Jul 28, 2024 Last Updated 5:30 PM, Jul 27, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Miguel Sorans, Dirigente de la UIT-CI y de Izquierda Socialista

La crisis política y social de Venezuela abre todo tipo de dudas y debates sobre su realidad y qué va a pasar. Como socialistas revolucionarios queremos ser claros ante esos debates. Rechazamos categóricamente toda injerencia imperialista como cualquier intento de golpe por parte de Trump, Guaidó y la derecha proyanqui. De la misma manera decimos: no a Maduro y a su gobierno cívico-militar hambreador y represivo. Estamos por la movilización autónoma del pueblo trabajador para imponer una salida obrera y popular a la crisis.

Donald Trump volvió a amenazar con una intervención militar en Venezuela. Es una “opción”, dijo en una entrevista a CBS, una cadena de noticias norteamericana. La semana anterior su gobierno decretó el bloqueo a las cuentas en Estados Unidos de la venta diaria de 500.000 barriles de petróleo venezolano. Rechazamos el intervencionismo del imperialismo en Venezuela. En nombre de las “libertades” el reaccionario Trump busca imponer a su hombre, Juan Guaidó, con un golpe militar y hasta amenazando con una intervención militar. De la misma manera rechazamos el mismo reconocimiento de los gobiernos capitalistas de la Unión Europea (España, Reino Unido o Alemania), o de los Bolsonaro o Macri en Latinoamérica.

No son ellos los indicados para hablar de “libertades” y de derechos sociales”. Los gobiernos de los Estados Unidos y del imperialismo europeo desde siempre han avalado todo tipo de intervención militar y genocidio contra los pueblos del mundo. Menos puede hablar de derechos “sociales” el gobierno de Macri, que ajusta de la mano del FMI. Como corriente internacionalista impulsamos acciones unitarias contra la injerencia imperialista y la intentona golpista proyanqui, pero esto no significa que demos apoyo al régimen dictatorial y hambreador de Nicolás Maduro. Nadie que se diga de izquierda puede seguir sosteniendo a Maduro. Su gobierno no es de izquierda ni socialista. Es una dictadura apoyada por los militares “bolivarianos”, la “boliburguesía” y las multinacionales petroleras (Chevron, Total, Shell, Repsol, entre otras). Su falso “socialismo del siglo XXI” es el responsable del hambre que vive el pueblo venezolano con salarios de 6 dólares. La debacle social provocada por Maduro es la que ha llevado a agrandar a la derecha proyanqui y a que miles y miles de venezolanos caigan en la confusión de creer que políticos de derecha los pueden sacar de esa grave crisis social y humanitaria.

Una contraofensiva de la derecha proyanqui

Está en curso una contraofensiva de la derecha venezolana proimperialista (ex MUD) que busca utilizar el odio generalizado contra Maduro y la movilización popular para intentar que se produzca un golpe militar. Quiere así recuperarse del fracaso de 2017 que llevó al estallido de la MUD y a su creciente desprestigio popular. La vieja derecha busca volver al poder para ser ellos los que primen en los negocios capitalistas y no la “boliburguesía”.

Aún no lograron dividir a las fuerzas armadas, ya que gran parte de su alta oficialidad participa de los negociados del régimen.
El llamado de Guaidó a los militares, luego de autodesignarse presidente, apunta al golpe con el “proyecto de la amnistía” a los que se rebelen. Esta es la postura también de Trump y de sus aliados del Grupo de Lima. La mayor parte de la Unión Europea, salvo Italia, reconoció a Guaidó pero con el matiz de buscar una salida negociada de Maduro. Esto se va debatir en el encuentro de Montevideo del 7 de febrero convocado por el gobierno del Frente Amplio de Uruguay.

La contraofensiva de la derecha venezolana intenta evitar que estalle una movilización popular revolucionaria espontánea o semiespontánea que, sin su dirección, termine derribando a Maduro. Quieren evitar una revolución como las que se dieron en el norte de Africa y Medio Oriente en 2011.

Ni Trump, ni Guaidó, ni un golpe. A Maduro lo tiene que sacar el pueblo movilizado en forma autónoma

Mientras no se produzca una invasión imperialista ni un golpe seguimos apoyando a los que luchan por terminar con el régimen dictatorial y hambreador de Maduro a través de una movilización obrera y popular independiente de Maduro y de Guaidó. Esta es la propuesta de nuestra organización hermana, el PSL, que encabezan dirigentes obreros como Orlando Chirino y José Bodas, secretario general de la federación de obreros petroleros Futpv. El PSL llama a impulsar una movilización independiente en la perspectiva de lograr un gobierno de los trabajadores que imponga medidas sociales de emergencia que partan de lograr que el petróleo sea 100% estatal, sin empresas mixtas, y el no pago de la deuda (ver declaración del PSL 28/1).

