Cristina dice que desde la asunción de Néstor Kirchner en 2003, el esclarecimiento del atentado a la mutual judía fue una de las prioridades de su gobierno. Pero en realidad, nunca les interesó llegar a la verdad. En otro de los pasajes de su largo discurso, la presidente dijo sin tapujos que fue el kirchnerismo quien derogó las leyes de Obediencia Debida y Punto Final (que venían de la época de Alfonsín (UCR) y garantizaban la impunidad de los genocidas de la dictadura). Y que a partir de ese momento la política de derechos humanos oficial permitió que se realizaran “los juicios por lesa humanidad que nos convirtieron en un modelo a imitar en materia de derechos humanos en todo el mundo”. Otra mentira.
En honor a la verdad, la anulación de estas leyes de impunidad no fue por obra y gracia del kirchnerismo, ni de la justicia, sino fruto de la lucha popular ininterrumpida a lo largo de décadas. Lucha que abarcó a varias generaciones y organismos de derechos humanos que año tras año sortearon todos los obstáculos de impunidad que le impusieron los sucesivos gobiernos. Así pasó con Alfonsín y luego con el PJ de Menem que indultó a los genocidas. ¿Alguien recuerda al kirchnerismo y a la señora presidente haber hecho algo con la gran movilización de decenas de miles condenando los indultos menemistas? Nada. ¡Tampoco el kirchnerismo hizo nada en plena dictadura ni en los años 80 contra la impunidad!
Lo que llevó a Néstor Kirchner tener que apoyar la anulación de estas leyes aberrantes fue su necesidad de montarse sobre las banderas del Argentinazo para lograr base social y recomponer el régimen del bipartidismo sumido en una crisis profunda por aquella rebelión popular. Es más. El proyecto originario de nulidad de las leyes lo presentó la izquierda en el Congreso Nacional junto a los organismos de derechos humanos independientes del gobierno, como el encuentro Memoria Verdad y Justicia.
Por lo tanto, fue la movilización popular la que logró terminar con las leyes de impunidad y gracias a ello comenzaron los juicios de los que habla Cristina. Así y todo, el gobierno y su justicia se niegan a unificar todas las causas, otorgando dilaciones en los juicios. Mientras en estos años el kirchnerismo se ha dedicado a cooptar organismos como Madres Plaza de Mayo-Hebe y Abuelas, para decir que la lucha ya terminó, que no hay más impunidad y que hay que apoyar a este gobierno.
Además, ¿se puede decir que Cristina defiende los derechos humanos cuando Julio López, desaparecido la primera vez en la dictadura, nuevamente lo fue en democracia, precisamente durante la “década ganada”? Recordemos que Julio López fue secuestrado cuando iba a declarar contra el genocida Etchecolatz. Nunca más se supo de él. Y la presidente nunca fue capaz siquiera de nombrarlo una sola vez en sus extensos discursos. Una causa que ha quedado en la completa impunidad, dejando el repudiable ejemplo de que esta “mano de obra desocupada” que siempre denunciamos está enquistada en los servicios de inteligencia y los ex represores siguen en la impunidad, estando detrás de este secuestro repudiable.
Sólo la lucha de los trabajadores y el pueblo movilizado puede lograr encarcelar a todos los represores y genocidas de ayer y de hoy -como Milani-, en el camino de la lucha por un mundo sin opresores ni oprimidos, como por el que lucharon nuestros desaparecidos.