Escribe José Castillo
La renegociación de la deuda externa argentina parece encaminarse a su recta final. Lejos quedaron ya los tiempos en que Alberto Fernández anunciaba que “no se pagaría con el hambre del pueblo”, o incluso que “se hacía una oferta de lo que se puede pagar, y ni un peso más”. El ministro de Economía, Martín Guzmán, y el propio presidente, se cansaron en estos días de anunciar que “están mejorando la oferta” y “negociando de buena fe”. Traducido, no solo se comprometen a pagar, sino que cada día que pasa ofrecen más y mejores condiciones a los pulpos acreedores.
Repasemos. Nunca fue cierto que la llamada “oferta inicial” de la Argentina fuera mala para los acreedores. El propio gobierno lo reconoció una y otra vez, la quita de capital era ínfima (apenas 5,4%), por los intereses se seguía reconociendo una tasa mucho más alta que el promedio internacional, e incluso se reducía el “período de gracia” (el tiempo que el país estaría sin pagar nada hasta efectivizar la primera cuota) de los cuatro años que venía anunciando el gobierno de Fernández a apenas tres. Tan cierto era que lo que se estaba ofreciendo era mejor para los acreedores que lo que ellos esperaban, que al día siguiente del anuncio los bonos comenzaron a subir en los mercados internacionales y el riesgo país a bajar. Es que en el establishment de Wall Street se leía lo correcto: el gobierno argentino, más allá del doble discurso, estaba dispuesto a pagar y en forma más que conveniente para los acreedores. En síntesis, los actuales tenedores de los bonos iban a ganar infinitamente más con lo que les ofrecía el gobierno argentino de lo que esos mismos bonos hoy valen en el mercado.
Una partida de póker con cartas marcadas
A partir de ahí comenzó una negociación con idas y venidas. Cada uno jugó su rol. Los acreedores, tras comenzar diciendo que era “inaceptable”, tuvieron que mostrar quiénes eran. Ahí quedó claro, en la mesa no había ningún “jubilado con bonos” o pequeño ahorrista. Eran los “grandes elefantes” de las finanzas mundiales, con BlackRock, Fidelity, Greylock y Pimco a la cabeza. También quedó claro, cuando se fueron agrupando para negociar mejor en “clubes de acreedores”, que no se trataba solamente de “la deuda de Macri”. Ahí estaban los que venían a cobrar los bonos de los canjes kirchneristas 2005 y 2010, tirando abajo el discurso de que esa deuda no existía, ya que “nos habíamos desendeudado”.
Finalmente, y tal como se esperaba, el gobierno dio a conocer una contraoferta, infinitamente más favorable que la primera, a los pulpos acreedores. Pero estos siguen presionando, saben que pueden obtener más. En concreto, y más allá de en qué punto se termine firmando el acuerdo, la realidad es que la quita de capital será menor aún (o incluso puede no existir), se van a reconocer más intereses, se va a empezar a pagar antes de lo planteado en la oferta original y se le va a regalar a los acreedores algún “premio final” para cerrar la negociación, con forma parecida al “cupón PBI” de 2005 (por el que la Argentina se compromete a pagarle a los acreedores un extra cada año que la economía argentina tenga un crecimiento positivo). Todo terminará a pedir de boca de los pulpos, independientemente del doble discurso con que, sin duda, se lo querrá presentar. Así lo confesó una fuente de los bonistas: “Si quiere, le damos todo el crédito político a Alberto Fernández y declaramos que fuimos derrotados y que él se llevó la mejor parte” (Ámbito Financiero, 29/5).
Se asoma Templeton
Uno de los fondos de inversión más importantes del mundo, Franklin Templeton Investment, había permanecido hasta ahora sorprendentemente silencioso en la renegociación de la deuda externa argentina. Finalmente, emitió un comunicado para informar que “no tiene bonos de deuda argentina bajo legislación extranjera” (lo que se está discutiendo ahora), pero al mismo tiempo agrega que sí son fuertes tenedores de deuda en moneda extranjera bajo legislación local. Claramente, se trata de una advertencia: una vez que se termine esta ronda de negociación con los buitres actuales, el gobierno de los Fernández tendrá que sentarse con Templeton y los otros pulpos tenedores de deuda “con legislación local” y ofrecerles, como mínimo, exactamente lo mismo que se está comprometiendo a pagar a BlackRock, Fidelity, Greylock, Pimco y los otros buitres actuales. Estarán en juego otros 30.000 millones de dólares.
Y todavía falta el FMI
El gobierno de los Fernández se jacta de que “ahora” el FMI es amigo de la Argentina. Con Kristalina Georgieva habría llegado, según el relato oficial, una conducción que supuestamente jugaría a favor de nuestro país en la renegociación de la deuda. Le recordamos al gobierno que no es la primera vez que el Fondo da la idea de ser “amigo” de nuestro país, lo mismo sucedía durante la era Macri, cuando la entonces directora Christine Lagarde fue invitada a cenar a la casa de quien era en aquel momento ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. Esa “amistad” sirvió para que se nos endeude en 45.000 millones de dólares más. Hoy la única realidad es que el FMI ha emitido un comunicado en el que insiste en que la Argentina “se puede estirar un poco más” en su oferta a los bonistas. En pocas palabras, invita a nuestro país a cerrar el acuerdo con los acreedores privados haciendo un planteo final con mejores condiciones aún para estos pulpos.
Y, lo más importante de todo, todos estos comentarios del organismo internacional no son más que el “precalentamiento” mientras espera su turno. Después de que termine todo este capítulo con los bonistas privados vendrá la renegociación con el propio Fondo, por 49.000 millones de dólares (incluyendo intereses), donde la “amiga” Georgieva ya ha aclarado que con ellos no corre “quita” alguna.
Y, como si todo esto fuera poco, los viejos fondos buitres. ¡Así no salimos más!
Mientras tanto, y como una muestra más de que la deuda no es más que una estafa que no se termina nunca, viejos fondos buitres que quedaron fuera de los canjes 2005 y 2010 aparecieron para exigir una “cuota pendiente” de 230 millones de dólares. El estudio jurídico que se ocupa del caso argentino en Nueva York informó al juez que lleva el caso que el gobierno argentino acepta pagar a los fondos Attestor y Trinity, que reclaman esa suma con intereses punitorios de 9% anual, y que se deberá abonar en las próximas semanas.
Tal como está ilustrado todo lo que relatamos, así no salimos más. Siempre aparecerá alguien nuevo a exigir el cobro de algo. Seguiremos acumulando intereses sobre intereses. Y, lo peor, se continuará pagando hasta el infinito (y no es una exageración, tenemos deuda por los próximos cien años) esta deuda ilegal, inmoral, ilegítima e impagable, nacida en la dictadura y reconocida y aumentada por todos los gobiernos, sin excepción. Frente a la santa alianza de peronistas, radicales, PRO, “progresistas”, burócratas sindicales, cámaras patronales y gobiernos extranjeros, “todos unidos” en la afirmación de que “se pague”, nosotros, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad seguimos insistiendo en que la única salida pasa por dejar inmediatamente de pagar toda la deuda externa, romper con el FMI y poner todos esos recursos al servicio de un fondo de emergencia para atender las más urgentes necesidades del pueblo trabajador. Es eso, o hambre, miseria y ajuste permanente para nuestra generación y las futuras.