Finalmente el peronista Miguel Ángel Pichetto acompañará como vice a Mauricio Macri en la fórmula. Todo mientras Cambiemos sigue retrocediendo y en crisis, producto de la bronca popular creciente frente al ajuste, la recesión y la miseria.
Escribe Guido Poletti
La noticia que aportó la semana es que quien hasta ayer nomás era uno de los principales líderes de Alternativa Federal terminó como compañero de fórmula de Macri. Pichetto, con un “currículum” donde fue primero menemista, luego duhaldista, más tarde jefe del bloque de senadores de Néstor y Cristina Kirchner, hace cuatro años viene siendo el principal operador para garantizarle al gobierno de Macri los votos peronistas para que se aprueben las leyes más importantes del ajuste. Así, fue el principal justificador en el Senado del pago a los fondos buitres, posteriormente del robo a los jubilados en diciembre de 2017 y, más recientemente, de la aprobación del presupuesto de déficit cero exigido por el FMI, que sellaba el superajuste.
El gobierno pretende así amortiguar su crisis con una maniobra que busca tender un puente intentando conseguir algunos votos provenientes de sectores peronistas anti-kirchneristas. Una maniobra de bajo vuelo y dudoso resultado (más allá que efectivamente aporta a achicar hasta su mínima expresión al “tercer espacio” del peronismo federal). Es que, lo que verdaderamente define la actual debilidad del gobierno es la bronca creciente: aquellas franjas de trabajadores que lo habían votado –equivocadamente– hace cuatro y dos años ya han roto definitivamente con Cambiemos. Incluso cada día vemos cómo más sectores de clase media, del electorado más “propio”, también lo abandonan.
Las elecciones provinciales vienen siendo un muestrario de todo esto. Con la excepción de Jujuy y Mendoza (en este caso en las Paso), los candidatos del gobierno vienen perdiendo por paliza en todos los lugares donde se presentaron. En las cuatro provincias donde la semana pasada se eligió gobernador (Jujuy, Tucumán, Entre Ríos y Chubut), Cambiemos perdió casi el 30% de los votos que había cosechado en 2015. En Jujuy, pese a su triunfo, el gobernador radical Gerardo Morales retrocedió de 227.000 votos en 2015 a apenas 173.000 el domingo pasado.
Todo esto es producto del desbarranque económico generado por el ajuste. Todos los días salen datos nuevos que ilustran la realidad que se palpa en las calles. La industria retrocedió 12% con respecto a 2018, con todos sus sectores en baja y 220.000 despidos en el último año. Salarios y jubilaciones han sido virtualmente pulverizados, con caídas superiores a 12% en 2018 y con nuevas pérdidas de poder adquisitivo en lo que va de 2019.
Mientras tanto lo que sí obtiene el gobierno es una colección de apoyos del imperialismo y de los gobernantes más reaccionarios de la región. Ya Trump viene demostrando su apoyo irrestricto a “su amigo Macri” (así lo llama). La semana pasada, la titular del FMI Christine Lagarde volvió a alabar al gobierno argentino y su ajuste, ratificando que se habilitarán las nuevas cuotas del préstamo con el Fondo. También el ultrarreaccionario presidente de Brasil Jair Bolsonaro y el presidente colombiano Iván Duque, de visita por Argentina, plantearon que “la reelección de Macri es fundamental para América latina” (La Nación, 11 de junio).
Macri-Pichetto será entonces la fórmula del oficialismo. La de la continuidad del gobierno que aumentó la deuda en 150.000 millones de dólares y nos llevó al FMI. El de los tarifazos, la inflación récord y el robo a los jubilados. Busca, con el apoyo del imperialismo y el visto bueno del establishment económico internacional, cuatro años más de “gobierno de los Ceo”. Marcha a las elecciones envuelto en el repudio del pueblo trabajador que, cada día, se reafirma en que Macri y su ajuste no van más.