May 17, 2024 Last Updated 1:34 AM, May 17, 2024

Chile: Carabineros asesinaron a un dirigente mapuche

El Peñi Camilo Catrillanca fue ejecutado por los carabineros, con un balazo en la cabeza y por la espalda. Sucedió mientras manejaba su tractor junto a un menor de edad. El ministro del Interior sostuvo que fue baleado “accidentalmente”.
El MST (sección chilena de la UIT-CI) acusó al gobierno de matarlo para mantener la usurpación de sus tierras, beneficiando a las empresas forestales y latifundistas de la zona.


 Francia: La rebelión de los “chalecos amarillos”

El sábado hubo cerca de 3.000 manifestaciones, bloqueos y cortes de carreteras y autopistas. Los rebeldes, sin dirección ni organización sindical o política reconocida, se identifican con chalecos amarillos y son de zonas campesinas y ciudades chicas. Reclaman contra el gobierno conservador de Macron por la suba del precio de la nafta y el gasoil, el costo de vida y los impuestos. El próximo sábado anuncian la “paralización de París.


 Colombia: Fuerte represión a los estudiantes

Una gran movilización de estudiantes, indígenas y sindicatos de trabajadores protestaban el jueves pasado rechazando la política económica del gobierno de Duke, la rebaja de la financiación estatal a la universidad pública, el aumento del IVA y de la canasta familiar. Los estudiantes, a pesar de que se trataba de una marcha pacífica, fueron brutalmente reprimidos por la policía antidisturbios que detuvo a 119 de ellos, llevándoselos incluso en autos sin placas y con agentes de civil, dejando un número indeterminado de heridos y registrándose torturas de los detenidos.

Escribe Mercedes Beauvoir

Las elecciones de medio término en los Estados Unidos le dieron un golpe político al gobierno reaccionario de Trump. Los republicanos perdieron la mayoría en la Cámara de Representantes, donde los demócratas canalizaron la bronca contra Trump. Se produjo un voto castigo de diversos sectores sociales contra su discurso de odio, machista, misógino y racista en medio de la crisis que atraviesa la región por la caravana migrante. El gobierno queda debilitado y se profundiza la crisis de dominación imperialista norteamericana en un contexto internacional de roces interburgueses con China y la Unión Europea, mientras el capitalismo no logra superar la crisis económica mundial.

El pasado martes los resultados de las elecciones de medio término de Estados Unidos fueron un verdadero plebiscito de los dos años de gobierno de Trump. Los demócratas se quedaron con la mayoría de la Cámara de Representantes y los republicanos mantuvieron la de Senadores. Al final de la votación, Trump dijo en las redes sociales que fue “un éxito tremendo esta noche ¡gracias a todos!”, y recibió el saludo del neofascista Salvini de la Liga del Norte de Italia. Pero los republicanos no tienen nada para festejar. Perdieron las gobernaciones de Kansas, Wisconsin y Michigan, que fueron tres estados claves en su victoria de 2016.

Si bien el voto no es obligatorio en los Estados Unidos y la elección se realiza un día hábil, la votación fue la más grande en el país de los últimos años y terminó con un traspié para Trump que perdió un sector del electorado que votó por él en 2016, sobre todo entre los trabajadores de las industrias y los suburbios. Esto se explica por una combinación entre las amenazas de atacar el endeble sistema de salud Medicare y una economía que no logra repuntar. Asimismo, la exacerbación de su discurso de ultraderecha y racista hacia los migrantes junto con el envío de tropas hacia la frontera se expresó en que 69% de los latinos votó por los demócratas, número que llega a 90% entre las comunidades afroamericanas. 

En el plano internacional, el impacto de este resultado será equivalente al nivel de referéndum de su gestión. En otras palabras, aparece una debilidad relativa pero concreta como jefe del imperialismo mundial. Todo esto podría tener repercusiones en el marco de la “guerra económica” con China y en cómo se resolverá la caravana migrante. Pero, sobre todo, es un llamado de atención al reaccionario y neofascista brasileño Bolsonaro, quien asumirá el gobierno de Brasil e intentará imponer un plan de mayor explotación a las masas y recortes de las libertades democráticas, pero que deberá enfrentar la resistencia del movimiento #EleNão y de los trabajadores y sectores populares.

El proyecto reaccionario de Trump queda debilitado  

Desde que Trump asumió el gobierno de los Estados Unidos se abrieron importantes debates en la izquierda a nivel mundial sobre si su triunfo electoral era parte de una “ola conservadora” y acerca de si hay en el mundo un giro a la derecha de las masas. Interrogantes que surgieron de la victoria electoral de un ultraderechista en el gobierno, nada más y nada menos que en los Estados Unidos. Evidentemente, en un país con una baja movilización social, los republicanos tienen una base social de derecha, el voto del hombre blanco, tradicional y reaccionario. Pero muchos de los que votaron a Trump lo hicieron con fuertes contradicciones y por el fracaso de los ocho años de gobierno de Obama. No olvidemos que Obama frente a la crisis de 2008 realizó un claro salvataje a los bancos y grandes empresas, en detrimento de las necesidades de las masas.  

