May 03, 2024 Last Updated 3:17 PM, May 2, 2024

Izquierda Socialista

Luego de dieciocho años al frente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Antonio Caló fue desplazado. Todos sus mandatos fueron signados por un manejo burocrático del gremio y pro-patronal, dejando aisladas las luchas como la de GRI Calviño y negociando paritarias a la baja.

En la interna sindical se metió la crisis del peronismo, Caló, cercano a Alberto Fernández y debilitado por el ajuste, será reemplazado por Abel Furlán, vinculado al kirchnerismo y parte de la burocracia sindical de la UOM Zárate-Campana.
Furlán lleva catorce años a la cabeza de su sección, fue diputado nacional entre 2015 y 2019 por el Frente para la Victoria y tiene estrechos lazos con la patronal de Techint.

Esta “nueva” conducción es un recambio dentro de la burocracia, electa por elecciones indirectas del aparato sindical de la UOM. Como secretario adjunto asume Naldo Brunelli, un histórico peso pesado de la UOM que conduce la seccional San Nicolás del gremio.

Las y los trabajadores metalúrgicos no pueden sembrar expectativas entre quienes vienen entregando conquistas sindicales y salariales a pedido de las patronales. Caló, que seguirá en su cargo de la CGT, y Furlán, son dos caras de la misma moneda.

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Escribe Pili Barbas, dirigenta de la juventud de Izquierda Socialista

Del 4 al 9 de abril se realizarán las elecciones de las trece facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en las que se elegirán los representantes estudiantiles de los Consejos Directivos, las Juntas de Carrera y los Centros de Estudiantes después de dos años de cursada virtual. Como en cada elección, tendremos la oportunidad de debatir el tipo de Centro de Estudiantes que queremos y, también, cómo nos organizamos para enfrentar el ajuste presupuestario que ahoga a la educación en general y la UBA en particular.

Volvimos a la presencialidad pero sin las condiciones de cursada garantizadas, con edificios que se caen a pedazos  y un brutal recorte de becas. Todo esto se combina con la precarización de nuestra vida que se profundizó con la pandemia, que hace que cada vez sea más difícil poder estudiar. Por eso, en estas elecciones debemos discutir nuestros derechos y cómo fueron vulnerados durante el gobierno de Alberto Fernández, que “se pone contento” porque vuelve a dar clases en la UBA pero nada dice sobre las condiciones en las que cursamos, siendo él responsable de la falta de presupuesto y de la deserción estudiantil récord. Fernández ignora el hecho de que cada vez crece más el número de compañeres que tienen que dejar de estudiar y que abandonan la carrera.

Pero el gobierno no actúa solo. En cada facultad tiene sus cómplices, que son las agrupaciones que hoy conducen los Centros de Estudiantes y también las Federaciones (FUA, FUBA), que nada hacen para organizar la resistencia frente a este brutal ajuste: las oficialistas del Frente de Todos (UES, Patria Grande, La Cámpora, Evita) o las que se dicen opositoras (Franja Morada, Nuevo Espacio). Todas dejan correr el ajuste. Por eso, en estas elecciones tenemos la oportunidad de luchar por Centros de Estudiantes y Consejeres Estudiantiles que sean independientes del gobierno y de las autoridades, para pelear por mayor presupuesto educativo y que todes podamos cursar.

Por Centros de Estudiantes que defiendan a les estudiantes  
 
El Congreso Nacional acaba de legitimar el acuerdo del gobierno con el FMI que sin dudas significa un mayor sometimiento y ajuste. Les estudiantes tenemos mucho que decir acerca de este acuerdo y, sobre todo, mucho por hacer para enfrentarlo. Por eso desde la Juventud de Izquierda Socialista peleamos por Centros de Estudiantes que estén al servicio de estas luchas y, en estas elecciones, apostamos a que el  Frente de Izquierda Unidad impulse listas unitarias con  todos los sectores combativos e independientes del gobierno, del rectorado y de las autoridades universitarias para avanzar en esta tarea.

La pelea tambien es por conseguir más consejeres independientes, que sigan luchando por la democratizacion de la UBA, y exigiendo que queremos perspectiva feminista y ambiental en nuestras carreras.
Basta de Centros de Estudiantes y Federaciones cómplices del ajuste y alejadas de la realidad de les estudiantes. Vamos a enfrentar al gobierno y al FMI con Centros de Estudiantes independientes, democráticos, feministas y de lucha. Sumate a esta campaña junto a la Juventud de Izquierda Socialista.

