Perú: Dos estrategias - La rebelión campesina encabezada por Hugo Blanco y la polémica con el putschismo (1961-63)

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Perú: Dos estrategias - La rebelión campesina encabezada por Hugo Blanco y la polémica con el putschismo (1961-63)En los valles peruanos del Cuzco, a comienzo de los sesenta, se desarrolló la revolución agraria que encabezaba el trotskista Hugo Blanco. Al mismo tiempo, crecía la influencia de la revolución cubana en todo el continente. En Perú se produjo la primera desviación putschista en lasfilas del trotskismo, que dio lugar a dos asaltos bancarios. Nahuel Moreno, que por entonces dirigía Palabra Obrera, polemizó desde sus inicios contra aquellas posiciones. Y reclamó incansablemente el vuelco del POR/FIR peruano a la sindicalización campesina y al apoyo a Hugo Blanco, quien fue finalmente apresado en mayo de 1963. Reproducimos sus cartas, agotadas desde su primera edición en 1964 en el folleto Perú: dos estrategias. Para ayudar a la ubicación económico-social y política del Perú de entonces reeditamos como anexo el ensayo del historiador Hernán Camarero “Hugo Blanco y el levantamiento campesino en la región del Cuzco (1961-63)”.

 

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Prólogo de Miguel Sorans

Nahuel Moreno y su combate contra el putschismo en el trotskismo

El triunfo de la revolución cubana en 1959 significó un tremendo impacto político. La dirección de Fidel Castro y el Che Guevara ejercieron una enorme presión sobre miles y miles de luchadores. Una generación de revolucionarios latinoamericanos se sumó al accionar guerrillero rural o urbano. 

En casi todas las grandes organizaciones políticas del continente, tanto burguesas como en los partidos comunistas y toda la izquierda en los años sesenta surgieron alas procastristas y se produjeron escisiones. En Perú surgió el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) Rebelde; en Venezuela, de Acción Democrática se formó el MIR (Movimiento Izquierda Revolucionaria); también en el seno del peronismo de Argentina hubo sectores castristas. Esa influencia y los procesos de ruptura llegaron también al trotskismo latinoamericano.

En Perú, como parte del ascenso continental que abrió la revolución cubana, a fines de 1959 comenzó un alzamiento masivo campesino, concentrado en especial en el Cuzco y en los valles de La Convención y Lares, en medio de la Cordillera de los Andes. Los campesinos tomaban masivamente las tierras y los grandes propietarios se empezaron a organizar para defenderlas violentamente. Hugo Blanco se irá convirtiendo en el líder indiscutible de este proceso, impulsando la toma de tierras, la constitución de sindicatos campesinos y la sindicalización masiva.

Este proceso de movilización y organización nada tenía que ver con la orientación que pregonaba entonces la dirección cubana y, en especial el Che, con el “foco” guerrillero. Esto fue abriendo un choque político entre dos concepciones o dos estrategias para la revolución latinoamericana.

Los textos de Perú, dos Estrategias son un testimonio fiel del carácter vivo e inicial de aquellas polémicas. Fue un folleto publicado en 1964, de escaso tiraje y rápidamente agotado. Se reproducían varias cartas de Nahuel Moreno, enviadas entre 1961 y 1963, a Hugo Blanco, a otros dirigentes trotskistas peruanos, y en particular al argentino Daniel Pereyra. Su objetivo era polemizar con el auge del foquismo guerrillerista, a raíz del surgimiento, en 1961, de una desviación putschista en las filas del POR (Partido Obrero Revolucionario), el partido peruano afín a la corriente de Moreno.

Cehus reedita por primera vez desde entonces aquel folleto. Lo acompañamos con fragmentos de resoluciones del SLATO y de otras cartas de Moreno, a Hugo Blanco y a Daniel Pereyra (y algunas de sus respuestas), referidas a cuestiones ligadas a los problemas de dinero, a la compra o no de armamentos y otros aspectos mucho más internos en debate. Estos textos fueron publicados por primera vez en 1999, en el tomo 3, volumen 1 de la obra El trotskismo obrero e internacionalista en Argentina, coordinada por Ernesto González.