Trump asumió siendo el presidente más impopular de Norteamérica y en medio de las históricas movilizaciones del movimiento de mujeres. En la primera convocatoria de 2017, conocida como la Women´s March, miles de personas salieron en las principales ciudades del país contra la política machista, misógina y racista de Trump. Al año siguiente, la convocatoria se repitió e incorporó la denuncia de los intentos de recortes en la salud pública y las amenazas de avanzar contra el derecho al aborto. Y hace meses el movimiento de mujeres volvió a salir a las calles contra la política migratoria de Trump de separación de las familias.

En estas elecciones legislativas. Trump perdió el voto popular por un amplio margen de más del 8% a nivel nacional. Perdió en los sectores industriales, en los suburbios y en las grandes ciudades. Perdió entre los jóvenes y las mujeres. La división del voto entre republicanos y demócratas muestra la polarización social: mientras el voto conservador del sur, del hombre blanco y los sectores rurales fue al partido de Trump, la exaltación de su discurso reaccionario hizo reorientar el voto tradicional republicano de las clases medias de los suburbios y las mujeres blancas. El voto demócrata canalizó una mirada progresiva sobre las perspectivas en el país, fue un voto contra los recortes en la salud pública, contra los ataques a las mujeres y las identidades disidentes, los migrantes y la diversidad cultural. 

Hay un espacio para una izquierda independiente

Lo más llamativo de estas elecciones fue el lugar de las mujeres, las identidades disidentes y los migrantes. Las elecciones de medio término no solo tuvieron récord en la cantidad de mujeres candidatas, sino que por primera vez se eligieron representantes musulmanas y de pueblos originarios. Jared Polis será el primer gobernador abiertamente gay del país por el estado de Colorado; Rashida Tlaib, en Michigan, será la primera musulmana diputada. Y se destaca la elección de Alexandria Ocasio-Cortez en Nueva York, de origen portorriqueño, que con 29 años será la mujer más joven en entrar al Congreso y que se reivindica “socialista”. Este voto reflejó un ala más a la izquierda del Partido Demócrata, que en la elección presidencial se reflejaba con la candidatura de Bernie Sanders. Este voto a “izquierda” muestra que sigue existiendo un espacio para construir una alternativa de izquierda independiente de los dos partidos imperialistas (Republicano y Demócrata) que se alternan en el poder. Ante la negativa de Sanders de dar ese paso, deben ser la nueva vanguardia y los grupos de izquierdas y socialistas los que deberían tomar esa tarea.

En conclusión, este resultado plantea un límite al discurso racista, xenófobo y antiinmigración de Trump. La disputa entre los republicanos y demócratas tendrá nuevos capítulos en el Congreso. Pero lo más importante es que la elección marcó un golpe político para Trump. No significa la debacle del gobierno, pero sí es un voto crítico que se canaliza a través de los demócratas y expresa un movimiento de oposición a su proyecto ultrarreaccionario. Se agudiza así la crisis del gobierno de Trump y del imperialismo norteamericano.

Al menos siete palestinos murieron y más de quince resultaron heridos este lunes 12 en el área de Beit Lahia, en el norte de Gaza, tras los sistemáticos bombardeos del Estado sionista de Israel. Se trata de una nueva escala de violencia criminal por parte de Israel contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza que se inició el domingo.

Todo comenzó cuando una “fuerza especial” de Israel penetró en territorio de Gaza para realizar una “operación especial” y fue interceptada por una brigada de Ezedin al Qasam, brazo armado de Hamas. El propio Israel y sus fuerzas armadas tuvieron que reconocer que realizó una operación encubierta en territorio palestino: “Las fuerzas armadas confirmaron la muerte de uno de sus comandos infiltrados, un teniente coronel de operaciones especiales de 41 años, identificado solo con la letra M, cuyo cuerpo pudo ser evacuado” (El País, 13/11). En realidad, se trata de una nueva acción militar en territorio palestino para avanzar en su ocupación, que lleva 70 años, avalada por el imperialismo norteamericano.

Los bombardeos israelíes, con aviones caza F-16 y helicópteros artillados, comenzaron antes que Hamas ordenara lanzar cohetes sobre el territorio de Israel. Tuvieron el objetivo de permitir la retirada de las fuerzas especiales sionistas. Y ahora continúan en nuevas represalias contra el pueblo palestino. Los medios de comunicación buscan confundir y argumentar que hay un “enfrentamiento” como si el Estado sionista de Israel no estuviera realizando un genocidio sistemático para ocupar el territorio de la Franja de Gaza y Cisjordania. Sólo en lo que va del año más de 200 palestinos murieron por la violencia ejercida por el Estado de Israel.

