos españoles nos comentan que en Europa se sabe que las vacunas para Australia que incautó Italia fueron sustituidas por vacunas de Astra Zeneca fabricadas en Argentina y envasadas en EE.UU. Parece que el ministerio ejerce amplia protección a los intereses de Sigman o al menos atiende más sus conveniencias que la salud pública.

Necesitamos una decisión política

Las previsiones de provisión de vacunas para los argentinos están incumplidas, pero a diferencias de otros países, aquí se están fabricando 18 millones de dosis por semana en un laboratorio construido con fondos públicos y con un contrato ya saldado e incumplido por Sigman. 

Aparecen dos opciones, la oposición, desde su manual neoliberal reclama liberar el acceso, que provincias y municipios compren por su lado lo que consigan y que las personas compren su vacuna a sus cadenas de farmacias amiga o por prepaga u obra social premiun, replicando un modelo criminal para la salud colectiva. 

Por otro lado, el gobierno nacional que trata de conseguir remanentes de vacunas intentando quedar bien con Dios y con el Diablo cuando la pandemia quema, está atrapado en las miserias de una distribución nebulosa, tanto a nivel nacional, provincial como en ciudades y pueblos, donde la necesidad de vacunas se presta a cualquier cosa.  

Pero hay una tercera opción, y es que, si existe una mínima posibilidad de impedir la segunda ola de Covid 19 y evitar las muertes y daños que generará en nuestro pueblo, es urgente que se tomen decisiones políticas a nivel nacional. Se deben incautar las vacunas de Oxford que Sigman tiene en Garín, envasarlas a través de la industria pública y/o contratando-alquilando los laboratorios privados que hagan falta y colocarlas (voluntariamente) en nuestra población. No podemos seguir vacilando y simulando que vacunamos con pequeñas cantidades de dosis, mientras en nuestras narices se llevan las vacunas de nuestros pacientes. -

(*) Ex Subsecretario de Salud de la ciudad de Córdoba- Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud

 https://lmdiario.com.ar/contenido/280187/las-vacunas-que-faltan-estan-aca

 

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Desde Ambiente en Lucha e Izquierda Socialista participamos de la séptima Huelga Mundial por el clima en Argentina, una jornada internacional para reclamar contra la contaminación ambiental. En nuestro país organizada por la coordinadora Basta de Falsas Soluciones (BSF) en Plaza de Mayo y principales plazas de las provincias.

Gritamos fuerte:
No a la Megamineria en Chubut
Basta de Fracking
Basta de represion
Basta de falsas soluciones

 

 

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Con motivo del fallecimiento del compañero Jorge Mera se realizó un emotivo homenaje al que asistieron camaradas de la vieja guardia que integraron la corriente morenista en distintos momentos de su existencia, antiguos compañeros de lucha del gremio bancario y del Banco Nación junto a su familia y amigos.

Después de la despedida de Julieta Bandirali, su pareja y Paula Mera, su hija, intervinieron varios compañeros de militancia y familiares de Jorge. Por Izquierda Socialista estuvo presente una delegación integrada por la diputada nacional electa Mónica Schlotthauer, la legisladora (mc) Laura Marrone, Carlos Rodríguez, Oscar Sarobe, Reynaldo Saccone y otros compañeros, correspondiéndole a este último nombrado leer el mensaje de Miguel Sorans en nombre de la dirección de nuestro partido. También estuvieron presentes representantes del PTS, PST (u) y del Nuevo MAS. A continuación, reproducimos el mensaje de Miguel Sorans en nombre de la dirección de Izquierda Socialista:

En mi nombre y también de la dirección de Izquierda Socialista, queremos rendir homenaje al querido compañero Jorge Mera. Compartimos el dolor con su compañera Julieta, sus hijas Paula y Mariana, con su familia, amigas, amigos y camaradas de todos los tiempos de nuestra gloriosa corriente morenista.

Jorge fue uno de los grandes puntales de esa dura y difícil construcción desde los tiempos del PRT, luego del PRT-La Verdad, del glorioso PST y luego del MAS. Fue un puntal y un ejemplo de militancia para las nuevas generaciones de revolucionarios que seguirán su legado de luchador clasista, antiburocrático y por el socialismo.

Jorge fue uno de los grandes dirigentes clasistas del movimiento obrero argentino. Desde la combativa Comisión Interna del Banco Nación de los ´70 fue parte del movimiento clasista que enfrentó a las dictaduras de entonces y luego al gobierno peronista de la burocracia sindical y de la Triple A. Jorge fue la cabeza sindical más destacada de nuestra corriente morenista en los ´70. Fue uno de los grandes oradores de los plenarios del Sitrac-Sitram. Por eso hoy reaparecen, por ejemplo, las imágenes de Jorge junto con Agustín Tosco. La tan recordada foto de Jorge parado en las mesas del Banco Nación encabezando asambleas y las huelgas bancarias. Tal fue su influencia y reconocimiento entre los trabajadores que luego de ser despedido por el gobierno de Isabel Perón, tuvo que ser reincorporado luego de la caída de la dictadura genocida. Y volvió a ser delegado elegido por sus compañeros.

Tal fue su trascendencia que, aunque fue siempre un luchador intransigente contra la burocracia sindical, hoy la actual Comisión Interna del Banco Nación, ligada a la Bancaria, tuvo que emitir una declaración de recordación y reivindicación de la trayectoria luchadora de Jorge.