Para facilitar la comprensión del contexto en que se dieron estos procesos y estos debates, así como el marco político y social del Perú de entonces, añadimos a esta edición un material de lectura imprescindible, del historiador Hernán Camarero: “Hugo Blanco y el levantamiento campesino en la región del Cuzco (1961-1963)”, publicado en la revista Periferias. Revista de Ciencias Sociales N° 8, noviembre 2000.

La rebelión campesina encabezada por Hugo Blanco y el desastre del putschismo

Hugo Blanco había sido ganado para el trotskismo y la corriente de Moreno en Argentina, siendo estudiante en la Universidad de La Plata, en 1957. Al otro año volvió a Lima y se incorporó al POR. Blanco era originario de Cuzco y desde niño hablaba el quechua, la lengua de los campesinos. Tuvo que reinstalarse en el Cuzco obligado por una situación represiva. Nahuel Moreno lo convenció de la importancia del campesinado y de volcarse a esa tarea de masas para impulsar la movilización y la formación del partido. Blanco recordaría que “los aportes teóricos del camarada Nahuel Moreno, en especial, nos ayudaron mucho a tomar conciencia de esa importancia”1.

Consecuente con la aplicación del método marxista de arrancar siempre de la realidad de la lucha de clases, Moreno rompió con el supuesto esquema del trotskismo de que solo la clase obrera podría ser protagonista y vanguardia de un proceso revolucionario. Caracterizó que en Perú se abría un proceso de revolución agraria y que los revolucionarios debían volcarse a él, para desde ahí buscar la unidad con el proletariado y las masas urbanas. En la reunión del Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo (SLATO)2 de abril de 1961 se resolvió que el eje para la corriente era volcarse a la revolución peruana en curso. Y que todos los esfuerzos, empezando por los del partido argentino Palabra Obrera, debían volcarse a Perú. A partir de allí el partido argentino reunió cotizaciones en base a que muchos militantes remataron sus bienes personales para apoyar la lucha. Moreno viajaba periódicamente. En junio de 1961 se fueron a instalar al Perú, desde Argentina, Daniel Pereyra, José Martorell y Eduardo Creus, para apoyar la tarea de Hugo Blanco y reforzar la construcción del partido.

El primer capítulo del folleto Perú, dos estrategias, es una carta de Moreno a Hugo Blanco escrita el 24 de abril de 1961, en la que desarrollaba la política de conjunto para la movilización campesina. Es un texto que da una caracterización precisa de que la revolución en Perú había comenzado como revolución agraria, no como revolución obrera. Muestra así sus pros y contras. La desigualdad entre el campo y la ciudad y la necesidad de elaborar un programa y consignas que tienda a unificar buscando una dinámica de desarrollar un poder dual. Las consignas claves que lanza para desarrollar la revolución son: 1- Tierra y voto para el campesino, 2- Consignas para unir con la zonas urbanas y 3- Construir el partido revolucionario.

Pero lamentablemente, cuando por la unificación con otro grupo el POR se transformó en el FIR (Frente de Izquierda Revolucionaria), desde fines de 1961 esta línea empezó a ser cuestionada al ir incubándose en la dirección del partido peruano una desviación putschista encabezada por los militantes provenientes de Argentina. Influidos por la visión castrista y guevarista, Daniel Pereyra, Martorell y el grupo de Lima empezaron a plantear que el eje era crear “un hecho político” impactante tipo el intento de tomar el cuartel Moncada en Cuba en 1953. Así, resuelven preparar el asalto al cuartel de Gamarra en Cuzco para antes de las elecciones presidenciales de junio de 1962. La consecuencia de esta desviación derivaba también en la búsqueda rápida de dinero para “una buena organización” vía “expropiaciones”, asaltando bancos. Nada de esto se había discutido ni era la orientación aprobada en el SLATO, al cual amenazaban desconocer. 