Desde la UIT-CI repudiamos los bombardeos israelíes y estos nuevos crímenes del Estado sionista y racista de Israel. No hay salida para el pueblo palestino con la utopía de una posible “convivencia pacífica” entre los dos Estados. Llamamos a los pueblos del mundo a realizar acciones de solidaridad con el pueblo palestino y a levantar la exigencia de que sus gobiernos rompan relaciones con Israel.

¡Alto a la masacre en Gaza! ¡Basta de represión criminal al pueblo palestino!¡Libertad a todos los presos palestinos! ¡Basta del estado de apartheid de Israel! Solo con un Estado único, laico, democrático y no racista en Palestina podrá haber paz en la región. ¡Fuera el imperialismo de Palestina y todo Medio Oriente!

¡Apoyo incondicional a la resistencia del pueblo palestino!

Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
13/11/2018
 

Nuestro partido, como parte de la Unidad Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI) hace campaña permanentemente en apoyo al pueblo palestino, y es parte de todas las instancias unitarias de movilización cada vez que hay un ataque del Estado sionista de Israel en Gaza o Cisjordania.

Hemos denunciado la firma del tratado de libre comercio del Mercosur con Israel, en el caso argentino, por parte del gobierno kirchnerista, y siempre hemos exigido la ruptura de relaciones políticas y de todo tipo con Israel.

El año pasado, cuando visitó el país el primer ministro Benjamin Netanyahu, nuestro diputado en ejercicio Juan Carlos Giordano fue el único que presentó un proyecto de ley en el Congreso para repudiarlo. Posteriormente, nuestra diputada Laura Marrone viajó a Palestina para llevar la solidaridad de nuestro partido a ese pueblo heroico. Y el diputado Babá, del partido hermano brasilero, la CST, sufrió una campaña de calumnias del sionismo en ese país por solidarizarse con el pueblo palestino.
Consideramos que no habrá paz para el pueblo palestino si no se termina con el Estado terrorista y genocida de Israel y se le devuelven las tierras originarias que le fueron usurpadas con la creación artificial de ese Estado en 1948. Solo con un Estado único, laico, democrático y no racista, como parte de la lucha por una Palestina libre, reconociéndoles todos los derechos a ese pueblo para que puedan convivir pacíficamente, se podrá terminar con tantas muertes y opresión. Por eso valoramos a personalidades como Waters que, más allá de una visión distinta del mundo a la que tenemos los socialistas revolucionarios, tiene el enorme mérito de ser consecuente con su apoyo a las luchas justas, las “que iluminan al mundo”, como la causa palestina.

Escribe Miguel Sorans

Brasil es, luego de Venezuela, el punto más alto de la crisis política y social en América latina. El impactante resultado electoral del ultraderechista Bolsonaro es la expresión de esa crisis y del fracaso de la izquierda reformista latinoamericana. En particular de Lula, Dilma y el PT, que tuvieron más de 15 años de gobierno con ajuste y corrupción. El triunfo de Bolsonaro abre todo tipo de incógnitas y debates sobre el porqué del avance de la ultraderecha. ¿Por qué millones, incluidos trabajadores y sectores populares, le dieron el voto? ¿Brasil va hacia una dictadura o hacia un nuevo fascismo?

El debate está centrado en por qué triunfa alguien como Bolsonaro, una figura de ultraderecha, neofascista, con un equipo rodeado de ex militares que reivindican la dictadura de 1964. Bolsonaro triunfa no solo porque tiene un voto tradicional de derecha de clase alta y media alta, sino que gana con un amplio apoyo de sectores de la clase trabajadora y de pobres de las favelas urbanas. Bolsonaro sacó 57.800.000 votos y Haddad, del PT, 47.000.000. Fueron 10 millones de votos de diferencia.

El voto a Bolsonaro expresó, aunque en forma totalmente equivocada, el odio y la ruptura de millones de trabajadores con Lula y el PT. Fue un rechazo a decenas de años de gobierno del PT contra el pueblo trabajador y en beneficio de las multinacionales, el capital financiero y los grandes propietarios de tierras. A su vez, también expresó el descreimiento y la ruptura con todos los partidos tradicionales burgueses. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido histórico de la burguesía, posdictadura, y aliado del PT (Temer fue vicepresidente de Dilma) sacó el 2% de los votos en la primera vuelta. El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, sacó el 4,5%. O sea, quedaron pulverizados. A su vez, en primera vuelta, el PT, si bien llegó a la segunda, tuvo golpes claros. Dilma intentó salir senadora pero quedó en cuarto lugar y no entró en el Senado.

