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Panorama político

La pulseada del 2006

Aunque sin anunciarlo, Kirchner se tomó unos días de vacaciones. Lo mismo hicieron algunos de sus ministros. Vienen dando la idea de que las cosas están tranquilas después del pago al FMI. Pero los problemas están a la vista. Ya de vuelta en la Rosada, el presidente sigue centrado en uno de los grandes problemas que va a cruzar el 2006: la inflación. La amenaza de reclamos salariales está planteada en un horizonte cercano. Una nueva oleada de huelgas, durante este año, puede ir complicando el plan económico y político del gobierno. Kirchner- Miceli necesitan un pacto más sólido con los empresarios y la CGT. El tema de los cambios en el Consejo de la Magistratura y el juicio a Ibarra están pendientes. Desde los EE.UU. empiezan a ver con mayor preocupación la situación latinoamericana.

Felisa Miceli: ¿De qué se rie?

Felisa Miceli: ¿De qué se rie?

Sorpresivamente, The New York Times vinculó el pago al FMI con un supuesto giro a la izquierda de Néstor Kirchner. Pero “si hubiera que guiarse por el libreto que recitaron ayer Miceli y Redrado, podría convenirse que el gobierno se arrimó a la ortodoxia económica” (Clarín, 4/1/06). Aquí no hubo ningún giro a izquierda. La ministra Miceli y el presidente del Banco Central ratificaron que los pagos al FMI van a obligar a recuperar las reservas que se utilizaron, lo que significa una política de total austeridad y apriete al movimiento de masas. Por eso ya se prevé en el Presupuesto del 2006 que no habría aumentos salariales para estatales, docentes y empleados públicos de las provincias. Junto con una reducción del gasto social, léase no plata para educación, salud y obras públicas. “Mantener el superávit fiscal” significa mantener y profundizar la política de mayores impuestos, no sólo a los empresarios sino a los trabajadores y a la clase media. Por eso, hasta ahora, Miceli se niega a elevar el mínimo no imponible al Impuesto a las Ganancias. Con lo que se incluye en “ganancias” los sueldos de centenares de miles de trabajadores que cobran más de 1.850 pesos. O sea que, con el cuento de que “borramos la palabra ajuste”, se pretende seguir con el ajuste al pueblo.

Renovar el pacto con los empresarios y la CGT

La gran preocupación del gobierno es la inflación. Por eso arranca el año con una rueda con los empresarios, para sostener un acuerdo de precios de poca existencia real. Pero el trasfondo de ese intento es el miedo del gobierno y las patronales a que el 2006 sea otro año de oleadas de huelgas, incluso con reclamos salariales superiores. Empezando por los estatales y los docentes en los próximos meses. Esta será la gran pulseada del 2006. Justamente porque la historia de nuestro país muestra que siempre ha sido el movimiento obrero y sus luchas quienes hicieron entrar en crisis los distintos planes económicos de las multinacionales, el imperialismo y la gran burguesía nacional y extranjera. Así le pasó a Alfonsín, a Menem y a De la Rúa. Esa fue una de las causas centrales del fracaso del “modelo de los 90”. Kirchner y el gobierno saben que esa espada de Damocles está siempre presente. Más después del Argentinazo y del período de luchas salariales triunfantes que se abrió desde principio del 2005 con la victoria de los trabajadores de subterráneos.

El gobierno está obsesionado para evitar cualquier estampida de los precios porque sabe que eso es un incentivo directo para los reclamos salariales. Por eso Kirchner pasó del ataque virulento a Coto a recibirlo en la Rosada en forma exclusiva para pedirle que los precios se queden “quietos” por seis meses. Al mismo tiempo desfilaban por el Palacio de Hacienda representantes de Arcor, Molinos, La Serenísima, Granja Tres Arroyos, entre otros. Pero la Cámara de Alimentos (COPAL) ya advirtió que “la política de precios máximos siempre fracasó” (Clarín, 11/1). A ellos sólo les preocupan sus ganancias. Por eso nunca cumplen ningún acuerdo. Se dice que Coto le insistió a Kirchner con la necesidad de acordar con la CGT.

Se sabe que la política del gobierno es “sostener el actual pacto, no publicado ni anunciado, con la CGT, para mantener la estabilidad salarial. Hugo Moyano se comprometió ante Kirchner a reducir los reclamos hasta abril” (Panorama empresarial, Clarín, 30/12/05).

Aunque la conflictividad salarial se redujo en las primeras semanas de enero la perspectiva es hacia un retome de las luchas en los próximos meses. Uno de los centros de la conflictividad se puede dar en los estatales y los docentes de todo el país. En ese sentido, lo más probable es que la tregua de la CGT, que acompaña la CTA, pueda empezar a ser rota desde abajo.

La verdadera redistribución de la riqueza de Kirchner

Mientras Kirchner y Miceli hablan de “la nueva etapa sin FMI” para una “mejor redistribución de la riqueza”, los números dicen cuál es su verdadera política: aumentar las ganancias de las multinacionales, los banqueros y los grandes grupos nacionales.

Veamos quiénes fueron los ganadores del 2005. “A mediados de los años ’70, el 10% más rico concentraba 24% de los ingresos del país. Hoy saltó al 36%”. En el otro extremo la pobreza alcanzó el 38% de los argentinos. Se trata de cerca de 14 millones de personas (datos Clarín, 24/12/05).