A partir de allí se iniciaría un debate que tomaría luego dimensiones de tragedia política. Justo se produce esa desviación cuando a fines de 1961 la movilización campesina tenía cada vez más fuerza y Hugo Blanco ya era un líder de masas reconocido en todo Perú. En noviembre, en La Convención, se llegaron a reunir 40 mil manifestantes campesinos en repudio a la presencia de un ministro del gobierno nacional. El 15 de diciembre el grupo de Lima hizo el “primer ensayo” de su orientación, asaltando la sucursal Magdalena del Banco Popular.

Nahuel Moreno se opuso a este curso aventurero desde sus inicios. Este debate contra el putschismo y en defensa de una política revolucionaria de masas, será el centro de las cartas que formaron parte de la publicación en 1964 de Perú, dos estrategias. Con fecha del 5 de enero de 1962, Moreno envió dos cartas, una a Hugo Blanco y otra a Daniel Pereyra. Esta última se reproduce como segundo capítulo. Moreno trataba de convencer a Pereyra de que tenía una orientación equivocada, sin llegar a la ruptura, arrancando de reconocerle el mérito de sus esfuerzos por construir el partido peruano. El título del capítulo lo dice todo: “¿Putsch o poder dual?” En esa extensa carta Moreno empezó a desarrollar su primera elaboración polémica contra la equivocada orientación foquista que pretendía trasladar esquemáticamente la experiencia cubana a Perú o cualquier país.

El eje para Moreno era demostrar que una insurrección no es un “mero problema técnico”, sino que debe surgir del desarrollo de la realidad de la movilización y que para ello el tema central no es comprar armas o tener un “grupo especializado técnico”, sino lanzar las consignas correctas para la movilización y para desarrollar el poder dual campesino. Opone al armamento de un grupo aislado la consigna de “milicias armadas campesinas”. Consigna que no era una abstracción propagandística, sino que ya empezaba a surgir de la propia movilización con la toma de tierras y su defensa ante el ataque de los “gamonales”, los terratenientes. Alertaba con fuerza sobre el grave peligro de aislar a la vanguardia revolucionaria del proceso real que existía en el campesinado y que era encabezado por un dirigente trotskista como Hugo Blanco.

En la carta personal a Hugo Blanco del 5 de enero de 1962, que hemos añadido en esta edición como “Otros texto”, Moreno alertaba sobre el peligroso curso de la nueva orientación, decidida además sin consultar,  ratificaba la orientación votada en el SLATO y apelaba a esta instancia en el intento de revertir la desviación en un marco de debate colectivo: “El apuro no justifica órdenes entre dirigentes que no han discutido y menos acatar órdenes que van contra lo resuelto entre todos. Nosotros, en estos graves momentos en donde estamos por jugarnos el todo por el todo, creemos más que nunca en la elaboración colectiva.”3 Hugo Blanco reconoció siempre esta lucha iniciada por Moreno: “El mérito de haber reconocido primero y de haber comenzado una lucha seria contra esa desviación le corresponde al camarada Nahuel Moreno.”4

En febrero de 1962, Moreno viajó a Lima. Aunque logró algunas resoluciones positivas y generales, entre ellas la de parar el proyecto de asalto al cuartel de Gamarra, no pudo evitar el curso putschista. El 12 de abril se produjo el segundo asalto, esta vez al Banco de Crédito de Miraflores en Lima, que terminará en un fracaso completo. Uno de los militantes fue reconocido por un compañero de estudios al salir del banco con lo robado. Se desató una gran persecución policial. Moreno ayudó a organizar la fuga del “equipo expropiador”. Pero lamentablemente, llegando al Cuzco, el 28 de abril, fueron descubiertos, detenidos y torturados. A partir de que la policía supo quienes eran políticamente, se desató una persecución contra el grupo peruano y contra Hugo Blanco. Moreno ya había viajado a La Paz, donde fue detenido y acusado de ser el “autor intelectual” del asalto. El partido se desorganizó y gran parte fue preso. Todo este desastre llevó a un mayor debilitamiento de Hugo Blanco en el Cuzco. En la parte de “Otros textos” y en el artículo de Camarero se amplían estos acontecimientos.

