El 2 de octubre nuevamente hubo movilizaciones multitudinarias en todo el país en defensa de la universidad y la educación pública. Hasta en las ciudades más pequeñas y alejadas de Plaza Congreso miles de jóvenes marcharon junto a las y los trabajadores y jubilados. Fue un nuevo y duro golpe contra el gobierno de Javier Milei y su plan motosierra.
La respuesta fue el veto total a la Ley que otorgaba un presupuesto mínimo para que las universidades siguieran funcionando hasta fin de año. Apenas un 0,14% del PBI. Una vez más las y los diputados de los partidos patronales en el Congreso mostraron su complicidad al no sostener siquiera una medida que apenas oxigenaba a la maltratada universidad pública. El PRO con Mauricio Macri a la cabeza ratificó su servilismo a Milei y por votos de diputados radicales y peronistas pasó el veto presidencial. Sólo el bloque de las y los diputados del Frente de Izquierda Unidad sostuvo unificadamente el rechazo al veto.
Se equivoca el gobierno si cree que ese veto lo fortaleció. Todo lo contrario. Estamos en otro momento político, donde lo que crece es la bronca a su gobierno y a sus medidas, con millones decepcionados con Milei, que apoyan a la universidad pública. Y esto rápidamente se vio en el movimiento estudiantil. El mismo día que se ratificó el veto en Diputados, comenzó una verdadera rebelión, con tomas de facultades. El fin de semana, en el Encuentro Nacional de Mujeres y Disidencias en Jujuy, una asamblea universitaria aprobó también impulsar tomas y acciones, que desde el lunes 14 se extendieron a todo el país con asambleas masivas. En muchas universidades desbordando a los centros de estudiantes conducidos por radicales o peronistas, y en otras enfrentando, repudiando y corriendo a los infiltrados que quisieron quebrar las tomas con palos y gas pimienta. Esta rebelión de la juventud universitaria marca el camino de la lucha contra el plan motosierra de Milei y el FMI. La principal tarea es apoyarla para que triunfe.
El enfrentamiento al plan de Milei también tiene un puntal en los trabajadores de la salud. A la lucha del Hospital Garrahan, se sumó el gran triunfo del Hospital Laura Bonaparte, derrotando la primera resolución del nuevo ministro de salud, Mario Lugones, anunciando su cierre. Con paro y toma del hospital y una amplia solidaridad, el gobierno tuvo que retroceder. También hay luchas en diferentes gremios y empresas, por salarios, condiciones laborales y contra los despidos.
La salud y la educación pública (no sólo en la universidad, también los brutales ataques salariales, laborales y recortes presupuestarios en todos los niveles de la educación en las provincias), junto con las jubilaciones, son ejes del brutal ajuste de Milei para cumplir con los recortes que exige el FMI y que Milei quiere sobrepasar. Diciendo que es “el ajuste más grande de la historia”, pero contra el pueblo trabajador y sectores populares. Por eso la miseria llega a porcentajes históricos, mientras un grupo de empresarios, banqueros y multinacionales tienen ganancias exorbitantes. Milei dice que “la universidad es para los hijos de ricos”, pero más del 60% de los estudiantes son hijos de familias trabajadoras y pobres.
Mientras la clase trabajadora y sectores populares, la juventud, las mujeres y las y los jubilados sufrimos las consecuencias de este brutal ajuste, el peronismo lo deja correr. Ahora hay una interna entre Cristina Kirchner y el gobernador ajustador y represor de docentes de La Rioja, Ricardo Quintela, para ver quién dirige al PJ. ¡Quieren reubicarse en el peronismo para las elecciones del 2025! Mientras en la CGT el peronismo negocia la reforma laboral, deja pasar el ajuste, el veto a las jubilaciones y a la universidad y mantiene su tregua con el gobierno, abandonando las luchas en curso.
La salida pasa por derrotar el plan motosierra de Milei, el FMI y los gobernadores, para lograr imponer otro plan económico. Porque plata hay, pero se usa para el pago de la deuda externa y para perdonar impuestos a los grandes empresarios. Que esa plata vaya para educación y salud pública, salarios, jubilaciones, trabajo, obras públicas necesarias y se acabe con el saqueo. Eso es lo que proponemos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad. La rebelión universitaria es un importante punto de partida para fortalecer las luchas. Hay que apoyarla para que triunfe y logre que el gobierno tenga que otorgar una inmediata partida de emergencia para las universidades públicas. También, como planteamos desde la Corriente A Luchar, hay que seguir impulsando la coordinación de los sectores en lucha, mientras le exigimos a la CGT que rompa su tregua con Milei y llame a un nuevo paro nacional y plan de lucha. Sumate a Izquierda Socialista para impulsar juntos estas tareas.