El punto crítico del proceso sigue siendo la falta de una dirección política y sindical independiente del chavismo-Maduro y de la ex MUD-Guaidó. Por ahora el odio popular a Maduro lo canaliza masivamente la derecha proyanqui. A sus movilizaciones van trabajadores y sectores populares que fueron base social del chavismo junto a sectores de clase media alta conservadora. Maduro solo hace actos, como los del 20° aniversario del chavismo del 1º de febrero, más raleados, apoyados por el aparato del PSUV y los uniformados. Durante 2018 surgió un organismo muy positivo que reflejó las huelgas y protestas sindicales contra el ajuste de Maduro, que es la Intersectorial Sindical de Venezuela (ISV). Pero en la coyuntura no se pronunció por diferencias internas. Desde el PSL y su corriente sindical C-Cura, junto con otras corrientes y dirigentes sindicales, llaman a la ISV a que se pronuncie contra la injerencia imperialista y con autonomía frente a Maduro y Guaidó, como a seguir movilizando y en el sentido de convocar a un plenario o encuentro sindical independiente, autónomo, para generar una alternativa política y sindical de los trabajadores y del pueblo venezolano, distinta de Maduro, Guaidó, los militares o el imperialismo*.

*Ver video en www.laclaseinfo

Escribe Miguel Sorans

En las polémicas que tenemos con compañeros que se reivindican peronistas kirchneristas o sectores de izquierda que siguen defendiendo a Maduro y al chavismo nos acusan de “aliados del golpe” o de la “derecha yanqui” porque nos negamos a apoyar al gobierno de Maduro. “Ustedes los trotskistas siempre a contramano”. “También ayudaron a que ganara Macri con su no apoyo a Scioli” en la segunda vuelta. Son todos argumentos falsos. Scioli perdió porque millones de trabajadores peronistas por bronca y con la nariz tapada votaron a Macri, no fue responsabilidad del FIT. Perdieron por culpa de la política desastrosa antiobrera y corrupta de Cristina, Scioli, De Vido, Guillermo Moreno y Aníbal Fernández. Ni sumando los votos del FIT le ganaban a Macri. El gobierno de Cristina le hizo el juego a la derecha liberal macrista.

Ahora pasa algo parecido. Lo que le hace el juego a la derecha y a Trump en Venezuela es el desastre hambreador y represivo del gobierno de Maduro junto a los militares y las multinacionales del petróleo. Hace veinte años la vieja derecha venezolana había casi desaparecido. Por eso Chávez le decía los “escuálidos”. ¿Pero quien los “engordó”? ¿Nosotros los trotskistas? ¡No! Los “engordó” el chavismo, que mientras decía que estaban “construyendo el socialismo del siglo XXI” pactaba con las multinacionales hacer empresas mixtas en petróleo, o con los banqueros nacionales y extranjeros, mientras mantenían salarios de hambre, la inflación, el desabastecimiento y no se respetaban los contratos colectivos de trabajo. O no se hacía ninguna reforma agraria para incentivar la producción nacional alimentaria. O sea: se siguió con el capitalismo aplicando ajustes al pueblo. Así, incentivando la bronca popular, favorecieron que la derecha creciera. Maduro y el chavismo le hicieron “el juego a la derecha” favorenciendo su vuelta.

La falsa consigna “Si no estás con Maduro, estás con la derecha y el golpe” es una maniobra lanzada por Maduro y que acá repiten los sectores chavistas y kirchneristas para buscar confundir a los luchadores. Buscan confundir para que se apoye al gobierno hambreador de Maduro de cualquier forma. De esta manera incluso dividen a todos los que queremos repudiar la injerencia imperialista en Venezuela, aunque no apoyemos políticamente a Maduro. Tampoco van a lograr ensuciar con estos ataques a nuestra corriente que, cuando hubo realmente un golpe en Venezuela, en abril de 2001, contra Hugo Chávez, se movilizó en las calles contra el golpe de Carmona y los militares. Lo hicimos pese a no coincidir con la política de Chávez. Lo mismo hicimos luego en el paro sabotaje (lockout patronal) petrolero de fines de 2002. Hasta nuestro dirigente petrolero Bodas fue condecorado por Chávez por su actuación en el movimiento petrolero.