El hecho tuvo un gran impacto nacional. Unos años después el periodista y escritor Ignacio Martínez escribió el libro Avisen a todos los compañeros, pronto, que luego fue llevado al cine.

Todas las cartas posteriores, mostrarán a Moreno insistiendo obsesivamente en que se retome la línea de impulsar y organizar a los campesinos y apoyar a Hugo Blanco, que se encontraba en una situación cada vez más difícil enfrentado armadamente, junto a la vanguardia campesina, a la represión violenta del régimen y los terratenientes. Finalmente Hugo Blanco caería detenido el 15 de mayo de 1963 y luego sería condenado a muerte. Una campaña mundial del trotskismo que tuvo gran repercusión y todo tipo de apoyos logró que finalmente se conmutara la pena por 25 años de cárcel y que lograra, años después, una amnistía.

Daniel Pereyra 50 años después

Perú fue la primera expresión de la temprana influencia castrista y guevarista en las filas del trotskismo y en particular en la corriente que encabezaba Moreno. Luego vendría la ruptura de Angel “Vasco” Bengoechea (1964). En 1967, se produciría la escisión en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Un sector, encabezado por Roberto Santucho y acompañado por Daniel Pereyra, proponía las tesis guevaristas. El sector de Nahuel Moreno se oponía, y en 1968 formó el PRT (La Verdad). Santucho encabezó el PRT (El Combatiente), alentado por Ernest Mandel y la dirección mayoritaria de la Cuarta Internacional reunificada en 1963-64, que impulsaron una desviación guerrillerista para América Latina.

Daniel Pereyra fue un importante protagonista del sector proguerrilla, al punto que fue el delegado del PRT (El Combatiente) al Noveno Congreso (1969) de la Cuarta Internacional. La dirección mayoritaria, con Mandel y Livio Maitan a la cabeza, dieron total apoyo a la orientación putschista, reconociendo al El Combatiente como sección oficial, mientras el PRT (La Verdad) quedaba como “simpatizante”. Luego Santucho rompería con la Cuarta Internacional. Pero la corriente mandelista siguió su apoyo a las direcciones castristas y guerrilleras. Al punto de apoyar el gobierno del sandinismo con Violeta Chamorro en Nicaragua en 1979 y aprobar la expulsión de la Brigada de combatientes Simón Bolívar. Daniel Pereyra siguió siendo un militante activo del mandelismo desde su exilio en España, donde se radicó definitivamente. Así fue que siguió todos los cursos revisionistas de esta corriente en apoyo a las direcciones reformistas de la izquierda. 

En su autobiografía –Memorias de un militante internacionalista–, publicada en 2014 por la Editorial RyR, 50 años después de los sucesos del Perú, ratifica esta trayectoria, al punto de reivindicar, por ejemplo, al gobierno de Nicolás Maduro de Venezuela. En todo este libro autobiográfico no aparece ningún balance crítico de la dirección cubana. Pero sobre la experiencia fallida de Perú, insólitamente pretende deslindarse de la acusación de “putschista”, señalando que son “injustificadas”  las críticas de entonces Moreno. Pretende negar que toda su trayectoria desde comienzo de los años 60 estuvo ligada a las posturas putchistas de la guerrilla latinoamericana. Valga recordar que es autor del libro Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha armada en América Latina, donde presenta una descripción reivindicativa de aquellos movimientos guerrilleros.

