Agosto arrancó con todo, subió el pasaje de los colectivos en la Capital y el Gran Buenos Aires. El subte pasó de 7,50 pesos nada más ni nada menos que a 12,50 (un alza de 67%). Se dio el tarifazo de 22% en la luz. Ahora aumentó nuevamente la nafta 5% ¡por séptima vez en el año! Ya hay zonas del país donde la premium está arriba de los 40 pesos. También subieron las prepagas 7,5%. Y, por supuesto, siguen por las nubes los precios de los artículos de primera necesidad.
No hay plata que alcance. Las consultoras privadas ya hablan de una inflación para todo 2018 cercana al 35%. ¡Y pensar que hace un par de semanas querían arreglarnos con un 15% en cuotas! La realidad es que los sueldos se están pulverizando, y esto ni siquiera se arregla con los reajustes que alcanzaron algunos gremios.
¡Tiene que haber un aumento salarial de emergencia! Ningún trabajador debe ganar menos que el valor de la canasta familiar, hoy valuada en 20.000 pesos. Y hay que reabrir inmediatamente todas las paritarias, sin techo, para que los salarios recuperen todo lo que perdieron y, de acá en más, se ajusten mensualmente según la inflación.
Para pelear por esto, y contra todas las medidas de ajuste de Macri y el FMI, tenemos que reclamarle a la CGT y las CTA un paro general de 36 horas, como primer paso de un plan de lucha. Y oponer al programa económico de hambre del Fondo Monetario un plan alternativo, obrero y popular, que comience por dejar de pagar la deuda externa y poner todo ese dinero para resolver las más urgentes necesidades de trabajo, salario, educación, salud y vivienda.