Escribe Mercedes de Mendieta, legisladora porteña electa por Izquierda Socialista/FIT
Luz Aimé es una joven trans criminalizada por la justicia patriarcal, por su condición de género, migrante y pobre. El 20 de febrero comienza en el tribunal criminal N°8 de la CABA el juicio en que está procesada en un crimen que no cometió. En ese marco, se está impulsando una campaña por su absolución que desde Isadora, mujeres en lucha estamos acompañando.
Luz llegó a Buenos Aires desde su provincia natal Salta en el año 2017, con expectativas de mejorar su calidad de vida, eso la motivó a comenzar sus estudios en el Mocha Celis, un bachillerato popular. Desde los 13 años es trabajadora sexual, condición que la llevó a sufrir diversos ataques y situaciones de extrema violencia. Como resultado de uno de esos episodios de odio, Luz perdió la visión de un ojo, mientras que el otro le quedó dañado de forma parcial.
En julio de 2018, la joven de 22 años fue involucrada en una causa que no cometió y presa. Luego de ocho meses en el penal y de reiterados pedidos de la defensa, le otorgaron la prisión domiciliaria fundamentada por la discapacidad visual severa que padece, las pésimas condiciones materiales del penal y los incumplimientos sanitarios. Desde ese momento, se encuentra cumpliendo prisión domiciliaria en el Hotel Gondolin, asociación civil gestionada por mujeres trans y travestis, donde residía previo a su detención.
Luz enfrenta un juicio injusto atravesado por una cadena de violencias que vive el colectivo trans-travesti. La expectativa de vida de una persona trans en el país es de 35 años, sometidos a violencias estructurales como la falta de acceso a la educación, la salud, la vivienda, la estigmatización, la persecución y la represión. En el caso de ser condenada Luz podría recibir cadena perpetua. Por eso, desde las organizaciones feministas tenemos que difundir y acompañar la campaña por la absolución de Luz y el fin de la persecución y criminalización del colectivo trans-travesti.