El gobierno manipula los números comparando la producción de junio y julio con las de idéntico mes de 2016 (donde se dio lo más profundo del pozo depresivo) y señalando que “se creció un 4%”. Pero si comparamos con los meses inmediatos anteriores, como mayo y junio de este año, vemos que el crecimiento es ínfimo o nulo. A los números de consumo, que siguen mostrando caídas mes a mes en las compras, tanto de supermercados como shoppings, el gobierno responde que en realidad se trata de que la gente “cambió los hábitos de consumo” y pasó a comprar en canales mayoristas. Cuando se le pide ejemplos concretos de incrementos en consumo, suele responder con el aumento de los patentamientos de motos o autos de alta gama, o con el aumento de la venta paquetes de viajes turísticos al exterior o gastos suntuarios similares.
La realidad es que efectivamente, hay un sector que está mejor: los privilegiados que se beneficiaron con la política macrista. Los pudimos ver en la reciente exposición rural de Palermo o comprobar en los valores récord de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Mientras tanto, para el conjunto de los trabajadores, la economía sigue dando negativa: los salarios no alcanzan y se los sigue comiendo la inflación, las boletas de servicios públicos son impagables y se vienen nuevos tarifazos, continúan los despidos y cierres de plantas y las familias hacen malabares reduciendo su consumo hasta de lo imprescindible (la baja del consumo de leche es el ejemplo más patético). Nada distinto puede esperarse de esta política de ajuste. La única salida es imponer un plan económico alternativo como el que planteamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda que, a partir del no pago de la deuda externa, ponga todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares de trabajo, salario, educación, salud y vivienda.