Después de que se conocieron los números terroríficos de pobreza y desocupación, los peores desde la crisis de 2001, el gobierno, en vez de salir a priorizar la emergencia social, siguió privilegiando a las grandes patronales. Así, tuvimos la baja de las retenciones (impuestos) a los monopolios agroexportadores y las mineras. A eso se agregó la semana pasada la visita de la misión del FMI, que preanuncia el nuevo y mayor ajuste que se viene.
Esta semana se dio también el vergonzoso alineamiento en la ONU con el imperialismo yanqui en la votación sobre Venezuela. Izquierda Socialista y nuestro partido hermano en ese país, Partido Socialismo y Libertad (PSL), tenemos una extensa trayectoria de denuncia y militancia contra la dictadura de Maduro. Pero acá lo que estaba en juego era otra cosa, votar con los yanquis y sus gobiernos latinoamericanos subordinados para dar una “señal” de sometimiento a cambio de un eventual futuro “apoyo” en las negociaciones de Alberto Fernández con el FMI. Esa votación fue el emergente o la gota que rebasó el vaso, que hizo que se provocara una crisis política con la renuncia de la nominada como embajadora en Rusia, Alicia Castro, y la protesta y el desacuerdo público con la medida de otros líderes del peronismo kirchnerista, como Hebe de Bonafini, Luis D’Elía o Juan Grabois. Cristina se mantuvo en silencio pero “habló” a través de estos personajes. Estos sectores que pretenden reubicarse y mostrarse como “antiimperialistas”, siguen sosteniendo el ajuste del Frente de Todos. Es que el desgaste del gobierno y su crisis abrieron, desde ese momento, toda una serie de pedidos de cambios de gabinete en el futuro próximo. Pero, más allá de los movimientos en las alturas del gobierno, todo esto refleja la bronca y la desilusión creciente de sectores populares que votaron al Frente de Todos. Es que, más allá de que haya, obviamente, compañeros de trabajo, de estudio o vecinos que continúan teniendo expectativas en el gobierno, todos ven que en ningún lugar se cumple la promesa de la “heladera llena”. La realidad es que el gobierno peronista va reafirmando cada vez más su rumbo de garantizarles las ganancias a las patronales y los usureros de la deuda.
La oposición patronal de Juntos por el Cambio pretende aprovechar esta crisis política. Por eso reapareció Macri en una entrevista con Joaquín Morales Solá. También volvieron a repetirse las convocatorias contra el gobierno de los días feriados, donde se siguen escuchando consignas cada vez más reaccionarias. Por supuesto, el gobierno de Alberto Fernández las utiliza para agitar que “se viene la derecha” para esconder el ajuste en curso. Así como el fracaso de su política frente a la pandemia, visible en los números de contagiados y muertos, producto de meses de ir abriendo todos los sectores económicos y también de no dar respuesta a millones que, desesperados, se vieron obligados a salir a ganarse el peso con el consiguiente riesgo de contagio.
La burocracia sindical de la CGT y las CTA, por su parte, solo parece preocupada por mantener su pacto con el gobierno, defenderlo, incluso reuniéndose con el FMI, y fortalecerlo garantizándole el acto virtual que se está preparando para el próximo 17 de octubre, donde buscan “relanzar” al peronismo. Mientras se dedica a eso, los salarios se siguen deteriorando. A esto se le agregará, esta semana, la reunión del Consejo del Salario Mínimo. Escandalosamente, hace más de un año que el salario mínimo, vital y móvil está congelado, y hoy en valores incluso por debajo, ya no de la línea de pobreza, sino de la de indigencia. Llevar el salario mínimo a lo básico, el valor de la canasta oficial de pobreza, implicaría una suba de casi 250 por ciento. Pero se habla de un incremento de 30% y aun así es cuestionado por las propias patronales. ¿Qué hará frente a esto la burocracia? Podemos adelantar la respuesta, aceptar las “limitaciones”, seguir hablando de la importancia de un “acuerdo social” y sosteniendo el ajuste de un gobierno que sigue generando números récord de pobreza y marginalidad.
Y si hablamos de pobreza, su mayor manifestación sigue siendo la toma de tierras en Guernica. Pasan las semanas y las respuestas continúan brillando por su ausencia. Más aún, ahora el ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, Andrés Larroque, acaba de afirmar que “no hay margen para pedir otra prórroga”, refiriéndose a la orden de desalojo, con la represión consiguiente. Frente a esto, seguimos reafirmando desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad nuestra incondicional solidaridad con las compañeras y compañeros de la toma y apoyamos su propuesta de solución al conflicto. Así como ya nos estamos haciendo presentes llevando alimentos, llamamos a participar de todas las actividades programadas para rodear de solidaridad a Guernica, como la conferencia de prensa del miércoles 14 en Plaza de Mayo, el abrazo solidario en Guernica durante la madrugada del 15 y otras acciones de apoyo.
El gobierno ajusta, privilegia a las patronales y pacta con el FMI. Cambiemos ya nos hundió en los cuatro años anteriores y su propuesta es también de mayor ajuste y entrega. A los millones que votaron al Frente de Todos creyendo que se venía algo diferente, les decimos que el peronismo no es salida.
Se abre, entonces, un enorme espacio para plantear soluciones diferentes. Mientras seguimos luchando por el salario, contra la miseria y la desocupación, tenemos que plantear un plan económico distinto, obrero y popular. Que garantice aumentos de salarios, plata para salud, vivienda para los que no la tienen, comida y un ingreso de 40.000 pesos para los que lo necesiten. Imponiendo un impuesto de verdad a las grandes riquezas. Rompiendo con el FMI y dejando de pagar la deuda externa. Un programa, en síntesis, que hoy lo propone el Frente de Izquierda Unidad. Te invitamos a sumarte a Izquierda Socialista para fortalecer esta alternativa.