Cristina los denominó “hijos del neoliberalismo de los 90” y la medida fue apoyada por la oposición patronal, desde Carrió hasta Massa. En realidad, que un tercio de los jóvenes del país se encuentren desempleados, debajo de la línea de pobreza y sin acceso al estudio, es fruto de las políticas del neoliberalismo de los 90... ¡que sostuvieron los Kirchner en esta última década! Las leyes privatizadoras y la destrucción de la educación pública, fueron de la mano con la falta de trabajo y la precarización laboral: la superexplotación de los jóvenes es un pilar del “modelo” que deja sin futuro a la vista a cientos de miles en todo el país. En vez de tomar medidas de fondo para sostener la educación, y en vez de atacar la precarización, “Progresar” para el kirchnerismo sería sobrevivir a base de $600 que se va a comer la inflación (y que fueron devaluados dos días después con el paso del dólar a $8), “formarse” a las apuradas para salir a un mercado laboral que solo ofrece miserias en negro.
Pensemos que el total del Plan Progresar estipula un gasto anual de mil millones de dólares, mientras que en estos años se destinaron 173.000 millones en pagos de deuda externa. Y que el pago de deuda en el presupuesto nacional creció de 2013 a 2014 un 74%, mientras que la educación un 18%. Están claras cuáles son las prioridades del gobierno: y sí, son las mismas que durante los 90. Decir que se trata de una medida insuficiente, es poco.
Los 600 pesos son migajas aconsejadas y financiadas por el Banco Mundial para evitar estallidos, contener a un sector rebelde e intentar, el gobierno, capitalizar políticamente para La Cámpora. Pero les va a fracasar. En un contexto de crisis política, de protestas en aumento, y con la creciente politización de la juventud -dentro de ella en particular el crecimiento del Frente de Izquierda- el gobierno anuncia un parche que busca evitar que los jóvenes sigan sumándose a la pelea contra su modelo de entrega y ajuste y crezca la izquierda.
Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda seguiremos peleando por trabajo genuino, por el fin de la precarización laboral, y al mismo tiempo por un aumento del presupuesto educativo que, de la mano del fin de las leyes privatistas, permita establecer en el país un sistema educativo único, público, gratuito y de calidad que esté al servicio de las necesidades populares y no de formar mano de obra barata para las grandes empresas.