Escribe Guido Poletti
El impuesto a la riqueza del Frente de Todos tiene sus multimillonarios exentos. La de aquellos que zafan por tener domicilio en el exterior, como Marcos Galperin, de Mercado Libre, la empresa cuya cotización más creció en la pandemia, pero cuyo dueño no pagará un peso por tener domicilio en el Uruguay. Idéntica situación tiene Roberto Urquía, de Aceitera General Deheza, y Gustavo Grobocopatel, por citar los más importantes.
También están todos aquellos que no pagarán por tratarse de empresas extranjeras. No importan que ganen millonadas en nuestro país: este impuesto no alcanza a las firmas como tales, solo a las personas. Así todos los dueños de los bancos privados (BBVA, Santander, City, HSBC, ICBC), que se la llevaron “en pala” con todos los gobiernos (según una conocida expresión de la actual vicepresidenta), los monopolios agroexportadores como ADM, Cargill o Dreyfuss; las transnacionales de la megaminería y tantas otras empresas que hacen superganancias en nuestro país, también estarán exentas.
Y, por último, están aquellos empresarios que no sólo no pagan, sino que incluso recibirán parte de la recaudación del impuesto. El caso más escandaloso serán las multinacionales del gas y el petróleo, que se terminarán apropiando de una porción de lo que se junte, con la excusa de “promover a la producción energética”. Así, sin duda, no se “redistribuye la riqueza” ni se resuelven los problemas de la pandemia.