Nosotros siempre fuimos claros. Siempre repudiamos cualquier golpe o intento de golpe imperialista. Ese repudio no puede significar callar nuestras denuncias contra Maduro.

A los que todavía apoyan a Maduro les queremos llamar la atención sobre las tibias medidas que ha tomado frente a la injerencia imperialista. Maduro anunció la ruptura de relaciones con los Estados Unidos e hizo nuevos discursos “antiimperialistas”. Pero no ha tomado ni toma ninguna medida con las multinacionales del petróleo asociadas con Pdvsa, que corresponden a los países que reconocen a Guaidó. Hasta ahora Maduro no ha expropiado y expulsado a la norteamericana Chevron o la Total francesa, a la Shell británica-holandesa, o a Repsol de España. Tampoco deja de pagar la deuda externa ni rompe con la banca extranjera y con otras multinacionales mineras. La medida más “fuerte” que ha anunciado es “salir a juntar miles de firmas” para presentarlas en la Casa Blanca, o sea a Trump, en los Estados Unidos.

Escribe Mónica Schlotthauer, Diputada nacional electa de Izquierda Socialista - FIT y miembro del cuerpo de delegados del Sarmiento

El soterramiento del Sarmiento se está ganando con justicia el título de mayor monumento nacional a la corrupción. Tal como lo denunciaron los ferroviarios del Sarmiento, la obra, ahora paralizada por el ajuste, se trata de un auténtico entramado de corrupción entre kirchneristas y macristas.

La obra y los negociados comenzaron en 2006. La excusa era la eliminación de los pasos a nivel de la Capital, extendiendo el trayecto bajo nivel existente entre Once y Caballito hasta Liniers. Posteriormente se llegó a afirmar ridículamente que el soterramiento se extendería hasta Moreno, sin siquiera tomar en cuenta que para hacerlo habría que plantearse un túnel subfluvial para cruzar el río Reconquista. Finalmente, el túnel subterráneo quedó planificado desde Haedo hasta Caballito. La obra iba a contramano incluso de lo que se estaba haciendo en otros ramales ferroviarios, donde actualmente se construyen puentes por arriba de los antiguos pasos a nivel.
Pasaron los años y seis anuncios fallidos sobre el comienzo de las obras. Recién en 2012 apareció una tuneladora alquilada a un costo altísimo. Los beneficiarios principales de la adjudicación de la obra fueron el consorcio encabezado por Odebrecht –que debía conseguir el financiamiento del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social del Brasil– y Ghella, una empresa italiana en la que el Grupo Macri adquirió el 50% del paquete accionario en 2007.
La obra comenzó a tambalear cuando el BNDS no financió la operación y también se negó un crédito en Europa. Finalmente estalló el escándalo Odebrecht en Brasil. La multinacional brasileña fue desplazada y quedó Ghella al frente. El Grupo Macri trató de lavarse la cara y vendió su participación al Grupo Mindlin, que formó Sacde, una nueva firma que conservó a los directores anteriores. De esta manera el consorcio quedó conformado por Ghella, con el 71% de las acciones, y el resto para Sacde. Toda esta “sopa de letras” tenía un único objetivo, que el negocio, los subsidios y las coimas quedaran dentro de la “sagrada familia de la obra pública”.
Así llegamos a octubre de 2016, cuando se “inauguraron” por séptima vez las obras. Se suponía entonces que el gobierno de Italia y un grupo de bancos internacionales aportarían 1.100 millones de dólares de una construcción que demandaba la multimillonaria suma de 3.000 millones. Pero los fondos nunca llegaron. Así lo terminó admitiendo en octubre de 2018 la secretaria de Obras de Transporte Manuela López Menéndez, revelando que la obra se estaba realizando con la deuda emitida por Anses.
En los últimos días de 2018, el juez federal Martínez de Giorgi decretó la intervención del consorcio de empresas y designó un auditor para controlar los números entre 2008 y 2015. La AFIP consideró que hay suficientes evidencias para sostener que se dibujaron balances por más de 10 millones de dólares de los cuáles 4,5 millones se giraron al principado de Andorra.
En todo esto estaba el negociado del soterramiento mientras avanzaba la obra con la tuneladora. Hasta que la semana pasada, en el marco del ajuste acordado por el gobierno de Macri con el FMI, se anunció la paralización de la obra. Los primeros perjudicados, como siempre, fueron los trabajadores: sesenta compañeros de la Uocra del obrador del soterramiento que estaban abocados a la tarea de construir los anillos de hormigón que revisten las paredes del túnel, resultaron despedidos. A posteriori, se echó a otros cien del mismo gremio que trabajaban en la excavación.
Desde el cuerpo de delegados del Sarmiento lo dijimos desde el primer día: se trataba de una obra faraónica, una tremenda estafa al pueblo trabajador, donde se mezclaban los negocios del kirchnerismo con el macrismo. Ahora todo se paraliza: veremos si se trata del patético final, o en unos meses se vuelve a empezar para seguir facturando y llenándose los bolsillos con subsidios y coimas. Los ferroviarios del Sarmiento tenemos claro cuáles son las obras de infraestructura y mantenimiento que hay que llevar adelante para mejorar el servicio y garantizar la seguridad a los que usan el ferrocarril y a los millones que cruzan diariamente sus vías. De ahí nuestra consigna de la reestatización de todo el sistema ferroviario y entrega para la gestión a sus propios trabajadores y usuarios.

