En los últimos dos años avanzó la decadencia en la actividad petrolera como consecuencia de la caída de los precios del crudo, pese a que durante el último año de Cristina y el primero de Macri el gobierno le garantizó a las operadoras un valor del barril de crudo de U$S 63, casi 25 dólares más que el precio internacional. Este plan tampoco conformó a las grandes operadoras (YPF - Chevron - PAE - Petrobras, y otras) que bajaron la producción, alejando por muchos años la posibilidad de que Argentina se autoabastezca de crudo. Este retroceso derivó en una ofensiva contra el salario y las condiciones de trabajo que se refleja en el acuerdo marco firmado en la Casa Rosada.
Enorme importancia reviste el acuerdo firmado por el presidente Macri con el gobernador de Neuquén, las empresas que operan en Vaca Muerta y los gremios de Petroleros Privados de Neuquén, Río Negro y La Pampa, que conduce Guillermo Pereyra, y el gremio del Personal Jerárquico que dirige Manuel Arévalo. La importancia reside en que, por primera vez desde que Menem privatizó YPF hace más de 25 años, un convenio establece cláusulas específicas para aumentar la productividad, reventando conquistas obreras de décadas y generando una notable baja salarial. Todo para que los empresarios se “comprometan”, una vez más, a invertir, recibiendo de antemano precios y estabilidad tributaria para la explotación no convencional en Vaca Muerta, el segundo reservorio de gas natural y el cuarto de petróleo en el mundo. Además de arreglar con el ministro de Energía Juan José Aranguren, que las naftas se incrementaran en el 8% ahora y un “poquito” durante el año en curso.
Durante todo el 2016, más de 1700 obreros de las empresas de servicios más importantes que trabajan con contratos para YPF, como Halliburthon, Baker, Schlumberger, Taker y otras, estuvieron en situación stand by, es decir cobraban el salario recortado en un 40 % y no asistían al trabajo porque se levantaron tareas y unos 20 equipos de campo. A estos 1700 inactivos, hay que sumarles los más de 2000 obreros que perdieron el trabajo en los últimos dos años, por despidos a cuentagotas y por retiros voluntarios inducidos por el sindicato y las amenazas de los empresarios. La situación de los 1700 aún no está resuelta en el acuerdo general firmado, pero lo que sí está resuelto es el cambio de condiciones para más de 4000 obreros que trabajan en los pozos no convencionales y el mantenimiento de un precio alto de 7,5 dólares por millón de BTU para la producción de gas, que pasaría a ser la estrella de Vaca Muerta. A este ataque se suma el nuevo convenio para la explotación no convencional de Vaca Muerta.
La burocracia sindical fue la clave del acuerdo
El burócrata Guillermo Pereyra, que además de secretario general del sindicato es senador nacional por el Movimiento Popular Neuquino y amigo del gobernador Omar Gutiérrez (también del MPN) fue la llave maestra para que se firme un nuevo convenio de trabajo. Tomando como referencia el acuerdo secreto y la letra chica de la famosa Ley Chevron, que Cristina y todos los bloques patronales votaron en el congreso nacional, entregando la explotación de la porción más jugosa de Vaca Muerta. Ley aprobada con la recordada movilización popular de repudio y una fuerte represión frente a la legislatura neuquina.
Sin consultar a los trabajadores, se copiaron detalles de la Ley Chevron como la eliminación de las horas extras, solo se pagarán las trabajadas in situ (son 12 horas menos por día, en las que el obrero no está en el pozo pero sí al servicio de la empresa); se eliminan las horas taxi y la vianda (son las tres o cuatro horas de viaje diarias hasta el lugar de trabajo); se achican las dotaciones de personal en cada pozo para los equipos de torre y operaciones especiales, con carga horaria máxima y multiplicidad de tareas; se incorpora el trabajo nocturno
en el montaje (que está prohibido en el actual convenio) y se obliga a trabajar en la torre con vientos de hasta 60 km/hora (hasta ahora era
con máximo de 40). O sea, un salto cualitativo en la superexplotación, mayores riesgos de trabajo, y una caída del salario de casi una tercera
parte, lo que se podrá mensurar con certeza cuando vengan las primeras liquidaciones de sueldos.
Macri dijo que este nuevo convenio creará un “círculo virtuoso” para promover inversiones y Guillermo Pereyra aseguró que “es solamente
una adecuación de tareas, posiciones y diagramas” y que los obreros “podrán estar más tiempo con sus familias”. Dos caras de una misma
moneda.
Llamamos a todos los trabajadores petroleros y de todo el país a repudiar la traición de la burocracia y rechazar este convenio flexibilizador.