Pero lo más triste es que 50 años después lanza una calumnia difamatoria contra Nahuel Moreno. En esa reciente autobiografía Pereyra hace una serie de ataques morales a Moreno, sin presentar ningún fundamento y apoyado en citas de un historiador conocido como poco serio y fabulador, Osvaldo Coggiola. Pereyra lo cita para mostrar la supuesta inmoralidad de Moreno, porque habría usado la prensa burguesa, en La Paz, donde cayó preso y con pedido de extradición a Perú, para deslindar su responsabilidad en el asalto al banco de Miraflores. Cuando en realidad, “Moreno, públicamente, y de acuerdo con lo resuelto por el SLATO antes del asalto, debió deslindar toda responsabilidad en los hechos”.5

Pero lo más grave es que Pereyra hace la grave acusación moral de que Moreno podría haberse quedado con la plata del asalto al banco. Dice en página 163/4: “Sin duda Moreno [...] tendría que haber esclarecido [...] qué uso habían dado a ese dinero. Pero nunca se hizo y permaneció como la gran incógnita”. Es increíble que Pereyra por primera vez y luego de 50 años, escriba esta calumnia sin fundamento para ensuciar a Moreno y tratar de esconder el debate político sobre el balance de las orientaciones putchistas de los 60-70. Pereyra debería explicar cómo es posible que durante 50 años jamás haya mencionado esta grave denuncia, ni la haya presentado, ni en el PRT de Argentina, cuando volvió al país en 1966, ni tampoco en la corriente mandelista, a la que perteneció desde entonces. Pereyra debería explicar también porque ni Hugo Blanco, ni ningún dirigente trotskista peruano plantearon nunca esta grave acusación. ¿Por qué nunca Mandel, ni Livio Maitán, ni Bensaïd, ni Krivine ni ningún dirigente del mandelismo hicieron jamás este reclamo? Hubo todo tipo de debates políticos con Mandel y su corriente, pero nunca se mezclaron con ataques morales o difamaciones. Pereyra ha cruzado una raya de la cual será difícil volver.

El Che Guevara, por su concepción equivocada, ignoró la revolución agraria que encabezó Hugo Blanco

De la derrota que sufrió Hugo Blanco y la revolución agraria que se había iniciado en Perú también tienen gran responsabilidad el rol equivocado del Che y del castrismo. Pese a todas las evidencias políticas del desarrollo de la movilización campesina, de la toma de tierras, la sindicalización y el esbozo de milicias campesinas que se formaba, el guevarismo y el castrismo ignoraron esa realidad. Siguieron con su esquema y sus planes del foco guerrillero

Esto fue reconocido por Héctor Béjar, ex dirigente del PC y luego comandante del Ejército de Liberación Nacional (ELN) del Perú: “Hugo Blanco era y es un disciplinado militante trotskista. Este hecho planteaba a la izquierda un serio problema. ¿No se había dicho durante años que los trotskistas son agentes del imperialismo? […] prejuicios políticos, todavía subsistentes, le impedía dar a Blanco la colaboración que merecía”.6 “A comienzos de 1963, después de los encuentros de Pucyura, solo y abandonado, Blanco cayó en poder de la policía. Un resultado en el cual la izquierda en general y particularmente la izquierda revolucionaria, tenía seria, responsabilidad.”7

Hubo todo tipo de intentos políticos desde la corriente de Moreno para buscar el apoyo del Che y la dirección cubana. Pero nada se logró porque tenían otro proyecto. También aportaron a ese boicot objetivo el estalinismo, el Partido Comunista peruano, que tenía influencia en los sindicatos y en la central obrera peruana y combatió desde un primer momento el crecimiento de Blanco y su movimiento.

El propio Nahuel Moreno gestionó un encuentro con el Che, en 1961, aprovechando la presencia de Guevara en Punta del Este, por la Cumbre de las Américas. Tuvieron la reunión pero fue un encuentro formal, sin llegar a ningún acuerdo. En julio de 1962, la dirección de Palabra Obrera resolvió enviar al “Vasco” Bengoechea a Cuba a reclamar ayuda material de la dirección cubana para impedir que Hugo Blanco fuera cercado por las fuerzas represivas. Pero esa ayuda no llegó nunca. El “Vasco” demoró un año su regreso a Argentina, cuando era un viaje por unos pocos meses, y en ese lapso fue ganado por el Che para su concepción foquista y para el proyecto de lanzar focos guerrilleros en Perú, Bolivia y Argentina. Sin tomar en cuenta para nada el proceso que encabezaba Hugo Blanco. El Che, por su concepción equivocada, ignoró la situación.

