Escribe Luis Covas
El gran perdedor de las elecciones municipales del domingo 15 de noviembre ha sido el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro. Otra buena noticia. Semanas antes el derrotado fue su referente Donald Trump. Si bien la magnitud del fracaso político de Bolsonaro no es como la del revés de su amigo norteamericano, no deja de ser importante. En el mundo siguen retrocediendo estos neofascistas, racistas, misóginos y negacionistas del Covid-19.
Bolsonaro, golpeado por el resultado, al igual que Trump, cuestionó el recuento de votos: “Precisamos un escrutinio que no deje dudas” (Clarín, 17/11). Hubo fallas en el sistema y demoras, pero de los casi 148 millones de electores de las más de 5.500 ciudades en las que hubo elecciones no se conoce ninguna denuncia de fraude.
Bolsonaro logró pocos de los candidatos derechistas que apoyaba para una segunda vuelta en las veintiséis capitales. Uno de ellos es el delegado Eguchi, de Belem (Pará), con 23% de votos, y el otro es el reaccionario pastor evangélico Marcelo Crivella, de Río de Janeiro, actual alcalde. Pero solo logró el 21,8% de los votos mientras su rival, Eduardo Paes, candidato de centroderecha, obtuvo casi 40 por ciento.
Hubo un fuerte voto castigo a Bolsonaro. Quienes más lo canalizaron fueron los viejos sectores políticos patronales como el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, ahora liderado por Joao Doria, gobernador del estado de San Pablo, quien viene denunciando a Bolsonaro por su política hacia el coronavirus. Bruno Covas, del PSDB, actual alcalde la ciudad de San Pablo, pasó a la segunda vuelta con 32,8% y enfrentará a Guillermo Boulos, del PSOL, que fue la revelación de la elección con 20,2 por ciento.También ganaron espacios otros sectores conservadores del llamado “centrao”, que aglutina partidos patronales como el Social Democrático (PSD) que mantuvo la alcaldía de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.
El otro gran perdedor fue Lula y el PT. Se puede decir que sufrió otro desbarranque electoral. De las veintiséis capitales sólo logró pasar a segunda vuelta en Recife (Pernambuco) y Victoria (Espíritu Santo). En San Pablo, el centro político del país, el candidato de Lula y el PT sólo obtuvo 8,2 por ciento. Lula y el PT siguen pagando haber gobernado para los de arriba, traicionando al pueblo trabajador. Provocaron tal odio popular, que hizo que, equivocadamente, millones votaran en 2017, al reaccionario Bolsonaro para presidente. Y ahora, tanto el PT como la CUT siguen jugando ese papel traidor boicoteando las luchas obreras y populares, lo que le ha permitido a Bolsonaro seguir con su política antiobrera y antipopular.
Pero lo nuevo es que el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) logró un impacto nacional con la muy buena elección que hizo en la ciudad de San Pablo, donde su ex candidato a presidente, Guillermo Boulos, logró 20,2% en la ciudad más poblada del país que fue alguna vez base del PT. O sea, se provoca un vuelco a la izquierda de una franja importante de la clase trabajadora, de mujeres y sectores populares. El PSOL se formó en 2003 con la ruptura de un sector de izquierda, entre los que estaba el entonces diputado nacional Babá, hoy integrante de la CST, con el gobierno de Lula-PT. El PSOL en el resto del país hizo una buena elección aumentando el número de concejales. En la ciudad de Belem, capital de Pará, Edmilson Rodrigues, integrante del PSOL, logró 34% y pasó a la segunda vuelta enfrentando al bolsonarista Eguchi. Pero no tiene comparación con la elección de San Pablo porque el PSOL, en Belem, integra una alianza amplia que se llama Belém Nuevas Ideas, integrada hasta con sectores patronales como el PDT, del oligarca Ciro Gomes, que hoy se dice “progresista”, con el PT, Rede de Marina Silva, la ex ministra de Dilma-Temer y el apoyo de empresarios y banqueros “progresistas”. Nuestra organización hermana, la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST), viene cuestionando esta política de la mayoría de la dirección del PSOL. Política que rompe con la independencia de clase y busca resucitar al PT y un nuevo gobierno de conciliación de clases.
Justamente, la gran elección de Boulos y del PSOL en San Pablo y el nuevo fracaso del PT muestran que el camino es fortalecer al PSOL como una alternativa de izquierda independiente. Que enfrente al gobierno de Bolsonaro en las luchas y en la perspectiva de un gobierno de la clase trabajadora y el pueblo. La tarea es aprovechar el impacto del resultado electoral de Boulos y el PSOL para fortalecer la propuesta que viene haciendo la CST/PSOL, de convocar a un frente de izquierda y socialista con otros partidos de izquierda por fuera del PT y de toda alianza con sectores patronales. En lo inmediato, la CST en el PSOL se suma a la batalla electoral de la segunda vuelta para aportar al triunfo de Edmilson Rodrigues, en Belem, y de Guillermo Boulos en San Pablo.