May 21, 2024 Last Updated 6:04 PM, May 21, 2024

Izquierda Socialista

La Corte Suprema revocó el pedido efectuado por el ex comisario Miguel Etchecolatz, condenado a seis cadenas perpetuas por causas de lesa
humanidad. Con el voto en disidencia de Carlos Rosenkrantz, presidente del tribunal, y quien fue el mentor del 2x1 a genocidas, Etchecolatz deberá
cumplir su condena efectiva en una cárcel común a pesar de los intentos del gobierno de proteger a estos genocidas probados. En marzo pasado, y
fruto del repudio y la movilización popular, el genocida tuvo que volver al Penitenciario Federal de Ezeiza luego de pasar un tiempo con prisión domiciliaria en su casa del barrio Bosque Peralta Ramos, en la ciudad de Mar del Plata. Ahora tendrá que seguir en cárcel común.

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La Corte Suprema rechazó un recurso presentado por la defensa de Luis Chocobar, el policía que asesinó por la espalda a Pablo Kukoc, de 18 años. Desde un primer momento, Chocobar contó con el apoyo de los más altos funcionarios del gobierno, que defendieron su accionar. El presidente Mauricio Macri lo recibió en la Casa Rosada; Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, tomó como ejemplo el accionar del matador y hasta llegó a instigar al resto de las fuerzas de seguridad para que lo tomaran como ejemplo, promoviendo aún más el gatillo fácil y la línea de “matar por la espalda”. Chocobar será juzgado, a pesar del apoyo del gobierno, por homicidio agravado por la utilización de un arma de fuego en exceso del cumplimiento del deber, calificación legal dictada por la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional y refrendada por
unanimidad por la Corte. Otro revés para la política de impunidad y represión de Macri y Bullrich

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Escribe Miguel Sorans

Brasil es, luego de Venezuela, el punto más alto de la crisis política y social en América latina. El impactante resultado electoral del ultraderechista Bolsonaro es la expresión de esa crisis y del fracaso de la izquierda reformista latinoamericana. En particular de Lula, Dilma y el PT, que tuvieron más de 15 años de gobierno con ajuste y corrupción. El triunfo de Bolsonaro abre todo tipo de incógnitas y debates sobre el porqué del avance de la ultraderecha. ¿Por qué millones, incluidos trabajadores y sectores populares, le dieron el voto? ¿Brasil va hacia una dictadura o hacia un nuevo fascismo?

El debate está centrado en por qué triunfa alguien como Bolsonaro, una figura de ultraderecha, neofascista, con un equipo rodeado de ex militares que reivindican la dictadura de 1964. Bolsonaro triunfa no solo porque tiene un voto tradicional de derecha de clase alta y media alta, sino que gana con un amplio apoyo de sectores de la clase trabajadora y de pobres de las favelas urbanas. Bolsonaro sacó 57.800.000 votos y Haddad, del PT, 47.000.000. Fueron 10 millones de votos de diferencia.

El voto a Bolsonaro expresó, aunque en forma totalmente equivocada, el odio y la ruptura de millones de trabajadores con Lula y el PT. Fue un rechazo a decenas de años de gobierno del PT contra el pueblo trabajador y en beneficio de las multinacionales, el capital financiero y los grandes propietarios de tierras. A su vez, también expresó el descreimiento y la ruptura con todos los partidos tradicionales burgueses. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido histórico de la burguesía, posdictadura, y aliado del PT (Temer fue vicepresidente de Dilma) sacó el 2% de los votos en la primera vuelta. El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, sacó el 4,5%. O sea, quedaron pulverizados. A su vez, en primera vuelta, el PT, si bien llegó a la segunda, tuvo golpes claros. Dilma intentó salir senadora pero quedó en cuarto lugar y no entró en el Senado.

Bolsonaro ganó en la mayoría de los estados, en especial en los grandes, industriales y más politizados. Ganó en San Pablo, Mina Gerais, Rio Grande do Sul y Rio de Janeiro con un promedio del 65% de los votos. Ganó en el cordón industrial del ABC de San Pablo, base obrera histórica de Lula y el PT. El PT ganó en los estados más pobres y menos habitados del nordeste.