Escribe Daniela Rosa, candidata a vicepresidente por el FILPsi

Este 30, 31 y 1 se vienen las elecciones a centro y claustro estudiantil en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), marcadas por un ajuste brutal que llevó a una gran deserción en los años de cursada virtual.  Se calcula que 40.000 estudiantes en el 2020 dejaron la cursada por falta de conectividad y dispositivos y por la crisis socioeconómica, y que ahora está provocando una segunda deserción debido a la modalidad de cursada presencial.

Si bien este marco de crisis educativa es nacional, en la UNLP tenemos distintas particularidades. Una de ellas es que las elecciones de centro y de claustro están unidas en una. Lxs estudiantes no decidimos como son las elecciones de centros de  estudiantes, sino que lo hacen las autoridades. Esto se debe principalmente a la falta de independencia política de las conducciones respecto a las autoridades. Por ejemplo, no somos capaces de decidir cuándo votar ni si lxs ingresantes pueden hacerlo o no (todo ha sido decidido por el rectorado).

Una segunda particularidad es que la totalidad de las conducciones de centro de estudiantes están manejadas por las burocracias de Patria Grande, La Cámpora, MILES (peronismo) y la Franja Morada. Entre ellxs se disputan la FULP, federación ligada a las autoridades y al gobierno que hace años está inmóvil y que desorganiza a lxs estudiantes.

Por nuestra parte, como Izquierda Universitaria, tendremos nuestra intervención en la Facultad de Psicología, en donde participamos del Frente Independiente y de Lucha en Psicología (FILPsi). Este frente es resultado de la rebelión estudiantil del 2018, que nos llevó a ganar las elecciones del CEPsi de manera aplastante contra la burocracia del MILES. En el 2019 quedamos como segunda fuerza, producto del avance del peronismo con el Frente de Todos. A pesar de ese avance, como FILPsi hicimos una buena elección , disputando voto a voto contra el MILES y La Cámpora (en un frente armado por el decano, de manera escandalosa), gracias al reconocimiento de una franja estudiantil por nuestro rol de conducción combativa, democrática e independiente de las autoridades. Cabe recordar que esa elección terminó con el ingreso de una patota, convocada por las autoridades y el frente peronista, en un hecho nefasto y sin precedentes en una facultad atravesada por la importancia de los DDHH (ya que nuestro predio es un ex centro clandestino de detención) y la salud mental universal y comunitaria (profundizando el doble discurso del peronismo).

El MILES y la Franja Morada serán frentes de disputa en la facultad y la UNLP, pero que representan una opción burocrática, de boicot y dependencia total con las autoridades. Ninguno es una buena salida para el movimiento estudiantil, por lo que reivindicamos el lugar del FILPsi y de los frentes combativos e independientes para recuperar los gremios estudiantiles.

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Escribe Martín Fú

Se cumplen cuarenta años de la recuperación de las Islas Malvinas. En una serie de dos artículos que inauguramos con este periódico y continuará en el próximo, brindaremos desde una visión revolucionaria y marxista lo que significó la guerra como balance histórico, el justo reclamo de soberanía pendiente sobre las islas y como la guerra movilizó a millones de trabajadores en Argentina, Latinoamérica y el mundo como muestra de rechazo contundente al imperialismo. También reivindicamos la posición del PST, nuestro partido antecesor, durante la guerra.
 
El 2 de abril de 1982, un grupo de comandos militares desembarcaron en Puerto Argentino y retomaron el control de las islas luego de 149 años de ocupación británica. Fue un intento desesperado del gobierno del dictador Galtieri, para darle aire a una dictadura rodeada de una movilización popular creciente en su contra. Su plan era apropiarse como bandera de la justa causa de Malvinas. Bajo ningún punto de vista buscaban un enfrentamiento con Gran Bretaña y, mucho menos, con los Estados Unidos. Pero cuando esto se produjo y los británicos enviaron la flota para recuperar las islas, con el apoyo yanqui, se produjo una fenomenal movilización antiimperialista. Galtieri y la dictadura militar se negaron a tomar medidas a fondo contra el imperialismo (durante la guerra no se tocó un solo interés británico en el país e incluso se le siguió pagando la deuda externa que Argentina tenía con ese país). Así, terminaron traicionando la gesta y provocando la derrota del 15 de junio. La indignación popular hizo que esto fuera el comienzo del fin de seis años de dictadura genocida, entrega económica, endeudamiento feroz y hambre para el pueblo trabajador.

