Norma nos dijo de entrada: “Lo que nos convocó fue un atropello a una compañera golpeada salvajemente el lunes 29 de septiembre adentro de una habitación restringida a la población. Fue encontrada por un médico cirujano. Cuando se supo, la dirección quiso tapar todo. Las colegas la atendieron y en dos horas le dieron el alta, cuando no corresponde porque quedó shockeada. Ante ello nos hicimos presentes los compañeros de ATE junto con los de Cicop, y consultando con los compañeros decretamos un paro en forma inmediata en solidaridad con la compañera. El día martes llamamos a los medios y decidimos continuar el paro. La dirección quería abrir el hospital y enfrentarnos con la población, minimizando el hecho, que jamás debería haber sucedido, ya que el 22 de septiembre desde ATE y Cicop habíamos reclamado que se ponga una puerta en el lugar donde sucedió. Pero la dirección no lo tuvo en cuenta porque no quería gastar dinero. La asamblea del martes fue de más de 350 compañeros y votamos un paro activo de 48 horas”.

¿Qué les contestaron?

Vinieron con el plan de llenar el hospital de policías. Pero esto no se soluciona con más policías. Al ver el fracaso, el ministerio de Salud de la provincia mandó a la secretaria de Seguridad, doctora Pozo, que propuso más cámaras, más policías, algunos nombramientos de cuidadores -que no tienen el rol de vigilancia, sino de contención a familias de los pacientes-, y una tarjeta magnética que en 2010/11 rechazamos porque no servía para combatir la inseguridad. Lo rechazamos.

En asamblea votamos un plebiscito para la remoción de la dirección. La directora mandó una patota de 20 barrabravas del intendente Urquiaga que irrumpió el día del abrazo, este lunes, pero el abrazo lo hicimos igual. El ministerio nos convocó a una audiencia tripartita de los gremios, dirección del hospital y ellos para discutir el problema.

¿Qué propuso la asamblea contra la inseguridad?

Normatizar el ingreso al hospital y las líneas de circulación, sin tanta policía. Una interna para los trabajadores, y otra para los pacientes y sus familias. Y reducir el ingreso a los pasillos internos del hospital a los trabajadores del mismo y a los familiares de los internados. Una decisión que no cuesta dinero, sólo requiere de planillas de ingresos o las cirugías que se hacen. De esta forma no se chocaría con la población como sucede ahora. Desde hace tres años venimos denunciando que las puertas no funcionan en los lugares donde hay bebés y hasta podrían robar alguno.

Pero el problema más profundo pasa por exigir una partida presupuestaria mayor, porque los pacientes no son violentos, están cansados de esperar cinco o seis horas para que los atienda un médico. Faltan profesionales, enfermeros, camilleros, materiales, insumos. Estamos en emergencia. Reclamamos que la dirección blanquee el presupuesto. Maneja el Plan Nacer, el Remediar y otros que el gobierno paga como si fueran obras sociales y eso nunca se ve reflejado en la infraestructura del hospital. No se sabe qué se hace con el dinero. En cambio, la dirección nos acusa a los trabajadores de robar insumos.