Este retroceso político en las masas es responsabilidad de la política de conciliación de clases del PT

El voto de millones de trabajadores a Bolsonaro expresa un claro retroceso político e ideológico. Esto ha abierto un debate en la vanguardia mundial sobre cuál es la causa de este giro electoral.

Los dirigentes del PT y la izquierda latinoamericana, que en estos años dieron el apoyo a los gobiernos seudoprogresistas de Chávez-Maduro, de los Kirchner, de Evo Morales y de Daniel Ortega, atribuyen esta derrota a una supuesta “onda conservadora” de las masas que, en el caso de Brasil, se habría iniciado con las jornadas de junio de 2013 cuando millones salieron a reclamar contra un tarifazo en el transporte y el aumento del costo de vida. Esto ocurrió bajo el gobierno de Dilma-Temer-PT. Entonces el PT calificó a esta protesta como “incentivada” por la “derecha” y que abrió el camino al supuesto “golpe de 2016”, cuando en realidad la rebelión popular de 2013 fue una genuina protesta de masas contra el gobierno ajustador de Dilma.

El PT hambreaba al pueblo y lanzaba tarifazos mientras hacía faraónicos estadios de fútbol para el mundial en pactos corruptos con Odebrecht. Por el odio popular a Dilma, el parlamento burgués hizo la maniobra de sacarla. No hubo ningún “golpe”. Y la crisis política y social no se detuvo. Temer llegó a tener el 2% de popularidad y hubo una huelga general en 2017. De este repudio de las masas surge el fenómeno Bolsonaro.

Con estos argumentos el PT y la izquierda reformista latinoamericana quieren eludir su responsabilidad en el surgimiento de Bolsonaro pretendiendo echarle la culpa a la gente “que se hace conservadora”. Pero ha sido el fracaso de los falsos modelos “nacionales y populares” o del llamado “socialismo del siglo XXI” de Chávez-Maduro los que llevan a esta confusión en el voto de millones de trabajadores y sectores populares. Gobiernos que no rompen con las multinacionales y el capital financiero y que ajustan al pueblo. Bolsonaro solo se explica por el odio y el rechazo popular que provocaron los gobiernos del PT. Las masas no se hacen “conservadoras” o de “derecha” sino que por su rechazo a los partidos del sistema capitalista, sean liberales o de la falsa izquierda, equivocadamente buscan castigar con su voto y caen en trampas electorales de la ultraderecha populista. Algo similar está pasando con el voto a Salvini en Italia, o a Le Pen en Francia.

Desde ya, no podemos minimizar este voto equivocado y peligroso. Pero en el caso de Brasil no creemos que sea un voto consolidado y estable a la ultraderecha. Las cosas son más contradictorias. Los trabajadores que votaron a Bolsonaro tienen la expectativa de que se termine con la corrupción, con la inseguridad y que mejore su nivel de vida. Nada de eso va a ocurrir. ¿Qué va a pasar cuando se acaben esas expectativas? Lo primero a tomar en cuenta es que en Brasil la clase obrera no está derrotada. El pueblo, así como castigó al PT, puede terminar castigando en las calles a Bolsonaro.

¿Se va hacia un régimen dictatorial o neofascista?

Bolsonaro es un político de ultraderecha o neofascista. Pero otra cosa es definir que desde el 1° de enero de 2019, cuando asuma, habrá un régimen nuevo, dictatorial o neofascista. Bolsonaro quiere acabar con la crisis política y social imponiendo un plan de explotación superior al actual, con represión y desconociendo las libertades democráticas. ¿Podrá hacerlo? Habrá que ver si el movimiento de masas lo permite. La clase trabajadora y los sectores populares no han sido derrotados en las calles. Bolsonaro solo ganó una elección. En 2017 la clase obrera brasileña hizo una huelga general histórica, además hubo centenares de huelgas en el país. El movimiento de mujeres y de la juventud con su movilización por Ele Não mostró su decisión de resistencia. Para que exista un cambio de régimen dictatorial tienen que imponer una importante derrota al pueblo trabajador. Y eso está por verse en las luchas por venir. Apostamos a favor de la movilización obrera y popular para derrotar los planes de Bolsonaro.

