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La CGT y la CTA siguen en la tregua$1.800 para todosA los trabajadores no les queda otra cosa que salir a pelear por aumento de salarios para combatir la inflación. El gobierno ha instalado que para dejar de ser pobre hay que ganar $891. Pero una familia tipo, para vivir dignamente, necesita 1.800 pesos. La CGT y la CTA deben abandonar la tregua y unificar los reclamos para que todos los trabajadores ganen ese monto.
La inflación no da tregua. Los alimentos básicos siguen por el ascensor, mientras los salarios van por la escalera. Por eso Kirchner intenta a toda costa sellar acuerdos de precios con los empresarios para después “congelar” los reclamos salariales. El mensaje hacia los trabajadores será: “Los precios están disciplinados, ahora disciplínense ustedes”. La política del gobierno consiste en no dar aumentos de salarios y convencer a los dirigentes sindicales de que el supuesto círculo virtuoso sería el siguiente: “Es mejor lograr más empleo que aumentos de salario. Si hay más trabajadores habrá más asalariados que aporten al sistema gremial. Y así se empieza a redistribuir el ingreso”. De es ta manera, Kirchner le está dando una mano a las patronales. No hay que olvidar que el presidente, como patrón de los estatales y jubilados, congeló sus ingresos en el presupuesto de este año. ¿En qué está la CGT? La CGT ha reclamado verbalmente que se convoque al Consejo del Salario Mínimo para llevarlo de $630 a $891, se eleve el mínimo no imponible de 1.850 pesos a 3.000 para que los salarios no paguen Impuesto a las Ganancias, 30% de aumento para los jubilados y apoyo a los reclamos de los estatales. ¿Pero cuál es la estrategia de la CGT si el gobierno dice que no? ¿Salir a luchar? No. Llevar los reclamos a la Justicia o presentar proyectos de ley a través de sus diputados de extracción sindical. (Ver recuadro.) ¿Cuándo la Justicia o el Parlamento hicieron algo a favor de los trabajadores si no fue por las luchas? Nunca. Es equivocado entonces el camino elegido por los dirigentes de la CGT. Y lo hacen porque la central “respalda plenamente el programa presidencial”, según lo dijo su asesor Héctor Recalde. Por eso una fuente sindical señaló: “Las protestas incontrolables de los delegados de subterráneos, los estatales de ATE y los judiciales bonaerenses pertenecen a gremios que no responden a la CGT y eso Kirchner lo sabe. Y cuando los camioneros o los aeronáuticos son los que paran, lo hacen contra empresas y no contra el Estado” ( La Nación, 24/01). Romper la tregua y salir a luchar El gobierno abre el paraguas porque sabe que los reclamos salariales son su dolor de cabeza. Todos anuncian que “marzo será un mes clave para las huelgas” porque se tienen que renovar varios convenios colectivos firmados en el 2005 como los de comercio, construcción y metalúrgicos y tienen miedo que se les descarrilen las negociaciones. En la alimentación están reclamando un 33% de aumento para llevar el básico a 1.600 pesos. En la Renault de Córdoba, por ejemplo, acaban de lograr con paros un aumento del básico a $1.815, llevando el salario de bolsillo a 2.055 pesos. También están reclamando los trabajadores de Southern Winds de Córdoba, el Hospital Francés, y amenazan con parar los docentes bonaerenses si no hay arreglos salariales satisfactorios antes de que comiencen las clases. Para vivir dignamente lo que hay que percibir no son los 891 pesos que el INDEC señala como piso de ingreso para salir de la pobreza, sino los $1.800 que le hacen falta a una familia tipo para alcanzar la canasta familiar y poder pagar los gastos esenciales para su subsistencia. Además, hay que reclamar la escala móvil de salarios de acuerdo con la inflación, terminar con el trabajo en negro, las tercerizadas y la precarización laboral. Es to es lo que hay que arrancarles a la CGT y CTA desde abajo, para lograr un verdadero aumento de salario para todos. Para eso hace falta un plan de lucha debatido y decidido en la base, eligiendo paritarios en asamblea, con cargos revocables, que lleven ese mandato a las negociaciones. Todo lo demás es puro verso al servicio de seguir avalando la política oficial que, de la mano de las patronales, aspira a que los salarios sigan perdiendo la batalla contra la inflación. |
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