Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop
El presidente peronista Alberto Fernández vuelve a utilizar su acostumbrado doble discurso para presentar como un logro del Estado nacional lo que en realidad es un gran negocio privado de los amigos del gobierno. En este caso se trata de la vacuna Sputnik que, producida en Rusia, será fraccionada y envasada en la Argentina por el Laboratorio Richmond perteneciente al millonario Marcelo Figueiras. Este emprendimiento contará con financiamiento oficial a través del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) que preside el empresario José Ignacio de Mendiguren vinculado a Sergio Massa.
Parte de los lazos de Figueiras con el peronismo se deben a que está casado con la senadora María Laura Leguizamón. Ésta, que inicialmente fue del riñón duhaldista, estrechó luego relaciones con Cristina Kirchner en el senado, aunque más tarde fue candidata en las listas de Massa. La relación con Cristina le valió al Laboratorio Richmond ser uno de los cuatro proveedores del Estado de Oseltamivir, la droga contra la gripe H1N1. Según Pagni de La Nación, un consorcio también cercano a Massa y encabezado por el banquero Jorge Brito (h) está reuniendo 60 millones de dólares para financiar este emprendimiento que culminaría en un par de años con la producción íntegra de la vacuna rusa en la Argentina (La Nación, 27/4/2021).
Así como Figueiras recibe subsidios y financiamiento, también lo hace Sigman, a quien el gobierno de Cristina le entregó la planta de Garín y desde entonces provee al Estado 10 millones de dosis de vacuna antigripal por año durante 10 años. La competencia entre los dos proveedores del Estado se manifiesta en zancadillas entre los personeros que uno y otro tienen insertos en el aparato gubernamental. Figueiras se queja de que los funcionarios fieles a Hugo Sigman le crearon dificultades para la aprobación de la Sputnik.
Más allá de estas rencillas entre fracciones empresarias del peronismo, lo central es la maniobra de doble discurso del gobierno, esto es presentar como intervención del Estado lo que en realidad es subsidiar, financiar y luego comprar la producción para favorecer los negocios privados. La intervención estatal que planteamos es otra. Que el Estado centralice, impulse y controle la producción de las vacunas para inmunizar ya a la población. Cuando la pregunta de "¿por qué no incautamos la vacuna de Sigman y la envasamos para combatir la pandemia ya?" empezaba a circular más ampliamente, el anuncio de Fernández de la producción local de la Sputnik vuelve a instalar una expectativa esperanzada. Es necesario incautar la producción de dosis de la fábrica de Garín y utilizar todos los recursos existentes que permitan elaborar masivamente las vacunas necesarias.