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Suben los precios, caen los salarios
Basta de tregua
Por más que todos los días y desde hace meses el gobierno de Kirchner, su ex ministro Lavagna, y ahora Miceli dicen estar en una dura lucha contra la inflación y el alza de los precios, éstos no paran de crecer. ¿Cuántas fotos con diferentes empresarios hemos visto con el título “acuerdo de congelamiento de precios”? ¿Cuántas arengas presidenciales contra Shell, Coto, TBA y otros empresarios hemos escuchado bajo amenazas como “los vamos a tener cortitos”, mientras los precios siguen aumentando y los antiguos “enemigos” son recibidos en la Casa Rosada? Si el gobierno está “peleando duramente” contra los aumentos, debería reconocer que está recibiendo una paliza. Pero los golpes los recibimos los trabajadores y el pueblo. La carne ya es un bien de lujo, los productos de primera necesidad siguen aumentando. El control de los precios es otro verso kirchnerista.
Mientras, los salarios siguen perdiendo la carrera con los precios. Hay cinco millones de trabajadores en negro cuyo poder de compra cayó más del 50% desde la devaluación. Los estatales, con salarios congelados, ya perdieron más del 40%. Los únicos que se mantuvieron y en algunos casos pudieron superar a los precios fueron algunos gremios privados. El gobierno no tiene vergüenza en decir que tiene algo de responsabilidad en la mejora de este sector. Pero la realidad es que quienes lograron aumentos fueron aquellos que salieron a luchar duramente contra las patronales y contra el gobierno, que no dudó en colocarse del lado empresarial, en decretar ilegalidades de las huelgas, permitir despidos y sanciones o enviar policías a reprimir. Esto pasó en ferroviarios, subtes, aeronáuticos, camioneros, en fin, en donde se logró, con duras luchas, arrancar importantes aumentos, pese a las patronales y el gobierno.
Donde los salarios sí dependen directamente del gobierno -trabajadores estatales, docentes, de la salud pública, jubilados, planes sociales-, se mantienen congelados. La mayoría cobrando por debajo del nivel de pobreza, que está por los $850. Y en el presupuesto aprobado para el 2006 no hay un peso de aumento a estatales. Allí se ve, con claridad, la verdadera política salarial del gobierno.
Ante esta realidad, la CGT está en medio de una tregua no firmada. Ni hablar de la CTA, que en sus congresos provinciales desaparece la palabra plan de lucha y muchos de sus dirigentes, como D’Elía, se suman a las filas de los funcionarios gubernamentales. Moyano dice que “si no hay aumentos habrá reclamos generalizados”. Más que el secretario general de la CGT parece un comentarista político. Efectivamente, como fue en el 2005, el 2006 estará cruzado por luchas salariales, porque las familias trabajadoras no aguantamos más la caída del poder adquisitivo. En vez de impulsar un plan de lucha nacional unificado, sólo “alertan” al gobierno que ellos no las podrán frenar.
Hay un pacto de hecho de la CGT con Kirchner, de dejar hasta mitad de año el congelamiento salarial para permitir que el fisco recupere parte de los dólares pagados al FMI, pago que la CGT apoyó.
Barrionuevo trata de reunir a los «gordos» menemistas, que se habían alejado de la CGT, para que juntos puedan negociar mejor con K y frenar los desbordes. Moyano, mientras, trata que Miceli afloje en aumentar el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias para ver si así logra sostener la tregua.
Es necesario que la CGT deje de alertar y dé paso a la lucha. Un plan de lucha nacional, por un aumento salarial de emergencia a todos los trabajadores según el costo de vida -fundamentalmente de estatales y docentes-, para sacar del salario el impuesto a las ganancias, por un subsidio universal a los desocupados. Organicémonos para exigirlo.
Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.
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