Durante la cuarentena, la organización de los hogares colapsó. El cuidado de niños y niñas en las casas, hacer la comida, pensar juegos para que no se aburran tanto y ayudarlos con la tarea escolar es un desgaste tremendo que recae mayoritariamente sobre las mujeres. Por supuesto que no empezó con el aislamiento, pero puso al descubierto las desigualdades que ya existían en relación con el trabajo reproductivo y que desde el feminismo venimos alertando.
Escribe Mercedes Trimarchi, diputada bonaerense Izquierda Socialista/Frente de Izquierda Unidad
Comencemos por definir qué es el trabajo reproductivo. Es aquel que engloba las tareas necesarias para garantizar el cuidado, bienestar y supervivencia de todas las personas. Este trabajo abarca desde la reproducción biológica, la gestación, el parto y la lactancia, hasta la reproducción social: mantenimiento del hogar, hábitos y normas que incluyen la crianza, la educación, la alimentación, etcétera. Esta tarea sumamente necesaria para vivir en sociedad actualmente está feminizada, es decir que la realizan mayoritariamente mujeres producto de la división sexual patriarcal del trabajo, de la cual el capitalismo se aprovecha para usufructuar mayores ganancias.
Veamos algunos datos que aporta el Indec con la Encuesta sobre el Trabajo No Remunerado y el Uso del Tiempo que se realizó en 2013 (único documento oficial que existe). Entre otras cosas, se mide la cantidad de horas que le dedican varones y mujeres a las tareas dentro del hogar y no remuneradas, que incluyen quehaceres domésticos, apoyo escolar y cuidado de personas. Los resultados establecen que, en promedio, los varones le dedican dos horas diarias a estas tareas, mientras que las mujeres, seis. Lo primero para resaltar de la encuesta es que las mujeres tenemos cuatro horas menos por día que los varones para estudiar, trabajar fuera del hogar o para hacer alguna actividad recreativa. En definitiva, tenemos menos tiempo libre. Lo segundo, es que las mujeres estamos realizando un trabajo que nos insume seis horas diarias y nadie nos está pagando por ello.
Ahora bien, si le asignáramos un valor monetario a este trabajo reproductivo, ¿cuánto deberíamos cobrar? Es una incógnita, pero se puede calcular un estimativo en nuestro país, de acuerdo a lo que establece la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares (Cntcp) para estas tareas. Según la Cntcp, el valor por hora que deben cobrar quienes se dedican al cuidado de otras personas es de 150 pesos y, para quienes realicen tareas generales como limpieza, lavado o cocina es de 139 pesos por hora (datos actualizados a marzo 2020, según el Boletín Oficial). Entonces, un cálculo rápido nos da que en promedio deberíamos cobrar como mínimo 26.000 pesos por mes por realizar estas tareas, cuenta que demuestra la tremenda precarización y mal paga que sufren las trabajadoras domésticas, que en el país son el 95% mujeres.
¿Pero por qué no nos pagan? Básicamente, porque vivimos en un sistema capitalista patriarcal que busca obtener ganancias de prácticamente todo y por ello nos inculcaron por medio de todas las instituciones (iglesias, medios de comunicación, escuelas, etcétera) que estas tareas las debemos hacer las mujeres por amor y no por un salario. Así, los gobiernos de todo el mundo se están ahorrando unos cuantos billetes. Por ejemplo, en la Argentina el equivalente al 125% del PBI de la industria manufacturera, según el Centro de Estudios Atenea (BAENegocios, 19/4/2020). Desde Isadora e Izquierda Socialista, como parte del movimiento feminista peleamos desde hace años para que estas tareas sean reconocidas como trabajo y, por lo tanto, remunerado con un salario igual a la canasta familiar.
En este contexto de pandemia mundial las mujeres estamos garantizando nuestro cuidado y el de todas las personas que conviven en el hogar, lo hacemos gratuitamente e incluso a costa de nuestra salud sin ningún tipo de ayuda ni acompañamiento estatal. Por eso exigimos una cuarentena con derechos: sin despidos, sin suspensiones, sin rebaja salarial y con licencias pagas para las madres y padres que tengan a su cargo hijos, hijas y adultos mayores.