Escribe Huilen Retacchi, Artes UNC
Cada vez que se acerca un nuevo 24 de marzo comienza a retumbar la famosa frase de Alfonsín que vitoreaba que “con la democracia se come, se cura y se educa”. Tomaremos, en este caso, uno sólo de estos aspectos.
Lejos de aquel discurso, los gobiernos de la democracia han hecho poco y nada por garantizar un verdadero derecho a la salud, y los trastornos mentales se vuelven, en muchos casos, una cárcel, una tortura.
Es que el capitalismo es incubadora de las más diversas enfermedades. Según la OMS una de cada cuatro personas se verá afectada en su vida por un trastorno mental.
El aumento del desempleo, la sobrecarga de trabajo y la inflación comiendo nuestros salarios genera ansiedad y depresión. Ni hablar de las adicciones que son fomentadas por las grandes empresas alcoholeras, tabaqueras y del narcotráfico.
¿Qué hacen los gobiernos ante este panorama?
Defienden las ganancias sin preocuparse por la salud de las mayorías populares e incumplen la Ley de Salud Mental conquistada en 2010.
Las premisas de la ley NO se cumplen. Los turnos con psicólogos y psiquiatras son discontinuos o inexistentes. Lo único que nos queda es recurrir a los altos costos de los consultorios privados. Ni las obras sociales proveen atención gratuita y cada día son más lxs profesionales que las abandonan por las demoras en los pagos.
Según la ley, el 10% del presupuesto en salud debería destinarse a la salud mental. En 2021, por ejemplo, sólo se destinó el 1,21%.
La Ley también plantea el cierre de los manicomios para que quienes necesiten internaciones lo hagan en hospitales desde una mirada interdisciplinaria y en contacto con familiares y amigxs. Sin embargo los manicomios siguen funcionando en condiciones insalubres, de violencia, con violaciones de los derechos humanos y con usuarixs obligadxs a continuar sus internaciones bajo amenazas y de carácter crónicas dado que la mayoría padecen graves problemas sociales y habitacionales.
En la juventud estos aspectos se ven cada vez más agravados ya que somos el sector que más sufre la precarización, las presiones académicas y la destrucción ambiental. Nuestro futuro está en jaque generando que los suicidios juveniles crezcan. Ante esto, los defensores del capitalismo, desde el kirchnerismo hasta Milei nos dicen que el sistema capitalista es la “única opción”, que "hay que conformarse". Lxs socialistas revolucionarios sabemos que se trata de un sistema totalmente irracional y que hay que luchar por que se inviertan las prioridades. Empezar por dejar de pagar la deuda externa y poner esa plata en la salud. Seguir peleando por un mundo sin explotación, ni opresión. Por un futuro que merezca la pena ser vivido.