Un enclave colonial de ultramar desde 1833

Para situarnos en el contexto histórico, debemos decir que desde 1820 las islas Malvinas habían sido declaradas como parte de la soberanía argentina, acatando el derecho a cercanías y la herencia que la nación tenía de las posesiones del Virreinato del Río de la Plata. Un centenar de mestizos y criollos formaron parte de la primera población estable, hasta que en 1833 las islas fueron usurpadas a la fuerza por una expedición británica, convirtiéndose en un enclave colonial. La primera nación que reconoció la autoridad inglesa sobre las islas fue Estados Unidos, a cambio de derechos de pesca en sus aguas.

Malvinas es un enclave británico, porque representa un territorio constituido dentro de otro, recolonizando por la fuerza, imponiendo otra población bajo otra forma de gobierno, idioma, costumbres. Gibraltar, Israel, Guantánamo en Cuba y Guam son algunos ejemplos de enclaves que se mantienen hasta la actualidad.

Los enclaves están constituidos en zonas de importancia geográfica y económica donde las potencias imperialistas tienen control del territorio y un peso gravitatorio en zonas aledañas, de ahí su relevancia estratégica. En el caso de Malvinas hay que sumarle una ubicación privilegiada de acceso inmediato a la Antártida y al Océano Pacífico desde el Atlántico Sur.

Es por ello que es falso el argumento del “derecho a la autodeterminación” de los kelpers (nombre que se refiere a los nacidos en las islas), ya que es una población impuesta por la fuerza y que ha motivado la expulsión de los colonos y habitantes originales de la isla. No tienen derecho a declarar ninguna autodeterminación cuando representa los intereses del colonialismo inglés.

Luego de la guerra, Gran Bretaña ha instalado una moderna y enorme base militar en las islas, lo que constituye una amenaza potencial para la Argentina y Latinoamérica, supeditada a las aspiraciones territoriales, militares y económicas del Reino Unido y transitivamente de la OTAN.

1983: comienza la desmalvinización

Sellada la suerte de la guerra, todos los gobiernos desde 1983 hasta la fecha han tomado como política la llamada “desmalvinización”.

La desmalvinización intenta, de una u otra forma, deslegitimar el justo reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, sacar de la agenda la centralidad del profundo rechazo al pirata inglés y a su vez seguir alineados a los dictados del imperialismo y las multinacionales, que históricamente han gravitado e influido directamente sobre la política nacional y del continente, que obtienen negocios y ganancias multimillonarias en el país. Hacer, en síntesis, que desaparezca de la memoria histórica esa gesta de lucha contra el imperialismo.

En estos cuarenta años, las mismas empresas existían en 1982 en nuestro país y otras que se instalaron después siguieron llevándose fortunas y saqueando nuestras riquezas. Esta sumisión y entrega de soberanía, también forma parte de las políticas de desmalvinización.

Petroleras, gasíferas, bancos, servicios financieros, agronegocios, distribución de energía eléctrica y gas, entre otras actividades, de capitales ingleses continúan ganando grandes fortunas en la Argentina: British Petroleum, Shell, Unilever, Hellmans, Knorr, Nobleza Picardo, Bridgestone, son algunas de las multinacionales inglesas con presencia nacional.

Capítulo aparte con el litio: en 2022 el “oro blanco” será extraído por Lake Resources (con fondos aportados por el mismo gobierno británico)  y la angloaustraliana Río Tinto, la segunda minera más grande del mundo.

A esto hay que sumarle los distintos acuerdos diplomáticos firmados en estas décadas con Gran Bretaña, buscando “normalizar” las relaciones diplomáticas. Todos se han basado en entrega de soberanía y grandes negocios para las empresas piratas, como el firmado en 1989 durante el gobierno de Menem. El llamado “Acuerdo de Madrid” terminó reconociendo a Gran Bretaña los derechos posesorios sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, donde el Reino Unido se prorroga 1,5 millones de kilómetros cuadrados circundantes a las islas, es decir, una enorme franja del Mar Argentino que representa más del 40% de los recursos pesqueros de nuestro país. En sus artículos el tratado obliga a la Argentina a avisar con antelación cualquier ejercicio militar en el mar o en el mismo territorio continental. Acuerda la “bilateralidad económica”, es decir, compartir los recursos pesqueros entre los paralelos 45 y 60 de Atlántico Sur, que Argentina garantice las inversiones británicas en el país y que los bienes del Reino Unido no paguen tasas aduaneras. Un acuerdo de entrega en toda la línea que luego de más de dos décadas ningún gobierno ha derogado.

