No hay renegociación ni “reperfilamiento” que sirva: Tenemos que romper las cadenas de la deuda

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Tenemos que romperMacri envió un proyecto de ley para que el Congreso avale una renegociación de los plazos y los montos de capital e intereses de la parte de la deuda externa, unos 32.000 millones de dólares, que están bajo jurisdicción de la Argentina, a diferencia de la mayoría de los bonos que están bajo jurisdicción de tribunales de Nueva York (300.000 millones). A esto lo llama “reperfilamiento”. Pero mientras no rompamos con el FMI, no habrá alivio para el pueblo argentino.

Escribe Gabriel Massa

La deuda del estado nacional en dólares con especuladores privados e instituciones como el FMI alcanza la cifra de 330.000 millones de dólares. Si sólo se cuenta los vencimientos de esta parte de la deuda, la Argentina tendría pagos en 2020 por 20.376 millones de dólares, en 2021 por 31.608 millones, en 2022 por 49.923 millones, y en el 2023 por 46.594 millones de dólares. Nadie cree que el país pueda pagar esas sumas. Por eso se plantea la renegociación, bajo el término de “reperfilamiento”.

Pero, encima, para llegar al total de la deuda externa actual hay que sumarle los bonos del Banco Central en pesos por valor de 1,2 billones de pesos (otros 20.000 millones de dólares) y lo que deben las provincias, que son varias decenas de miles de millones de dólares más. Lo que da un total de más de 400.000 millones de dólares, bastante más que lo que produce el país en un año (PBI).

¿Qué significa esto? Tomemos el ejemplo de la provincia de Buenos Aires. Este año de cada diez pesos que recaudó la provincia en impuestos, cuatro pesos fueron a pagar su deuda externa. ¿Después de pagar salarios de empleados públicos y jubilaciones, cuánto quedó para obras públicas, para salud, para educación? Poco y nada. Por eso los maestros y médicos y enfermeros tienen sueldos de hambre y las escuelas y hospitales se caen a pedazos.

Pagamos en 14 años más de lo que se debe hoy

Desde el año 2005 hasta el 2015, el kirchnerismo a pesar de su discurso contra el FMI y los fondos buitres, destinó 216.000 millones de dólares al pago de la deuda. Desde el 2016 hasta hoy Macri pagó otros 258.000 millones, en total 474.000 millones de dólares. En 14 años se pagó más de lo que hoy es el total de la deuda y casi una vez y media lo que el país produce en un año (PBI).

¿Cómo se explica que a pesar de pagar tanto debemos cada vez más? Se responde en una palabra: usura. Cada vez hay que tomar más dinero prestado para pagar lo que se debe. Y cada vez nos cobran intereses más altos para “refinanciar” la deuda. Igual que el usurero del barrio.
La explicación de que estemos atados a los usureros –tanto los del FMI, como los fondos buitres y otros “inversores” privados- es que así lo quisieron los gobiernos que hemos tenido. Lo hicieron los gobiernos del kirchnerismo (y recordemos que muchos de los que hoy acompañan a Alberto Fernández votaron a favor del acuerdo de Macri con el FMI). Y lo hizo el gobierno macrista. Ahora el Frente de Todos ya se ha comprometido a seguir pagando.

¿Cuál es la salida?

Lo primero es denunciar públicamente, tal como lo hacemos desde el Frente de Izquierda Unidad, que la deuda externa es una estafa, un robo armado entre los usureros y los gobiernos que ayudaron a encadenarnos al Fondo.
Lo segundo es romper con el FMI y dejar de pagar la deuda usuraria.

Lo tercero es poner las principales palancas de la economía en manos del Estado (estatizar la banca y las finanzas, el comercio exterior, las riquezas del subsuelo como el petróleo, el gas y los minerales y las grandes industrias) bajo control de los trabajadores.

Lo cuarto es poner todos esos recursos al servicio de un plan obrero y popular que garantice salarios y jubilaciones que cubran el costo de vida. Y trabajo genuino para todos, con la construcción de viviendas, hospitales, escuelas, redes cloacales, eléctricas y de comunicaciones, caminos y ferrocarriles y todo lo que necesiten los trabajadores y el pueblo. Por eso llamamos a votar en el FIT-Unidad que levanta estas propuestas.