En momentos que detenían en el Cuzco a Hugo Blanco, en mayo del 1963, el guevarismo lanzaba desde Bolivia a pequeños grupos para iniciar “focos” guerrilleros en Perú y Argentina. El grupo del ELN encabezado por Héctor Béjar Rivera, a fines de mayo, sería aniquilado apenas entra en territorio peruano. Béjar cae preso. A su vez, el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), del argentino Jorge Masetti, entraba en Salta para lanzar su foco guerrillero, unido al plan de acción del grupo urbano del “Vasco” que ya había tomado distancia de Palabra Obrera. Lamentablemente el EGP fue aniquilado por la gendarmería en marzo de 1964, en la selva de Orán. El cuerpo de Masetti nunca apareció. Y en julio moría Bengoechea a causa de una explosión en un departamento de la calle Posadas, de Buenos Aires.

La discusión sobre la guerra de guerrillas y en especial la concepción del “foco guerrillero” de Ernesto Che Guevara cruzó la política de las décadas del 60 y 70 en todo Latinoamérica. Nahuel Moreno, el principal dirigente del trotskismo latinoamericano, fue un protagonista clave de ese debate. Moreno tuvo la valentía política y el acierto histórico de salir a batallar contra el método equivocado del guevarismo. Lo hizo desde una postura socialista revolucionaria, reconociendo el carácter de revolucionario del Che, y opuesta a la crítica que le hacía entonces la burocracia soviética y sus partidos comunistas satélites que pregonaban la visión reformista de la “vía pacífica al socialismo”, proponiendo gobiernos de colaboración de clases8.

Nahuel Moreno siempre reivindicó que sólo la movilización revolucionaria de las masas podía derrotar al imperialismo y sus regímenes burgueses e imponer el socialismo. En ese camino insurreccional de masas la lucha armada sería un componente necesario, bajo las formas que se dieran en cada situación. Lo que cuestionaba era el dogma guevarista de que el desarrollo de la revolución socialista solo era posible vía la guerra de guerrillas iniciada por un pequeño grupo de heroicos revolucionarios instalados en una zona rural  (el “foco”). Ese dogma descartaba la importancia  de analizar la realidad de la lucha de clases de cada país, del programa, las consignas, de la realidad de la clase trabajadora, del movimiento de masas, sus organizaciones y la construcción de un partido marxista revolucionario.

Aquellas polémica no fueron un mero ejercicio intelectual o académico, sino un debate vivo sobre la intervención directa en la lucha de clases. Estas cartas de Nahuel Moreno son una escuela de política revolucionaria y de la aplicación del método marxista. Por eso son una lectura imprescindible para ayudar en el avance de las tareas centrales que siguen planteadas en la actualidad: la movilización de los trabajadores y las masas y la construcción de los partidos revolucionarios, en la perspectiva del triunfo de la revolución socialista.


 

Notas:

1. Hugo Blanco: Tierra o muerte. Las luchas campesinas en Perú. México, Siglo XXI, 1972,  pág. 7.

2. Desde inicios de los cincuenta la Cuarta Internacional estaba dividida entre el Secretariado Internacional, encabezado por Pablo y Mandel, y el Comité Internacional (CI) “ortodoxo”, encabezado por el SWP de Estados Unidos. Palabra Obrera era parte del sector del CI. El SLATO era el organismo que nucleaba a los grupos ortodoxos latinoamericanos: argentinos, chilenos, peruanos, entre otros.

3. Véase pág. 130 y 131 de esta edición.

4. Tierra o muerte…, ya citado, pág. 77

5. El trotskismo obrero…, ya citado, pág. 249..

6. Héctor Béjar Rivera: Perú 1965: Apuntes sobre una experiencia guerrillera. Editorial Sandino, pag. 47.

7. Idem, pág. 49.

8. Véase el texto polémico con el Che Guevara en 1964, Dos métodos frente a la revolución latinoamericana, en www.nahuelmoreno.org, que respondía a la tremenda presión del castrismo y a la ruptura de Angel Bengoechea con Palabra Obrera.

