A nuestro país la crisis brasileña le pega de diversas maneras. Desde el punto de vista económico, queda claro que la crisis capitalista seguirá pegando en la región. Y los patronales tratarán que los trabajadores paguemos los platos rotos. Así, por ejemplo, ante el hecho de que las automotrices no lograrán reactivar las exportaciones a Brasil, querrán seguir avanzando con sus planes de suspensiones, despidos y flexibilización del convenio colectivo. Lo mismo sucederá en otros sectores. La continuidad de la crisis seguirá siendo una de las excusas que se usará para seguir con el ajuste.
Pero lo que está sucediendo en Brasil también implica un impacto político para nuestro país. Los políticos patronales y los propios empresarios tiemblan ante la mera posibilidad de que en la Argentina ocurra una cosa similar. Porque está claro que los gobiernos que ajustan no terminan bien. Por supuesto que no estamos en el mismo punto que Brasil. Las luchas y las contradicciones políticas en nuestro país están en un nivel mucho más incipiente. Pero los temas de fondo en discusión son los mismos. Macri apela a la misma receta económica: salarios a la baja, flexibilización laboral y endeudamiento externo. Y también se enfrenta a denuncias de corrupción. Las consecuencias de estas políticas son las que están derrumbando a Temer. Y entonces, efectivamente, Brasil es un espejo en que nos debemos mirar hacia el futuro.
La continuidad del ajuste que llevan adelante Macri y los gobernadores nos llevarán, seguramente en no muy largo plazo, a nuevas confrontaciones y a una agudización de las luchas, como la que vivimos en marzo pasado. Esto va a suceder porque los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo, ante una inflación que no cesa y convenios colectivos a la baja, porque continúan los tarifazos, las suspensiones, los despidos y los intentos de flexibilización laboral atacando conquistas de los trabajadores en los distintos gremios. Si hoy no se está saliendo a enfrentar el ajuste al mismo nivel que en marzo, ello se debe exclusivamente a la traición de la burocracia sindical, que se jugó a la conciliación y al pacto con el gobierno. Ellos, y los partidos patronales a los que pertenecen (centralmente todas las variantes del peronismo) quieren llevar todo a las elecciones, para desviar la lucha y que se termine votando entre las distintas variantes patronales. Pero ni aun así van a poder detener la bronca, como se puede ver hoy mismo en la enorme pelea que los estatales y docentes santacruceños están dando ante el ajuste de Alicia Kirchner.
Por eso sigue estando planteado como nos preparamos para continuar la pelea. En cada lucha, en cada gremio, fortaleciendo al sindicalismo combativo. Como se dio la semana pasada con la oposición de Foetra Buenos Aires, que logró ingresar a la directiva por la minoría. O como los Sutebas combativos, que se consolidaron en sus seccionales y con una lista Multicolor que avanzó como referencia provincial. Pero, al mismo tiempo, tenemos que fortalecer nuestra alternativa política, saliendo de inmediato y en forma unitaria contra los candidatos del ajuste. Esa es la tarea y el desafío del Frente de Izquierda. En este sentido sería una gran contribución que pudiéramos alcanzar una lista única para las PASO de agosto, tal como explicamos en las páginas centrales de este periódico. Para salir a disputar con nuestro programa de independencia de clase. Planteando que hay una salida contra el ajuste. Que hay que dejar de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de las más urgentes necesidades populares de trabajo, salario, educación, salud y vivienda.