 

Escribe Atilio Salusso

Siempre los gobiernos le echan la culpa a la abundancia de lluvias por las inundaciones. Lo hacen para encubrir sus políticas de deforestación y la falta de obras.

“El bosque actúa como una esponja natural. Si tenemos cultivos de pastos o soja la lluvia cae a una altura de 40 o 50 centímetros del suelo, sobre las pasturas. No es lo mismo que en el bosque, donde el agua cae sobre las copas de los árboles, después escurre, va aminorando la velocidad y llega con menor fuerza”, explican los especialistas. Y agregan: “En el caso de las inundaciones con grandes superficies desmontadas el agua escurre superficialmente. A su vez, produce un ascenso de la napa freática que está cada vez más cerca de la superficie e influye en las inundaciones que terminan siendo producto de un combo: el Niño, la deforestación que reduce la protección y la falta de obras”, agregan. La sentencia es clara: “Cuanto menos bosques haya, habrá más inundaciones” (Página12, 30/1).

La Argentina está entre los diez países del mundo que más destruyen sus bosques. El gobernador peronista de Chaco, Domingo Peppo, la semana pasada fue obligado a derogar los permisos que había concedido para un mayor desmonte por las denuncias de distintas organizaciones ambientalistas.

La superficie deforestada entre enero y diciembre de 2018 en cuatro provincias –Salta, Santiago del Estero, Formosa y Chaco– fue de 112.766 hectáreas, arrasando áreas protegidas. El 40% de esa superficie pertenece a bosques protegidos.

Desde que se sancionó la Ley de Bosques (26.331) en 2007 –que establece los “presupuestos mínimos de protección ambiental para la restauración y conservación de los bosques nativos” –hasta fines de 2017, se deforestaron 2,6 millones de hectáreas de las cuales más de 840.000 eran bosques protegidos. La implementación de la ley continúa enfrentando serios escollos en las provincias por la complicidad de los gobiernos locales y la Secretaría de Medio Ambiente del macrista Sergio Bergman.

Durante 2018 la provincia con mayor deforestación fue Santiago del Estero (con 34.751 hectáreas, de las cuales 23.910 eran bosques protegidos). Le sigue Chaco (con 33.972 y 14.744 respectivamente), luego Formosa y la Salta de Urtubey, donde la deforestación alcanzó 20.047 hectáreas, 2.050 arrasadas ilegalmente.

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Escribe Ana Pereyra

El pasado sábado 2 de febrero se realizó la XI Marcha en Defensa del Ambiente contra el saqueo ambiental. Nuestra provincia fue epicentro de las luchas socioambientales cuando logró echar a la multinacional Monsanto y paralizar la obra de una autovía de montaña en el Valle de Punilla. Hace pocas semanas una gran movilización puso de pie al Valle de Traslasierra para luchar contra la instalación de una multinacional minera que busca explotar litio.

Como Izquierda Socialista somos parte de este proceso de lucha y participamos de la movilización junto a cientos de personas que marcharon bajo la consigna “Macri y Schiaretti basta de ecocidio. En defensa del agua, la tierra y la vida”, denunciando la responsabilidad de los gobiernos en la destrucción del ambiente entregando las riquezas a las grandes multinacionales, como hizo Cristina al traer al país a la saqueadora Barrick Gold y entregar nuestros recursos a la yanqui Chevron. Política que hoy profundizan Macri, el gobernador Schiaretti y sus acuerdos con el FMI.

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