Es un lugar común la queja de determinados sectores del empresariado y el establishment económico acerca de la “alta presión impositiva”. Vale la pena rehacer la pregunta: ¿en la Argentina se paga poco o mucho de impuestos? La respuesta real es que los trabajadores y demás sectores populares soportan una terrible carga tributaria: empezando por el IVA, el más regresivo de los impuestos, con una de las alícuotas más altas del mundo, y siguiendo por otros tributos fácilmente trasladables al precio final de los bienes de consumo, como Ingresos Brutos. Además, por la deformación perversa de impuestos que deberían ser progresivos, como Ganancias, hoy transformado para muchos trabajadores en un virtual impuesto al salario. La contracara es un impuesto a las ganancias para las empresas y los ricos con miles de formas de evadirlo, exenciones absurdas, como la renta financiera, o incluso impuestos a la riqueza irrisorios, o con mecanismos de valuación que los transforman en algo que en los hechos favorecen a quienes tendrían que tributar, como los distintos impuestos inmobiliarios provinciales.
Frente a esta realidad, se impone una verdadera reforma tributaria, que está en la antípoda de la que propone el gobierno de Cambiemos. Hay que eliminar el IVA sobre el conjunto de los bienes que integran la canasta familiar. Se debe terminar con la aberración de que los trabajadores paguen “impuesto a las ganancias”. Como contrapartida, hay que terminar con las exenciones impositivas a los sectores poderosos: la renta financiera debe tributar ganancias con la máxima alícuota. Los jueces también deben pagar. Se deben reponer las retenciones a las exportaciones agropecuarias. A nivel provincial hay que proceder a recalcular el valor fiscal de todas las propiedades inmuebles, urbanas y rurales, según la localización, los metros cuadrados de construcción, la calidad de la obra, o las hectáreas en el caso rural, se debe fijar un impuesto inmobiliario importante para los dueños de grandes propiedades y extensiones de tierra. Y, por sobre todo esto, se debe crear un impuesto especial a las grandes fortunas y superganancias, con altas alícuotas.
Se trata, en síntesis, de poner “patas para arriba” nuestro sistema tributario. Modificándolo de raíz por uno nuevo, donde efectivamente paguen más y financien al Estado los que más tienen y más ganan, para poner todos esos recursos al servicio de resolver las urgentes necesidades populares de trabajo, salario, jubilación digna, salud, educación y vivienda. Si a esto le sumamos los fondos que podrían salir de dejar de pagar nuestra inmoral e ilegal deuda externa, sobraría el dinero para poner en marcha un modelo económico alternativo al servicio de los trabajadores y demás sectores populares.
Carrefour: El lobo cuidando a las ovejas
José Ignacio García Hamilton (hijo) fue designado en el área de Legales y Relaciones Institucionales de la Secretaría de Comercio. Se trata del representante legal, hasta hoy, de Carrefour en la Argentina. La Secretaría de Comercio es la institución que tiene a cargo controlar los abusos y malas prácticas de las grandes cadenas de supermercados, entre ellos los aumentos injustificados de precios. Al frente está, nada más ni nada menos, que Miguel Braun, sobrino del dueño de La Anónima, una de las mayores cadenas de hipermercados del sur del país. Ahora le suma al representante de Carrefour… cartón lleno.
J.C.