 

* Miguel Sorans es dirigente de Izquierda Socialista y de la Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI). En los años sesenta comenzó a militar en la corriente que encabezaba Nahuel Moreno (www.nahuelmoreno.org), adquiriendo una dilatada experiencia en el movimiento obrero y estudiantil. En 1979 fue uno de los dirigentes que encabezó la Brigada Simón Bolívar, que combatió en Nicaragua junto a los sandinistas contra la dictadura de Somoza. La BSB fue impulsada por Moreno desde su exilio en Bogotá (Colombia). En 1981 estuvo militando en el Perú, cuando Hugo Blanco era senador, en un bloque de parlamentarios trotskistas junto a Ricardo Napurí (senador) y Enrique Fernández Chacón (diputado). Sorans escribe en El Socialista y en Correspondencia Internacional (www.uit-ci.org)


Saludo de Hugo Blanco a la presentación del libro Perú, Dos Estrategias.

El fundador del Ejército Rojo, respetado por Nahuel y por mí, señalaba: "Hay que armar al pueblo con la necesidad de armarse". Aplicando esa enseñanza no nos desesperamos por la lucha armada. Entendemos su necesidad y comprendemos que cuando la gente decida hacerlo, ella sabrá cómo organizarse y armarse.

Perú - La Convención, Cusco, -1959 -1963

En esa zona había una explotación de tipo semifeudal al campesinado. El latifundista daba una pequeña parcela de tierra al campesino para que la trabajara para sí y en pago de eso el campesino debía trabajar para el hacendado. Los días de trabajo para el hacendado, no les dejaban tiempo para trabajar sus cultivos. Inconformes con esto organizaron sindicatos y formaron una federación. Mediante los sindicatos reclamaron a las autoridades de trabajo y consiguieron algunas mejoras. Sin embargo los hacendado de mentalidad más feudal, rechazaron ir a la convocatoria de las autoridades, decían "No estoy loco para discutir con mis indios la forma en que ellos deben servirme, hay que meter presos a los cabecillas y asunto arreglado". Como los jueces y la policía estaban a su servicio, realmente hacían eso.

Ante eso, los campesinos de tres haciendas de propietarios intransigentes, hicieron huelga, que consistía en no ir a trabajar donde el hacendado y en ese tiempo trabajar sus propios cultivos. Ese fue el embrión de la reforma agraria. Los hacendados, desesperados andaban armados dando disparos al aire y amenazando "¡Indios ladrones, me están robando mi tierra, los voy a matar!". Los campesinos fueron a quejarse a la Federación y los dirigentes les aconsejaron ir a quejarse a la policía, lo que hicieron. En el puesto policial les dijeron: "¡Indios sinvergüenzas, verdaderamente están robando la tierra al patrón y él tiene derecho a matarles como a perros!".

Volvieron a la Federación e informaron la respuesta policial. Ahí dijimos: "Los hacendados amenazan matarnos y cuando nos quejamos a la policía ella nos dice que tienen derecho a hacerlo, ¿Qué nos queda? Armarnos nosotros mismos para defendernos." Como yo era delegado de uno de los sindicatos más amenazados que estaban en huelga, me encomendaron organizar las brigadas de autodefensa, lo que obedecí.

Este es un método contrario al denominado "foquismo", en el que un grupo de valientes decide agarrar las armas para liberar al país.

Cuando comenzaron a perseguirme y me encontraba en el territorio de mi sindicato "Chaupimayo", fue a visitarme Luis de la Puente Uceda, dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionario y me preguntó cuándo reventaríamos nosotros, le contesté: "No sé, cuando las bases lo ordenen". Me respondió: "Eso no es correcto, es el partido el que debe decidir". Yo le dije: "Respeto mucho tu opinión, esa es precisamente nuestra diferencia, creo que el partido tiene derecho a proponer, pero quien decide es la organización colectiva." Ambos cumplimos lo dicho: Las bases nos ordenaron comenzar a actuar en noviembre de 1962. El MIR hizo los focos guerrilleros en 1965.