Durante el 2005, la española Repsol YPF, sólo en los primeros nueve meses, ganó casi 1.315 millones de dólares (M/D). Otros ganadores fueron los bancos en su conjunto y varias privatizadas que reestructuraron su deuda en dólares, con lo cual lograron una reducción. Entre las empresas medianas, por ejemplo, Cerámica San Lorenzo, en nueve meses acumuló ganancias por 17 millones de pesos. Rigolleau acumuló más de 20 millones de pesos con sus envases de vidrio ámbar que vende a las cerveceras.

Sidecar (ex Somisa), empresa de Techint, en el mismo período acumuló ganancias por 310 millones de dólares. Siderar además habría “aportado 250 millones de dólares de sus reservas para pagar la compra de Hylsamex (acería mexicana)” (datos Clarín , 31/12/05).

La pelea por el Consejo de la Magistratura

Sobre el fin de año, el proyecto de Kirchner de reducción de los miembros del Consejo de la Magistratura abrió un nuevo frente de conflicto entre el gobierno y la oposición patronal y de centroizquierda. A punto tal que se constituyó un inesperado bloque que va desde Macri y López Murphy (PRO), la UCR, Carrió y el ARI hasta Binner y el PS, que se oponen a la reforma.

¿Cuál es la discusión? El Consejo de la Magistratura fue creado a partir de la reforma constitucional de 1994. Su tarea es administrar los fondos del Poder Judicial, analizar las conductas de los jueces y designar a los nuevos jueces. Fue parte del Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín. El menenismo hizo esta concesión a la oposición patronal (un mayor control de los jueces por la oposición) para que la UCR votara la enmienda de la reelección. Justamente ahora Kirchner quiere reducir de veinte a trece los miembros del Consejo, lo que alteraría la proporcionalidad. El oficialismo se aseguraría cinco miembros. Esto no le daría capacidad para designar o remover jueces (hacen falta dos tercios), pero sí para bloquear cualquier decisión si no está de acuerdo. El gobierno, envalentonado con su triunfo electoral, quiere avanzar por arriba, debilitar aún más el rol de la oposición patronal y tener una mayor injerencia sobre la justicia, para cubrirse de actos de corrupción y de presiones políticas.

Los trabajadores y la izquierda no tienen nada a favor de una postura u otra. La justicia, con un Consejo de la Magistratura del número que sea, no cambia su carácter corrupto y al servicio del sistema patronal. Es una pelea entre ellos, pero que muestra dos cosas: 1) que Kirchner no quiere ninguna “nueva justicia” para el pueblo y 2) que esas peleas incentivan nuevos elementos de crisis en el régimen político patronal.

Lo único positivo a nivel de la justicia han sido los fallos de condena perpetua para los asesinos de Kosteki y Santillán o la ratificación de la cárcel para Chabán. Pero estos fallos no se dan por un cambio en la justicia corrupta y patronal, sino pese a ella. Son fruto de la movilización popular permanente, que ha obligado a los jueces a tener que ceder estos fallos, que son verdaderos triunfos populares.

Latinoamérica y la preocupación de los yanquis

El 2006 será un año importante en la Argentina y en todo el continente. Latinoamérica vive una situación revolucionaria desde hace años. Este ascenso obrero, popular, indígena y campesino se ha reflejado en el Argentinazo, las derrotas de Bush en Venezuela, las insurrecciones populares que tumbaron a Lucio Gutiérrez en Ecuador y a distintos gobiernos en Bolivia; hasta las huelgas en Argentina, Uruguay, Perú, Colombia, Brasil, Panamá, Nicaragua, El Salvador, etc. Este proceso también se ha reflejado electoralmente con la llegada de gobiernos de centroizquierda como los de Lula, Tabaré Vázquez y ahora con el contundente triunfo del MAS de Evo Morales en Bolivia. También el doble discurso de Kirchner es parte del mismo. Lo más avanzado es el gobierno de Hugo Chávez, que tiene un rol independiente de Bush. Distintos comentaristas yanquis reflejan la creciente preocupación de Bush y el imperialismo yanqui por la situación política de Latinoamérica.

Cada vez es más evidente que el imperialismo está debilitado. Está siendo derrotado en Irak; la incapacidad o muerte política de Sharon no hace más que profundizar la crisis de Medio Oriente a causa de la resistencia del pueblo palestino; Katrina y la huelga de los trabajadores del transporte de Nueva York mostraron que en los propios EE.UU. avanzan los problemas sociales. Nuevas rebeliones populares en Latinoamérica no harían más que complicarle el panorama a Bush.

La preocupación del imperialismo no es tanto por los gobiernos de centroizquierda, muchos de los cuales, como Lula, Tabaré Vázquez y Kirchner, más allá de la retórica, cumplen al pie de la letra sus dictados. Su gran problema es la radicalización de las masas, que incluso han derribado gobiernos como el de Lucio Gutiérrez, al que habían votado creyendo que iba a producir cambios de fondo. Rebeliones de masas en nuestro continente no son, para los yanquis, lo mismo que Irak, porque se trata de su “patio trasero”, que tiene más vasos comunicantes con los trabajadores y el pueblo estadounidense.


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