Escribe Mariano Barba
Ante semejante ajuste y en medio de varios conflictos los dirigentes de la CGT están de reuniones corridas, pero no para coordinar esas luchas sino para negociar con el gobierno de Milei la reforma laboral, entre otros temas. Desde que salió la Ley Bases, los máximos dirigentes de la CGT priorizan las buenas migas con los ministros y las patronales y miran los conflictos por televisión. A más de cinco meses del último paro nacional, la dirigencia no está por impulsar la lucha para frenar los despidos y defender el salario ante la pérdida del poder adquisitivo; por el contrario, Andrés Rodríguez, secretario general de UPCN, firmó un acuerdo salarial del 2% mensual hasta fin de año, o sea enterró en la pobreza a los estatales. Podemos calificar de “borrada total” el papel de la CGT contra el veto de Milei a las y los jubilados y en la multitudinaria movilización en defensa de la Ley de Financiamiento Universitario. En ninguna de estas dos grandes acciones la burocracia convocó a ninguna medida de acción nacional. La lucha de los universitarios continúa con fuerza y la CGT sigue sin aparecer. Varios conflictos regionales y sindicales actuales son ignorados por la dirigencia de la CGT. Así ocurrió, entre otros, con el conflicto del hospital Laura Bonaparte, del hospital Garrahan y de los docentes de varias provincias en lucha.
La tregua se enmarca en el plan político del peronismo de Cristina, Kicillof y los gobernadores, que es dejar correr el feroz ataque económico de Milei, y apuntar solo a fortalecerse para las elecciones del 2025.
Ante el creciente cuestionamiento a Milei por parte de los trabajadores, algunos dirigentes de la CGT toman un “poco” de distancia, como Mario Manrique, secretario adjunto del Smata (mecánicos) y diputado de Unión por la Patria que abandonó el cargo de secretario gremial de la central obrera criticando la “excesiva negociación” con el gobierno; al igual que Pablo Moyano de camioneros, que amenaza dejar la conducción de la CGT al declarar, que luego del paro del transporte convocado para el 30 de octubre “veremos qué medida tomamos: si la continuidad o no”.
Son solo reubicaciones, porque lo concreto es que Gerardo Martínez de la Uocra (construcción), fue el encargado de negociar la reglamentación de la reforma laboral de la Ley Bases con el asesor presidencial Santiago Caputo, con el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, y con Guillermo Franco. En esa reglamentación lo “fundamental” que defendieron los dirigentes fue que no se toque el cobro del 2% a millones de trabajadores no afiliados en concepto de cuota solidaria por el uso del convenio. En lo demás aflojaron en casi todo. Y ahora se disponen a negociar la ley 23.551 de asociaciones profesionales y la 14.250 de convenios colectivos. Por eso se impone la exigencia a la burocracia que rompa la tregua y llame a plan de lucha contra la motosierra de Milei y el FMI; y se impone, como proponemos desde A Luchar que el sindicalismo combativo continúe con la tarea de apoyar y coordinar las luchas en el camino de ir formando una nueva dirección sindical combativa y democrática.
Escribe Agustín Blanco
La diputada nacional de Izquierda Socialista/FIT Unidad Mónica Schlotthauer fustigó con dureza a quienes apoyaron el veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, durante su intervención en el Congreso Nacional. “Estamos en una situación grave si nuestros docentes universitarios nos dicen que no pueden seguir trabajando porque sus salarios bajaron entre el 60 y el 85%. Porque sin docentes no tenemos universidades”, lamentó la también trabajadora ferroviaria.
“Cuando el gobierno dice que quiere arancelar, que quiere vetar, no estamos hablando solamente de un problema de financiamiento. Lo que están discutiendo es que quieren dejar a la mayoría fuera de la posibilidad de crecer. Que sólo tengan estudios quienes pueden pagar”, explicó Schlothauer.
“Además estamos discutiendo que se subordinen nuestras universidades al mandato del Banco Mundial, que significa tener universidades solamente para técnicos. Solamente para las carreras que les interesen a las multinacionales y terminar con la soberanía sobre nuestro conocimiento y nuestro pensamiento como única herramienta de poder”, añadió.
“Un país está diciendo ‘No al veto’. Y eso tiene que pensarlo cada uno de las y los diputados que por un lado le ponen la billetera, pero por el otro tienen que volver a sus provincias a explicarle a esa juventud que hoy está tomando las universidades por qué no acompañan el justo reclamo”, lanzó la diputada como un cuestionamiento a sus pares.
Al mismo tiempo, Schlotthauer no sólo denunció al gobierno de ultraderecha, sino que también sumó a “los cómplices del PRO”, y “a todos los gobernadores peronistas, que hacen campaña diciendo que quieren defender la salud y la educación pública, pero que después cuando gobernaron jamás respetaron la Ley de Financiamiento Educativo”.