Al saber que habíamos decidido organizar la autodefensa los hacendados dejaron de amenazar y el gobierno envió a la policía a que cometiera atropellos para aplastar la huelga campesina que se había hecho general y que en la práctica era la reforma agraria. Como la autodefensa se alzó contra los atropellos, aunque nos costó vidas y prisiones, por temor al surgimiento de otros grupos de autodefensa, la policía se inhibió de cometer atropellos y se implantó la primera y más completa reforma agraria del Perú, en que no se dejó ni un palmo de tierra para los hacendados ni se les pagó un centavo.

Yo soy revolucionario y mi objetivo final es la revolución anticapitalista, pero no era yo el que determinaba los objetivos de la autodefensa, que eran defender al campesinado que hacía la reforma agraria, por eso nuestro lema no era "¡Revolución o Muerte!", sino simplemente "¡Tierra o Muerte!" y cumplimos con él, logramos la tierra.

México

A raíz de la terrible masacre de Tlatelolco, algunos jóvenes indignados fueron a Chiapas con el objetivo de iniciar un foco guerrillero. El sub-comandante Marcos relató posteriormente: "Cuando planteamos a los indígenas que pensábamos hacer un foco guerrillero ellos nos dijeron que estábamos desenfocados." Tuvieron que convencerse de que los indígenas tenían razón y participaron de las movilizaciones colectivas, entre ellas las del 5º centenario de la invasión europea. Paulatinamente los indígenas vieron que no les quedaba otro camino que la insurrección armada. No fue una lucha guerrillera, fue entre dos ejércitos. Luego de más de 20 años mantienen su principio de que la asamblea manda y los representantes electos (está prohibida la reelección) obedecen.

El año pasado tuve el honor de ser alumno (junto con otros centenares de invitados del mundo) de la escuelita zapatista donde los profesores eran los y las indígenas zapatistas que nos enseñaron cómo están construyendo un mundo nuevo. No creo en líderes ni caudillos, creo en la acción colectiva, que es lo que defiende Nahuel en su libro.

Hugo Blanco agosto 2015


Saludo a la presentación de Enrique Fernández Chacón

Diputado nacional en 1980-81 por el PST en el FOCEP del Perú. Ex dirigente metarlurgico y actual dirigente de UNios-UIT-CI

Estimado Compañeros: 

Que bien que hayan hecho una reedición de este libro, les confieso que fue uno de los primeros libros que leí. Se lo pedí a un amigo que era estudiante de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) porque aparecía como autor del mismo Hugo Blanco, con quien me identificaba sin conocerlo desde mi adolescencia.

Por el año 1965 era dirigente sindical y creía que el camino era hacer guerrilla, como en Cuba, pero no cuadraba con mi responsabilidad de dirigente obrero. Después de leer el libro cambié de opinión.

En el año 1968 comencé a militar en el FIR y curiosamente entré al partido en el momento que estaba cruzado por esa discusión, con el antecedente de haber leído ese material, opté casi inmediatamente por el camino en el que estoy ya un buen tiempo y con la certeza de haber decidido bien.

La lectura, nuevamente de dos estrategias, me ha refrescado la memoria y me confirma que escogí el camino adecuado, el mismo que recorro muy feliz, entre aciertos y errores hace casi medio siglo. Igualmente recordé con mucho cariño al autor del libro Nahuel Moreno, a ese gran compañero que se llamó Ernesto González, a ese ejemplo de moral revolucionaria que encarnaba Eduardo Creus y a tantos otros que las luchas nos unió, al margen del rumbo que posteriormente tomaron.

Dos estrategias, fue un libro al que llegue accidentalmente y que creo que sirvió, sirve y seguirá sirviendo en la lucha por construir organizaciones revolucionarias que nos lleven al socialismo.

Saludos compañeros y felicitaciones por la publicación.

Lima, 18 de Agosto del 2015.