Bolsonaro ganó en la mayoría de los estados, en especial en los grandes, industriales y más politizados. Ganó en San Pablo, Mina Gerais, Rio Grande do Sul y Rio de Janeiro con un promedio del 65% de los votos. Ganó en el cordón industrial del ABC de San Pablo, base obrera histórica de Lula y el PT. El PT ganó en los estados más pobres y menos habitados del nordeste.

Este retroceso político en las masas es responsabilidad de la política de conciliación de clases del PT

El voto de millones de trabajadores a Bolsonaro expresa un claro retroceso político e ideológico. Esto ha abierto un debate en la vanguardia mundial sobre cuál es la causa de este giro electoral.

Los dirigentes del PT y la izquierda latinoamericana, que en estos años dieron el apoyo a los gobiernos seudoprogresistas de Chávez-Maduro, de los Kirchner, de Evo Morales y de Daniel Ortega, atribuyen esta derrota a una supuesta “onda conservadora” de las masas que, en el caso de Brasil, se habría iniciado con las jornadas de junio de 2013 cuando millones salieron a reclamar contra un tarifazo en el transporte y el aumento del costo de vida. Esto ocurrió bajo el gobierno de Dilma-Temer-PT. Entonces el PT calificó a esta protesta como “incentivada” por la “derecha” y que abrió el camino al supuesto “golpe de 2016”, cuando en realidad la rebelión popular de 2013 fue una genuina protesta de masas contra el gobierno ajustador de Dilma.

El PT hambreaba al pueblo y lanzaba tarifazos mientras hacía faraónicos estadios de fútbol para el mundial en pactos corruptos con Odebrecht. Por el odio popular a Dilma, el parlamento burgués hizo la maniobra de sacarla. No hubo ningún “golpe”. Y la crisis política y social no se detuvo. Temer llegó a tener el 2% de popularidad y hubo una huelga general en 2017. De este repudio de las masas surge el fenómeno Bolsonaro.

Con estos argumentos el PT y la izquierda reformista latinoamericana quieren eludir su responsabilidad en el surgimiento de Bolsonaro pretendiendo echarle la culpa a la gente “que se hace conservadora”. Pero ha sido el fracaso de los falsos modelos “nacionales y populares” o del llamado “socialismo del siglo XXI” de Chávez-Maduro los que llevan a esta confusión en el voto de millones de trabajadores y sectores populares. Gobiernos que no rompen con las multinacionales y el capital financiero y que ajustan al pueblo. Bolsonaro solo se explica por el odio y el rechazo popular que provocaron los gobiernos del PT. Las masas no se hacen “conservadoras” o de “derecha” sino que por su rechazo a los partidos del sistema capitalista, sean liberales o de la falsa izquierda, equivocadamente buscan castigar con su voto y caen en trampas electorales de la ultraderecha populista. Algo similar está pasando con el voto a Salvini en Italia, o a Le Pen en Francia.

Desde ya, no podemos minimizar este voto equivocado y peligroso. Pero en el caso de Brasil no creemos que sea un voto consolidado y estable a la ultraderecha. Las cosas son más contradictorias. Los trabajadores que votaron a Bolsonaro tienen la expectativa de que se termine con la corrupción, con la inseguridad y que mejore su nivel de vida. Nada de eso va a ocurrir. ¿Qué va a pasar cuando se acaben esas expectativas? Lo primero a tomar en cuenta es que en Brasil la clase obrera no está derrotada. El pueblo, así como castigó al PT, puede terminar castigando en las calles a Bolsonaro.

¿Se va hacia un régimen dictatorial o neofascista?

Bolsonaro es un político de ultraderecha o neofascista. Pero otra cosa es definir que desde el 1° de enero de 2019, cuando asuma, habrá un régimen nuevo, dictatorial o neofascista. Bolsonaro quiere acabar con la crisis política y social imponiendo un plan de explotación superior al actual, con represión y desconociendo las libertades democráticas. ¿Podrá hacerlo? Habrá que ver si el movimiento de masas lo permite. La clase trabajadora y los sectores populares no han sido derrotados en las calles. Bolsonaro solo ganó una elección. En 2017 la clase obrera brasileña hizo una huelga general histórica, además hubo centenares de huelgas en el país. El movimiento de mujeres y de la juventud con su movilización por Ele Não mostró su decisión de resistencia. Para que exista un cambio de régimen dictatorial tienen que imponer una importante derrota al pueblo trabajador. Y eso está por verse en las luchas por venir. Apostamos a favor de la movilización obrera y popular para derrotar los planes de Bolsonaro.

Nuestro semanario. En el que te acercamos el reflejo de las luchas del movimiento obrero, las mujeres y la juventud, además un análisis de los principales hechos de la realidad nacional e internacional.

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