La gesta de Malvinas es una causa nacional y una de las luchas antiimperialistas (no planificada, como ya dijimos, por la dictadura militar que ante los hechos optó por traicionar y buscar la derrota) más importantes que se llevaron adelante en el siglo XX. Entre abril y junio de 1982 se vivieron días de enormes movilizaciones que despertaron la simpatía de los pueblos latinoamericanos y del mundo, que vieron en la guerra una misma lucha contra el opresor que somete a los pueblos, enfrentando y cuestionando el poder político y militar de las grandes potencias.

La traición de la dictadura en Malvinas generó, tras la derrota, gigantescas movilizaciones, que terminaron tirando a esa dictadura sangrienta que representó los intereses de las multinacionales y de una clase capitalista nacional decadente que apoyó el genocidio.

A cuarenta años, la justa causa de Malvinas sigue presente, al igual que la gesta antiimperialista de 1982 contra el pirata invasor.  

Escribe Federico Novo Foti

Durante la guerra, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista, aún sufriendo la represión de la dictadura, desarrolló una enorme campaña ubicándose en la primera fila de combate contra el imperialismo y por la recuperación de las Malvinas. En su semanario “Palabra Socialista” y en sus volantes, el PST expuso una política para ganar la guerra, denunciando las inconsecuencias de la dictadura ante el imperialismo británico y su socio yanqui (ver nota central) que llevarían a la derrota.

El PST planteó que la tarea de los revolucionarios era colocarse en “el campo militar argentino”, denunciando al colonialismo británico que se negaba a devolver los últimos enclaves de su imperio. Lo hizo sin dejar de denunciar la política represiva y antiobrera de la dictadura ,y reclamando plenas libertades para combatir al imperialismo. La posición del PST retomaba las enseñanzas de Lenin y Trotsky sobre la posición de los revolucionarios ante las guerras de liberación nacional en la época imperialista. En 1916, Lenin afirmaba: “Sería sencillamente una necedad negar la ‘defensa de la patria’ por parte de los pueblos oprimidos en su guerra contra las grandes potencias imperialistas […] esta misma época ha de originar y nutrir también, inevitablemente, la política de lucha contra la opresión nacional y de lucha del proletariado contra la burguesía”.1 En el mismo sentido, en 1938, Trotsky exponía un ejemplo hipotético revelador: “En Brasil reina ahora un régimen semifascista que todo revolucionario no puede ver más que con odio. Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entrara en conflicto militar con Brasil. En este caso estaré del lado del Brasil ‘fascista’ contra la ‘democrática’ Gran Bretaña.

¿Por qué? Porque el conflicto entre ellos no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra saliera victoriosa, pondría a otro fascista en Río de Janeiro y colocaría dobles cadenas al Brasil. Si por el contrario Brasil fuera victorioso, daría un poderoso impulso a la conciencia nacional y democrática del país y conduciría al derrocamiento de la dictadura de Vargas. La derrota de Inglaterra daría, al mismo tiempo, un golpe al imperialismo británico y un impulso al movimiento revolucionario […] ¡Bajo todas las máscaras uno debe saber cómo distinguir a los explotadores, los esclavistas y saqueadores!”.2  Así, el PST afirmaba en abril de 1982: “No nos dejamos embaucar y bajo las formas de gobiernos y regímenes sabemos buscar el contenido de clase de esos fenómenos. Sin brindar el más mínimo apoyo a la dictadura […] en el conflicto militar entre el ‘democrático’ imperialismo inglés y el ultrarreaccionario gobierno de una nación oprimida, sin vacilar ni por un minuto, combatiremos y llamaremos a la clase obrera y los pueblos oprimidos de todo el mundo a combatir en el campo militar de la dictadura argentina”.3

1. Citado en “Malvinas. Prueba de fuego.” Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2007. Páginas 75 y 76
2. Op. Cit. Página 44
3. Op. Cit. Páginas 50 a 52

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