En primer lugar, hay que repudiar el hecho criminal que acabó con la vida de periodistas, humoristas y empleados de la redacción. Es un hecho injustificable y un ataque contra la libertad de expresión y las libertades democráticas.
Este tipo de atentados contribuye a la confusión política y a las maniobras del imperialismo y de sus agentes para justificar, logrando la aceptación de sectores populares, sus bombardeos e intervenciones militares y desprestigiar la justa causa de los pueblos que luchan contra la dominación imperialista en el norte de África y Medio Oriente. En el 2001 el atentado que derribó a las Torres Gemelas en Nueva York fue utilizado por Bush para invadir Afganistán y posteriormente invadir Irak.
La marcha de la “unidad nacional” en París
El domingo 20 de enero marcharon millones de franceses repudiando el atentado. Nos solidarizamos con los familiares de las víctimas y todos aquellos que participaron en forma honesta, en la marcha, en defensa de la libertad. Pero la marcha del 11 de enero, encabezada por genocidas, represores y terroristas de estado, como Netanyahu de Israel, no fue convocada para defender las libertades, ni la fraternidad, ni la igualdad.
Los que estaban al frente de ella, desde Hollande - el primer ministro francés - a Sarkozi, el anterior gobernante conservador, la fascista Marie Le Pen, hasta la alemana Merkel y Netanyahu, son responsables por la aplicación de terribles planes de ajuste contra los trabajadores y los pobres que llevan al desempleo, hambre y desesperación a millones de trabajadores y jóvenes. Entre ellos, millones de migrantes, muchos de ellos islámicos y muchos jóvenes como los que hace 5 años salieron a las calles a quemar miles de autos, en una rebelión espontánea. Esta situación es el caldo de cultivo para que grupos islamistas recluten jóvenes para sus acciones.
El imperialismo francés, como el europeo en general y el yanqui, han mantenido una política genocida contra los pueblos, asesinando a millones de argelinos, vietnamitas, iraquíes, afganos y palestinos. Ellos mantienen una política racista contra el pueblo palestino y también al interior de la sociedad francesa, contra los migrantes islámicos, para dividir a la clase trabajadora. Los migrantes utilizados durante décadas como mano de obra barata, ahora son despreciados junto a toda su cultura.
Intentan utilizar este atentado criminal para fortalecer la política belicista de Francia en la OTAN, con los bombardeos en Irak y Siria, así como las intervenciones francesas en África. También tratarán de utilizarlo contra los migrantes árabes y sus hijos para aterrorizarlos e impedir que se movilicen por sus derechos.
Para mostrar la profunda hipocresía de estos dirigentes capitalistas hay que recordar que los que ahora marcharon del brazo de Netanyahu, no hicieron ninguna marcha cuando Netanyahu e Israel bombardearon a los palestinos masacrando a 2000 personas, o cuando siguen asesinando diariamente a palestinos. Tampoco impulsaron ninguna marcha internacional cuando fueron secuestrados los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México, otro crimen de estado.
Al Qaeda e Isis, con sus acciones terroristas, ayudan objetivamente al imperialismo.
Repudiamos a las organizaciones reaccionarias como Al Qaeda e Isis (Estado Islámico), que buscan imponer dictaduras teocráticas. Estas organizaciones en sus inicios fueron financiadas por Estados Unidos y sus aliados de Arabia Saudita y otras monarquías árabes proimperialistas. Estas organizaciones, con sus acciones criminales, perjudican la causa palestina contra el estado racista sionista de Israel. Sus acciones sólo generan gran confusión en los pueblos del mundo, pues con una retórica supuestamente “antiimperialista”, lejos de atacar a Israel o a los intereses imperialistas, están atacando al pueblo kurdo en Kobane (Siria) y en Irak y atacan también a la resistencia Siria que enfrenta al dictador Al Assad.
Desgraciadamente, estos sectores reaccionarios logran la adhesión de sectores de la juventud. Esto tiene su causa más profunda en la ausencia de una dirección revolucionaria, y el odio y rechazo a la histórica intervención imperialista en Oriente Medio y en los países árabes, de los cuales el estado genocida de Israel es parte fundamental, y también en la marginación y racismo contra los migrantes árabes en Europa.
Junto a nuestro repudio al atentado, ratificamos que no son los gobiernos imperialistas que intentan colocarse al frente del repudio los que van a garantizar la libertad, igualdad y fraternidad que claman millones de franceses. Serán los pueblos movilizados de Europa, Medio Oriente y el mundo, los que podrán acabar con la opresión imperialista y con los grupos reaccionarios y objetivamente fascistas como Al Qaeda e Isis, que ayudan a dictadores e imperialistas contra el justo levantamiento de los pueblos.
¿Je Suis Charlie?
“Yo soy Charlie” gritaban los manifestantes en París. Es evidente el sentimiento solidario de millones que levantaban esta consigna. Pero también es un hecho que muchos sectores empezaron a cuestionar este lema. Entre ellos muchos artistas y escritores. El director de orquesta argentino-israelí Daniel Barenboim, que se unió a los que repudiamos el crimen, puso reparo en apoyar imágenes que ofendan la sensibilidad religiosa (Clarín, 18/1).
Es un hecho que en muchos casos las caricaturas de la revista fueron ofensivas contra el islamismo, teniendo un perfil discriminatorio hacia los musulmanes. No compartimos esos contenidos, aunque defendemos el derecho irrestricto a la libertad de prensa de los dibujantes de Charle Hebdo.