La respuesta la tenemos si miramos el lugar donde las inversiones chinas ya “han madurado”: en Africa hay 800.000 obreros chinos. No hay más trabajo para los locales, salvo aquellos que aceptan situaciones de semi esclavitud. Además, los contratos firmados no permiten asegurar con claridad a qué se comprometen realmente los empresarios chinos. Esto no es un dato menor. Las multinacionales chinas tienen un triste “récord” de obras que nunca se terminaron: tal el caso del Puerto del Pireo en Grecia, los proyectos ferroviarios en Nigeria o la minería en Afganistán.
Como lo venimos diciendo, el motivo fundamental por el cual se firmaron estos acuerdos es que China se ha transformado prácticamente en el único “financista” de la Argentina. Pero nada es gratis: la suma de los acuerdos va camino a incrementar nuestra deuda en 30.000 millones de dólares. Esto es el resultado de la suma entre los 4.700 millones que saldrán las represas en Santa Cruz, los 12.800 de las usinas nucleares (con tecnología de dudosa compatibilidad con las centrales nucleares existentes), los 3.000 de los trenes (mientras siguen cerrados nuestros talleres ferroviarios que podrían construirlos), y el “swap” (préstamo de reservas) por 11.000 millones, destinados a sostener los pagos de los vencimientos de deuda externa. Cristina habló de una “asociación estratégica” con China. Hasta ahora, lo único estratégico serán las consecuencias que pagaremos en los próximos años, con más endeudamiento, saqueo de nuestros recursos y superexplotación de los trabajadores.
J.C.