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Mercedes Petit

13 de agosto de 1961: en la Alemania dividida

Comenzaba la construcción del Muro de Berlín

El Muro de Berlín se sostuvo durante 28 años. Pasó a la historia cuando en 1989 fue derrumbado por la movilización revolucionaria del pueblo de la República Democrática Alemana (RDA). Caía la siniestra dictadura de Erich Hoeneker y el Partido Comunista (PSU), y se iniciaba la reunificación del país.

Secuencia de tres fotos: En la calle Bernauer nº 29, una anciana de 77 años escapa por la ventana de su casa en el primer piso. Agosto 1961

Secuencia de tres fotos: En la calle Bernauer nº 29, una anciana de 77 años escapa por la ventana de su casa en el primer piso. Agosto 1961

Niños jugando al lado del muro, cuando ya era una enorme barrera de hormigón

El muro separaba a Berlín Oriental (y toda la RDA) de Berlín Occidental, perteneciente a la RFA. Arriba a la derecha, la división de Alemania.

En mayo de 1945 se produjo la rendición del Tercer Reich, cuando las tropas del ejército soviético tomaron Berlín, la capital de Alemania. La burocracia de la URSS, encabezada por José Stalin, y los líderes imperialistas Winston Churchill (primer ministro inglés) y Franklin D. Roosevelt (presidente de EE.UU.), pactaron dividir el país. Así, además de respetar las respectivas “esferas de influencia” que venían discutiendo para la posguerra, se aseguraban que el otrora poderoso proletariado alemán (el de más nivel y trayectoria revolucionaria de Europa) tuviera más dificultades para levantar cabeza. En la zona más extensa, poblada y desarrollada, hacia occidente, se formó la República Federal Alemana (RFA), con capital en Bonn. Más o menos un tercio del país, la zona de menos población y menor desarrollo industrial, hacia Europa central, se constituiría en la RDA, con capital en parte de Berlín.

La antigua capital, situada en el centro de la RDA, quedó ocupada y dividida. En la parte oeste, estaban las tropas yanquis, inglesas y francesas. En el este, el Ejército Rojo (ver mapas). El imperialismo yanqui envió millones de dólares a la RFA para impulsar su reconstrucción (el llamado Plan Marshall).

Una dictadura burocrática con el nombre de “socialismo”

En Alemania Oriental se instaló un régimen parecido a los de Polonia, Hungría, Checoslovaquia y otras naciones de Europa central. Una dictadura del Partido Socialista Unificado (así se llamaban los comunistas), un aparato burocrático y totalitario, que respondía directamente a las órdenes de los jefes de Moscú, protegido por las tropas rusas. Con la eliminación de la burguesía y la planificación económica fueron lográndose mejoras para la población, como el pleno empleo y la participación amplia en actividades deportivas y culturales, aunque siempre modestas e inferiores a las de sus vecinos, protegidos por el imperialismo yanqui. Y además, bajo una constante represión, sin ningún tipo de libertades, y con una vida regimentada por el control burocrático. La Stasi, policía política, ganó fama como una de las más poderosas y “efectivas” del bloque soviético. Envió a miles de espías a su vecina, la RFA, e impuso el espionaje y la delación mutua entre gran parte de los alemanes orientales. Sus mazmorras fueron centros de tortura.

El Muro de la vergüenza

La división burocrática-imperialista del país y la opresión de la dictadura de Walter Ulbricht, pesaban sobre los orientales. En 1953 hubo importantes huelgas obreras en Berlín, que fueron duramente reprimidas. Se hacía cada vez más difícil mantener un equilibro entre ambos sectores. Se calcula que aproximadamente dos millones y medio de personas se habían pasado al lado occidental hasta 1961*. Para impedir la fuga de su población, la burocracia, apoyada por Moscú y las tropas del Pacto de Varsovia, optó por la construcción del muro.

Sorpresivamente, a la madrugada del 13 de agosto, el ejército, la policía y brigadas de trabajadores movilizados empezaron a instalar alambres de púa y una línea de centinelas. Detrás de ellos aguardaban tanques y tropas. El transporte público entre ambos sectores de Berlín se detuvo y fueron cerrados todos los pasos fronterizos. Muchas personas aprovecharon los lugares que aun escapaban a un control estricto, como zonas con ruinas de la guerra, para huir improvisadamente al otro lado.

Rápidamente, fue creciendo la fortificación, con la instalación de postes, barricadas y trincheras desgarrando el pavimento. A ambos lados, la gente se juntaba y miraba azorada. Otros protestaban; hubo gases y chorros de agua. Para el 26 de agosto, los berlineses orientales ya habían quedado aislados de la zona oeste. En muchas casas la construcción quedaba casi en contacto con sus paredes, y los moradores ya no podrían pasar a la vereda de enfrente. En los primeros días algunos huyeron saltando directamente de las ventanas.

En las semanas siguientes se fue levantando un muro de ladrillos de 30 centímetros de espesor. Con el paso de los años, la barrera que obligaba a los berlineses a vivir recluidos en esa caricatura de “socialismo” siguió creciendo. Se levantaron torres de control, áreas de vigilancia con perros, pinchos de acero asegurados al piso, malla de alambre, zanjas, fuerte iluminación y alarmas acústicas y ópticas. En las zonas más pobladas de la ciudad había patrullas civiles recorriendo constantemente la zona del muro. Según el partido oficial, se había instalado “una barrera antifascista”. Muchas familias quedaron separadas a un lado y otro por esa monstruosidad.

El socialismo es progreso y libertad

Ni las modestas conquistas, ni las constantes campañas de la burocracia soviética y la dictadura del partido único sobre los “logros del socialismo” pudieron evitar que la división del país y la represión fueran rechazadas en Alemania oriental. Aunque parecía inexpugnable, más de 5.000 personas lograron atravesar el muro, de las maneras más increíbles y diversas. Centenares murieron o fueron heridos en el intento (ver recuadro). En total, entre 1961 y 1988 hubo más de 600.000 alemanes orientales que se refugiaron en la RFA, logrando permisos o por otras vías**.

Finalmente, en 1989 empezó un éxodo de masas, a través de Hungría y otros países vecinos. Hasta que el 9 de noviembre la población de Berlín Oriental optó por no huir, sino acabar con el Muro, que comenzó a ser derribado con picos y martillazos por una multitud exultante. El pueblo alemán tomaba en sus manos la reunificación del país.

 

* El libro The rush to German Unity, de Konrad H. Jarausch, eleva esta cifra a más de 3 millones 400 mil emigrados entre 1950 y 1961.
** Idem.


El Muro en cifras

(La Nación, 5/9/99)

• 155 Km. de largo (43 Km. dentro de Berlín)

• 302 torres de vigilancia

• 14.000 guardias con perros

• 3.221 personas arrestadas cerca del Muro

• 239 muertos en intento de fuga, 260 heridos.

• 5.043 fugas exitosas (incluyendo 574 soldados)


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