Este capitalismo chino, asentado sobre la prohibición para los trabajadores de formar sindicatos, y a la sociedad en general de formar cualquier partido político distinto del oficial PC, construyó sus industrias más grandes sobre la base de la inversión imperialista. No obstante esta represión, los trabajadores han realizado en los últimos años grandes huelgas, logrando significativas mejoras laborales, incluyendo mejores salarios, aunque sin poder romper la brutal superexplotación con jornadas de trabajo extenuantes y sueldos miserables, aun pese a las mejoras conquistadas. La superexplotación es el “secreto” de la prosperidad del capitalismo en China.
El congreso fue precedido por una ola de supuesto “combate a la corrupción”, que le sirvió a Xi Jinping para liquidar a varios de sus competidores y llegar al poder absoluto. Y también con una ola represiva contra movimientos feministas y diversos disidentes, incluyendo leyes para vigilar internet.
En el proceso de reelección se hizo por los medios de comunicación una apología del líder que revive el culto de la personalidad de Mao. Esto quedó consagrado en el texto oficial que incorpora, como material que de ahora en más deberá ser estudiado en todas las escuelas, el “pensamiento de Xi Jinping”, al nivel de Mao Tse Tung y Deng Xiaoping (el primero que concretó la restauración capitalista en China). En resumen, se intenta fortalecer al “gran líder” como el garante de la dictadura capitalista contra la clase trabajadora china.