Entre el 19 y el 21 de octubre se realizó en Caracas el Congreso Nacional del Partido Socialismo y Libertad (PSL), nuestro partido hermano de Venezuela. Se inauguró con un acto público de instalación, el cual contó con la presencia de una representación del colectivo feminista Comadres Púrpuras, del Centro de Estudios de la Realidad Latinoamericana (Cerla). También estuvo presente el compañero Miguel Sorans, de la dirección de la Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional.

Se debatió la necesidad de continuar la pelea contra el paquete antiobrero del gobierno de Maduro, lidiando con una situación en extremo compleja y difícil, con emigración por hambre de centenares de miles de jóvenes, pero que en el último período brinda grandes posibilidades gracias al progresivo reanimamiento del movimiento obrero venezolano.

Se dieron cita trabajadores petroleros, universitarios, cementeros, de la salud, jóvenes y militantes feministas mostrando el avance del PSL y sus posibilidades de crecimiento. En el sector petrolero, el más importante de Venezuela, el PSL tiene un rol de dirección con el compañero José Bodas.
Con el lema “Resistir, consolidar y crecer” se desarrolló un rico debate en el congreso que, sin duda, preparó políticamente a la militancia para seguir en la ardua tarea de construir un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo pobre, tan necesario para imponer un gobierno de los trabajadores que avance a un verdadero socialismo.

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Escribe Miguel Lamas

Desde hace meses los trabajadores venezolanos vienen protagonizando importantes luchas sectoriales en el contexto de una hiperinflación que duplica los precios. Los salarios están reducidos en su poder de compra a un mínimo histórico en Venezuela equivalente a 10 dólares mensuales. El gobierno anuló los contratos colectivos y escalas salariales e impuso unas “tablas salariales” que consolidan sueldos de hambre.

En un contexto en el que no existen centrales sindicales independientes, se formó una intersectorial de trabajadores que unifica a importantes sectores que hoy se encuentran en lucha: salud, universitario, eléctrico, petroleros, Cantv, Metro de Caracas, trabajadores de diversos ministerios y de la Asamblea Nacional, CNE, entre otros, que vienen impulsando movilizaciones unitarias, especialmente en Caracas. Están representadas varias federaciones sindicales nacionales, Futpv (petroleros), Fapuv (profesores universitarios), Fetraelec (eléctricos), Federación de Trabajadores de Telecomunicaciones, Fetrasalud, Fetraesuv (empleados universitarios), así como sindicatos de base y organizaciones como la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-Cura) encabezada por Orlando Chirino y José Bodas, secretario general de la Futpv.

El martes 6 de octubre se llevó a cabo una jornada nacional de protesta con acciones en cada región, piquetes en los centros de trabajo, cortes de calles, concentración, marchas y otras actividades.

Los principales reclamos son el rechazo a las tablas salariales impuestas por Maduro, aumento de salario igual a la canasta básica indexado mensualmente, defensa de las contrataciones colectivas, contra los despidos, como el de la compañera Deillily Rodríguez, del Metro de Caracas; contra la represión a los trabajadores de Ferrominera del Orinoco, entre otras muchas violaciones al derecho a la protesta y a las libertades democráticas.

Este miércoles 7 se realizará un encuentro nacional sindical en Caracas con varios centenares de dirigentes y trabajadores de todo el país y distintos sectores laborales que están debatiendo un programa de lucha y un plan de movilización nacional, así como una declaración a los trabajadores de Venezuela. Y el jueves 8, en un acto en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, se harán públicos tanto el programa de lucha como las acciones de movilización a implementar.

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