Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional Izquierda Socialista/FIT Unidad
Hugo Sigman publicó el 16 de abril una carta pública bajo el título “Algunas aclaraciones sobre la vacuna”. Sigman es el empresario fundador del Grupo Insud, propietario del laboratorio mAbxience instalado en la localidad bonaerense de Garín, donde se producen 24 millones de dosis por mes de la vacuna Astrazeneca que se van a México y a Estados Unidos, sin que ninguna de ellas, hasta ahora, se haya destinado a Argentina y a Latinoamérica como se prometió. El gobierno había anunciado a finales del año pasado un contrato diciendo que entre febrero y marzo de este año llegarían 22 millones de esas vacunas. Pero a pesar de que el propio gobierno compró esa cantidad y habiendo pagado ya el 60% por adelantado (60 millones de dólares), la vacuna no aparece.
Luego de meses de silencio, Sigman tuvo que salir a dar explicaciones. Esto solo se explica por el éxito de la campaña que iniciamos desde hace meses desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, junto a otras organizaciones sindicales, políticas y personalidades de la salud, como la Fesprosa, el epidemiólogo Carlos Ferreyra, el doctor Avila Vázquez, los periodistas Walter Goobar y Rolando Graña, entre otros, denunciando esta situación que tanto el gobierno como Sigman escondían y millones desconocían.
Sigman responde que existe una “intoxicación de noticias falsas”. Trata así de lavarse las manos del ya evidente escándalo público de que no tengamos esos millones de vacunas que se producen en su laboratorio. Pero las noticias falsas son las que dice Sigman. Desmenucemos su carta.
Sigman dice que “El equipo científico y técnico de mAbxience que se encarga de producir el principio activo de la vacuna de AstraZeneca trabaja contrarreloj desde noviembre del 2020” y que puso “toda su capacidad de producción del año 2021 y parte del año 2022”. Está reconociendo que su laboratorio hace la vacuna y que produce millones de dosis desde noviembre del año pasado. Pero esas dosis no llegaron aún al país.
La explicación “técnica” de la “demora” que da Sigman, ya la conocemos: que en México el laboratorio Liomont, del magnate Carlos Slim, tuvo problemas para envasar las dosis. Faltaron “los equipos e insumos específicos”, es decir, faltaron frasquitos y otros elementos. Una respuesta insólita que muestra la irracionalidad del negocio capitalista. Pero ante el reclamo de que se paren los envíos de millones de dosis de Garín y se envasen de emergencia en el país, Sigman responde que eso es imposible. “Prohibir la exportación del principio activo, como reclaman algunos, implicaría poner en cuestión un proyecto que tiene como objetivo garantizar que América Latina acceda a la vacuna de manera equitativa y económica”, dice. Pero el proyecto está cuestionado desde su origen. Si las dosis se mandaron a México para fraccionar y envasar allá y las tenían que reenviar a Argentina, ¿qué pasó? El proyecto fue claramente para fomentar las ganancias de su Grupo.
Sigman agrega: “Hasta donde tengo conocimiento ninguna planta activa hoy en Argentina puede realizar esta tarea de manera inmediata”. Lo cual es una mentira. Hay muchos especialistas que dicen lo contrario. Hay decenas de laboratorios e institutos que lo podrían hacer acá, como el Hemoderivados de Córdoba o el Tomás Perón de La Plata, entre otros. Y en todo caso, si hiciera falta, se podría poner a producir al cien por ciento la industria del vidrio que hay en el país.
Sigman dice que acá no se podría envasar, pero el problema es que en México con el negocio que hizo con Slim y AstraZeneca, no la han envasado. Esto se llama “incumplimiento de contrato”. Y no se trata de un contrato para producir caramelos o alfajores, sino vacunas para combatir una pandemia que lleva millones de contagiados y muertos en Argentina y el mundo. Por eso, ante la emergencia sanitaria y ese incumplimiento, lo que corresponde es incautar los millones de dosis que se producen en Garin y planificar un envasamiento masivo en el país con los laboratorios mencionados, empresas del vidrio y los recursos que hagan falta, junto a nuestros profesionales y científicos. En Argentina se envasan vacunas todos los días y hay personal especializado al respecto.
Sigman dice que la vacuna no se puede terminar acá, pero al mismo tiempo se pisa al reconocer que mAbxience se dedicaba a otra cosa, “pero cuando nos solicitaron reconvertirla para producir el principio activo de la vacuna contra el Covid-19 lo hicimos con entusiasmo”. Es decir, se reconvirtió para producir la vacuna contra la pandemia, mecanismo que podría usar cualquier laboratorio si hubiera una decisión política del gobierno para ello. Ahora ya se anunció que un laboratorio privado empieza a envasar la vacuna rusa Sputnik V, por ejemplo.
A su vez, Sigman se quiere salvar diciendo “mAbxience no es la propietaria de la vacuna, ni la encargada de venderla, cobrarla, ni de firmar los contratos con los gobiernos o establecer las fechas de entrega”. Sigman debería aclarar entonces quien firmó el contrato con el gobierno de Alberto Fernández. ¿Sigman acaso no es parte del negocio? ¿Tampoco cobra nada? No suena creíble que trabaje gratis. Su fortuna personal de 2.000 millones de dólares fue difundida en estos días por la revista Forbes, lo desmiente. Sigman trabaja para AstraZeneca. Es con ella y el magnate mexicano Slim con quienes hizo el negocio. Con ellos y el gobierno peronista del Frente de Todos cubren el secretismo del contrato.
Sigman miente cuando en su carta dice que no se puede terminar la vacuna en el país. Defiende de esta manera a su socia, la multinacional inglesa AstraZeneca, y su negocio capitalista, de negar la liberación de la patente de su vacuna. Niega que la vacuna sea un bien público de la humanidad, igual que lo hacen Pfizer, Moderna y demás multinacionales farmacéuticas que marginan de la vacuna a la mayor parte de los pueblos del mundo.
En resumen, la carta de Hugo Sigman no hace más que confirmar lo que venimos proponiendo desde Izquierda Socialista y el FIT Unidad junto a médicos y distintas organizaciones, que ese laboratorio debe ser declarado de utilidad pública. Y que se debe proceder a frenar la exportación de las vacunas, envasarlas acá y que el gobierno inicie un inmediato plan de emergencia de producción nacional de millones de ellas para vacunar a todas y a todos en Argentina y en Latinoamérica.