Sin discusión previa en los colegios que iban a ser afectados (Nacional Buenos Aires, Carlos Pellegrini y la Escuela de Producción Agropecuaria de la Facultad de Veterinarias), el secretario de Educación Media de la UBA, Oscar García, intentó hacer aprobar un proyecto elitista de modificación del régimen de cursada. El mismo había sido difundido engañosamente en los medios como un intento de “bajar la exigencia académica”, a partir de que planteaba aumentar de una a dos las materias previas con las que un estudiante podía pasar de año. Pero la entrada en escena del movimiento estudiantil con su voz propia, primero con la toma del Buenos Aires y después la del Pellegrini, hizo retroceder a las autoridades y a su reforma.
Hoy casi el 20% de los chicos que ingresan al tradicional colegio Nacional Buenos Aires no llegan a quinto año, número que en el Pellegrini ronda el 15%. Los estudiantes y docentes son conscientes que es necesaria una reforma integral del actual sistema académico, pero reclaman que la misma surja del debate entre el conjunto de la comunidad académica y no de una imposición nacida del rectorado de la UBA, que solo busca un ajuste.
Por eso, a través de sus representantes, los estudiantes se encargaron de explicar que el proyecto de las autoridades eliminaba la posibilidad de que los estudiantes libres (que no tienen la posibilidad de repetir de año en el colegio) se reincorporasen. Y también se eliminaban los talleres del programa de ayuda escolar a los alumnos, con lo que se ponía en juego los puestos de trabajo de los docentes a cargo de los mismos. Hoy son unos 132 los estudiantes libres que de esta manera se verían ex- pulsados, sin posibilidad de volver a sus colegios.
La conducción combativa del centro de estudiantes del Buenos Aires (Oktubre) convocó a asambleas que mostraron el masivo rechazo de los estudiantes al proyecto y dejaron en “orsai” a la conducción estudiantil kirchnerista del Pellegrini que jugó para que pase la reforma. Sin embargo, los K rápidamente se vieron sobrepasados por la base estudiantil que también fue por la toma del colegio. Todo esto fue coronado con la movilización de centenas de pibes a las puertas del rectorado, que no tuvo otra opción que volver atrás con el proyecto. La reforma se va a seguir discutiendo, y los estudiantes ahora han demostrado la necesidad de que su opinión sea tomada en cuenta.
Este nuevo “round” de la pelea del movimiento estudiantil contra las políticas antieducativas que impulsan kirchneristas, radicales y macristas, permite que anotemos un nuevo triunfo tras haber conquistado expulsar al espía Darío Richarte de su cargo de vicerrector de la UBA. Esto, sumado a la crisis de la casta que gobierna la UBA -expresada en la renuncia del Decano de Económicas-, demuestra que es momento de salir a empujar desde los centros de estudiantes secundarios, terciarios y universitarios, y desde la FUBA, para sacar a los estudiantes a la calle. Los preuniversitarios dieron el ejemplo. Hay que seguir golpeando a las autoridades educativas y a los mafiosos del rectorado, que merecen ser expulsados, para que la UBA y sus colegios puedan ser finalmente democratizados y puestos al servicio de las reales necesidades de los estudiantes, los trabajadores y el pueblo.
Renunció otro mafioso
José Luis Giusti, ex radical devenido macrista, renunció la semana pasada a su cargo de decano de Ciencias Económicas, la facultad más grande de Latinoamérica con 60.000 estudiantes y un inmenso presupuesto. Alegó “motivos personales ajenos a la función pública”, pero las denuncias que lo implican lo desmienten. Tras denunciarlo por violencia de género, los señalamientos que hizo su ex esposa sobre su patrimonio pusieron de manifiesto lo que era obvio: que su enriquecimiento personal no podía surgir de su “función pública”, sino de los negociados privados que hace con la educación pública. Una investigación reciente lo señaló partícipe de un entramado de desvío de subsidios del que también es parte el líder de la Franja Morada, Emiliano Yacobitti (secretario de Hacienda de la UBA, Presidente de la UCR-Capital y principal pilar de la campaña de Martín Lousteau). Mientras no logremos democratizar la UBA más personajes oscuros como estos, o como Darío Richarte, van a seguir llevando las riendas de la principal universidad del país.