“¡Hay plata! Pero van a seguir recortando todos nuestros derechos si no dejamos de pagarle al FMI la estafa de la deuda externa. Defendamos las universidades, defendamos también a todos esos profesionales que hoy son ejemplo en la defensa de la salud pública del Bonaparte, del Garrahan, del Posadas, y a todos los hospitales que luchan. Esos profesionales que defienden el derecho a la salud de la clase trabajadora y sectores populares y su salario, son los que salieron de nuestra educación pública. Viva la lucha de las universidades”, concluyó la diputada socialista.
Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
Javier Milei logró imponer el veto con el apoyo servicial del peronismo. Votaron a favor tres tucumanos del gobernador Osvaldo Jaldo y se ausentaron el diputado misionero Alberto Arrúa (también secretario general del Partido Justicialista de Misiones y ex de La Cámpora) y su par catamarqueña Fernanda Ávila, quien responde al gobernador Raúl Jalil, dando la nota de color al quedarse en su despacho sin bajar al recinto. Recordemos que las ausencias y abstenciones beneficiaron a Milei para que llegue al tercio de los votos, ya que sólo se cuentan los positivos y negativos de las y los presentes.
Quien salió por las redes a manifestar su enojo fue Cristina Fernández de Kirchner. “Gobernadores peronistas de nuestro partido habrían influido sobre algunos legisladores de sus provincias para plegarse a la estrategia de apoyo al veto a Milei”. En otra parte de su mensaje señala “cinco votos peronistas que de haber cumplido con su mandato habrían dejado sin efecto el veto y hoy la universidad tendría financiamiento”.
¿Qué pasó? Se dieron vuelta. Así de sencillo. Sin sus votos ganaba el rechazo al veto. Pero esos gobernadores fueron en la boleta de Unión por la Patria bajo la fórmula Alberto presidente-Cristina vice. ¿Ella no lo sabía?
Lo que quiere hacer creer es que en el peronismo hay sólo algunas “manzanas podridas” (no el conjunto de la dirigencia peronista) y que lo que hay que hacer es “enderezar al peronismo porque se torció y ordenar lo desordenado” con el objetivo de “que nadie más en nombre del peronismo termine utilizando una banca en contra del pueblo y la nación”. ¡Lo dice la misma que designó a dedo a Alberto Fernández como candidato a presidente llevando al país a un verdadero desastre, gobierno que integró la ex vicepresidenta de principio a fin!
Cristina llama a terminar con el “transfuguismo” del PJ con el objetivo de poner diputadas y diputados de su palo. Electoralismo al ciento por ciento. Pero si hace referencia a las bancas “que se venden”, recordemos que su hijo Máximo Kirchner y La Cámpora votaron para que se renegocie la deuda externa usurera del ministro Martín Guzmán. También votaron el cambio de la movilidad jubilatoria de Alberto que les robó a los jubilados. Y si no votaron el acuerdo con el FMI, es porque ya estaba sellado el acuerdo con el PRO.
Tenemos a su vez un hecho histórico, cuando en 1990 Néstor Kirchner siendo gobernador de Santa Cruz le puso un avión al entonces diputado Rafael Flores de esa provincia (que estaba enyesado) para que asistiera a votar la privatización de YPF bajo el gobierno peronista menemista de entonces.
Además, podríamos preguntarle a Cristina por qué no derogó las leyes de la dictadura o impuso el aborto legal cuando tenía mayorías en ambas cámaras en su último gobierno, por ejemplo.
Pero no se trata sólo de bancas, sino para quién gobierna el peronismo cuando está en el poder. No hay ningún peronismo “torcido ni desordenado”, es el mismo de siempre que viene gobernando durante veintiocho años de los últimos cuarenta para los grandes empresarios, la megaminería, los bancos y el FMI. Esto es lo que Cristina quiere encubrir.
El veto de Milei fue posibilitado por votos peronistas que fueron en las listas de Alberto y Cristina. Esa es la pura realidad. Esto debe llevar a la reflexión a las y los luchadores y jóvenes que vienen apoyando al peronismo creyendo que puede ser una salida favorable. A ellos les decimos que sólo el FIT Unidad muestra coherencia, tanto en el Congreso como en las calles, para enfrentar decididamente a la ultraderecha de Milei, mientras el peronismo lo deja correr y solo piensa en las elecciones de sus autoridades del próximo 17 de noviembre y las del año que viene, y la burocracia peronista de la CGT mantiene una tregua repudiable con el gobierno.
Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
Milei se valió de una Ley de Néstor Kirchner para imponer su veto, la 26.122. Es la que obliga a obtener una mayoría absoluta (dos tercios en ambas Cámaras) para voltearlo. Esta Ley le permitió a Milei ahora mantener el veto con solo 84 votos versus 159 que lo rechazaron, a pesar de ser minoría y contar con un amplio repudio popular. Será por eso que Máximo Kirchner dijo en un reciente acto que no estaba en contra del veto de Milei (“no nos tenemos que enojar”) porque es una facultad que tiene todo presidente.