Por eso para nosotros es un gran orgullo que Jorge Mera haya sido integrante de nuestra corriente fundada por Nahuel Moreno. Es un orgullo que Jorge haya sido un constructor, en la clase trabajadora, del partido y de la internacional. Por eso Jorge también fue candidato a gobernador de Buenos Aires por el PST en 1973 para mostrarle a las y los trabajadores bancarios y no bancarios que la tarea no era solo la lucha sindical sino también política. Jorge fue un ejemplo de la lucha por un cambio de fondo, por una Argentina y un mundo Socialistas.

Jorge también fue un gran compañero y amigo.

Las nuevas generaciones de la clase trabajadora y su vanguardia combativa deben saber quien fue Jorge Mera y seguir su ejemplo de lucha inclaudicable.

Jorge, Hasta el Socialismo Siempre.

Miguel Sorans
18 de marzo de 2021.

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Desde Izquierda Socialista y el FIT-Unidad, reclamamos vacunas para todas y todos, ya. Nos oponemos las medidas que protegen a los grandes empresarios a costa de la salud de la humanidad. Por eso votamos contra el proyecto de ley para proteger las multinacionales farmacéuticas presentado por el gobierno de Alberto Fernández y defendemos la libre cooperación internacional en función de las necesidades sociales de los pueblos del mundo. Ante la alarmante pandemia: sin patentes se podrían producir vacunas masivamente para llegar a todos y todas sin distinción.

La lucha contra las patentes tiene antecedentes. Nelson Mandela, desde el gobierno sudafricano, promulgó una ley en 1997 que suspendía las patentes para poder producir medicación anti SIDA. En el cambio de siglo, el ministro de Salud de Brasil, José Serra, desconoció las patentes que limitaban la producción de remedios contra el SIDA. En 2001 hizo lo mismo el acérrimo defensor de las patentes, Estados Unidos, acompañado por Canadá. Fue en ocasión de la llamada crisis del ántrax que ambos países suspendieron la patente de la Bayer alemana para poder producir ciprofloxacina el remedio necesario para combatir esa infección mortal.

Saludamos a todas las campañas que vienen impulsando diferentes organizaciones (como Médicos Sin Fronteras, por ejemplo) para que no haya patentes médicas y que las vacunas, medicamentos y diagnósticos para el Covid-19 lleguen a todas las personas. India y Sudáfrica, apoyadas por 99 países -con el rechazo de los países imperialistas- han reclamado ante la Organización Mundial de Comercio que se aplicara el inciso que permite la quiebra de patentes en caso de catástrofe humanitaria. Es tal la magnitud de la crisis humanitaria que se está instalando por causa de la vigencia de las patentes que el mismo secretario general de la Organización Mundial de la Salud Tedros Ghebreyesus se ha pronunciado en rueda de prensa en el mismo sentido hace pocos días.

Exigimos que los gobiernos dejen de ser cómplices de las multinacionales y apliquen en forma inmediata la exención de patentes como parte de la cmpaña internacional lanzada por la UIT-CI (Unidad Internacional de las y los Trabajadores-Cuarta Internacional). En el caso de Argentina, el gobierno de Fernández debe determinar, también, que los millones de vacunas producidas en el laboratorio Insud-Pharma se utilicen mayoritariamente en nuestro país y que se generen nuevos puntos de producción (estatales y privados) para organizar la vacunación masiva lo más rápido posible.

Desde Izquierda Socialista hemos asumido esta campaña en plazas, barrios y locales de trabajo recogiendo miles de firmas que respaldan esta imprescindible petición. Además, junto al FIT-Unidad nos hemos posicionado en el mismo sentido mediante una extensa declaración pública.  

Sumate con tu firma aquí o buscanos en nuestros locales o en las plazas y sé parte de la campaña.

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Con inmensa alegría recibimos la noticia de que Maia está viva. Una vecina de Luján la encontró y llamó al 911. La movilización de su familia, vecinas y vecinos con los cortes de la autopista Dellepiane fue la clave para encontrarla. No fue el show de Berni, ni Santili, ni la bonaerense, ni la policía de la ciudad que ni siquiera le tomó la denuncia cuando Estela, mamá de Maia, desesperada fue a la comisaría a decir, quién y cuándo se habían llevado a su hija.

Recién cuando se organizaron los cortes le tomaron la denuncia a la mamá y fue allí entonces cuando comenzaron a circular los videos del recorrido del captor en bicicleta con la niña que vimos durante todos estos días por televisión. No fueron 70 horas de “intensa búsqueda” como sostienen los medios, fueron las vecinas y vecinos que desde el lunes se movilizaron marcando la complicidad de la policía. Así fue que se logró que el caso se visibilice y comiencen a buscarla.

Con Isadora estuvimos presentes en el corte de Dellepiane junto a la familia, vecinas y vecinos exigiendo la aparición de Maia y denunciando la complicidad policial. A su vez, responsabilizamos a los gobiernos de la situación de Maia, su mamá y de todas las niñas, niños que al igual que ellas viven en la calle. Son miles que a lo largo y ancho del país se encuentran en condiciones de extrema marginalidad y pobreza con frío, hambre y expuestas a todo tipo de maltratos, extorciones y vulneración de derechos sin ningún tipo de ayuda estatal.

Desde Isadora e Izquierda Socialista en el FIT-U decimos que fue gracias a la movilización que encontramos a Maia. Denunciamos a los gobiernos que son los responsables de que Maia, su mamá y miles de familias sigan viviendo en la calle. Repudiamos el show montado por Berni y Santili que mientras juegan a la “búsqueda del tesoro” dejan intactas las redes de trata que operan con total impunidad en nuestro país. Seguiremos peleando y organizándonos para que no haya más familias en la calle y por el desmantelamiento de las redes de trata con todos sus cómplices presos.

Isadora - Mujeres en lucha
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